
Almelio Calderón
Cuando leo la poesía escrita por Almelio Calderón siento «cierto estado de espíritu confuso y tempestuoso en que la mente funciona de un mero auxiliar», o la fragmentación de un mundo como vehículo generador. A veces parece un niño que se entrega a la escritura, y otras, alguien que alcanza las sumas rotundas o graves de la expresión. «Los versos que allí nos atraen, nos cautivan o convencen, son aquellos donde no hay ninguna sombra de amaño o impostura. Se conjugan allí el estado de inocencia y el estado de alerta». Leamos sino el poema «Puertas» que funciona como un arte poética en su espontaneidad característica. En su poesía, donde permanece la huella lezamiana y el sello surrealista, el discurso gira entre una inocencia y una trascendencia que muchas veces viaja en las inercias del otro yo, y la caracteriza una introspección que encuentra en el universo su manera de recrearse, o los fundamentos que nos colocan ante la escritura: «Solo el desasosiego de un hombre puede iniciar / la construcción de su existencia». También la muerte, lo infernal o enajenante del exilio, o Dios, temas que son revisitados en su obra. Así en sus textos, donde «la poesía, al decir de Frank Lentricchia, en virtud de la imagen, es la prosa, que no necesita de la imagen, describe […] y puede rastrearse la idea de que el poema representa una especie de incrustación del símbolo en la realidad, y que esa incrustación es la condición del conocimiento poético».

Datos biográficos
Nació el 2 de octubre de 1966 en La Habana. Ha publicado los poemarios:
Fragmentos para un caballo de aire, Ediciones Extramuros, La Habana, 1987.
Las provincias del alma, Editorial Letras Cubanas, , La Habana, 1991.
De la pupila del ahorcado. Antología, Efory Atocha Ediciones, Madrid, 2013
Selección de poemas
Orillas
Los suicidios no llegan tampoco llega el amor. Los amigos viven poderosamente entre los dioses; se entregan a todos los anillos como se entrega Heráclito a la duda. Siento sus nostalgias como siento la vehemencia de la mirada del tigre de Blake. Cada uno es una pequeña Troya.
Inscripciones
Soy del país que no existe en los mapas.
Soy del otro lado del puente.
Soy lo que ha quedado del perfil de la noche.
He sido el último grafitti puesto en la pared.
Y el aliento del cigarro medio encendido dejado
en el cenicero.
Necesito otra ondulación para mi ciudad.
Es hora de enterrar todos mis muertos,
de ir al baño para quitarme la piel sucia
de todas las andanzas.
Silencio nocturno de las cosas
El sonido de los pájaros me despierta, dan vueltas
y vueltas alrededor del pezón del cielo.
La frescura de la mañana y los primeros rayos del
sol se clavan en mi cuerpo.
Hoy las flores huelen a destierros, a calcinación.
La ventana se abre entregándome toda su desnudez.
En el patio nada queda de la inmensurable existencia,
salvo el silencio nocturno de las cosas.
Puertas
Hoy pregunté
en qué puerta hay una puerta para tocar
un timbre
unos brazos
alguna tristeza o recado para ceder
un fin
una existencia con sus cuatro oráculos.
Hoy pregunté
cuántas puertas hay que tocar
¿habrá primero que aprender a montar un mundo
o habrá que ganarle a la suerte?
Hoy pregunté
en qué lugares están las puertas para tocar
—en todos los sitios— gritaron ustedes
e incluso donde nunca han existido.
3
La muerte se adueña del vuelo de los pájaros.
Es un túnel en la inmensidad.
No es siquiera el reflejo del hombre.
Visitas: 20
Deja un comentario