Unos versos epigramáticos de Yeats parecen contener la esencia de la poesía de Basilia Papastamatíu: «Estamos encerrados bajo llave, / La de nuestra incertidumbre». La plegaria de la inconformidad y la culpa tiene cabida aquí, y el minuto de reflexión ante la impotencia, de conciencia ante el error que se asume tranquilo. Es un yo lírico que se asoma cada vez a los abismos de las conciencias que no quieren reconocerse o se desconocen. Es un ser inquisitivo que invalida y proclama, y en ese sentido quizá sea también concluyente y participativo, «conducido insensiblemente hacia un sentido aceptable de la realidad».[i] Circundamos una escritura donde se reconoce la no pertinencia del molde de lo heroico para describirse y para percibir la realidad, y en la que con sutileza se propone un nuevo tipo de «héroe», o ¿tal vez nos entrega el infierno de los infiernos de sus propias pasiones? Todo lo cual no invalida el secreto homenaje que la autora rinde en su poesía a los grandes líricos griegos y romanos de la antigüedad, y en general a los bardos clásicos, apreciable en su preocupación por temas como el destino humano, el pecado, la culpa, el castigo, y en el hecho de servirse de un imaginario y tono épicos para trasmitir desolación. Hay poetas que pretenden ser diferentes para cada nuevo libro, aunque el estilo juegue a dejar sus marcas. Quizá en esencia todo libro nuevo sea diferente ante las pretensiones del autor y las buenas intenciones del lector, pero en el caso que nos ocupa todos libros han descrito una línea de continuidad que insiste en la culpa, en la desidia, en la inercia de la vida y en la autoconciencia como asuntos que engloban el paso por la tierra de todo ser humano. Se percibe a las claras el peso del espacio en su escritura, si juzgamos el sentido de los títulos y las intenciones de la mayoría de sus libros. Parece que el hombre a través del tiempo es el mismo culpable al que sólo lo salva el lugar en que decida permanecer, éticamente hablando, pues «el espacio se adivina como larga mancha u orificio donde transcurre una temporalidad vencida, fácil de helar porque ya ha helado.[ii]
En este poesía aparecen los retratos donde la autora suele hilvanar lo físico con lo metafísico, los poemas que son como pequeños cuadros de las sagas antiguas de la existencia del hombre, en los que a veces me trasmite la idea de que pensar no es vivir, que pensar es una forma angustiada del vivir, y que , en lo que los limita, todos los seres humanos se parecen, véanse en este sentido los poemas «Deslizamiento», «Regreso / Despedida», «Despertar / Gloria», «Vuelven», «Imagen», y «Escuchamos pasos». En estas páginas vemos como un espejo transparente se mira en un espejo negro, y que hay una escisión entre el condicionamiento de la naturaleza y el destino humano, que es desazón, ansiedad, sinsentido, y que solo puede ser abrazado por el poder de la duda. La autora se juzga a sí misma de un libro a otro, y esto se descubre, pues, al igual que María Negroni dijo de Hilda Dolitte, lo que escribe está traspasado por un hábito de contemplarse nunca satisfecho por el aguijón de ciertas escenas e ideas fijas que se resisten a encontrar su ley interna. Transformó en valores éticos sus debilidades como quien violenta y ajusta sus gestos a una composición que crea para entenderse. Aquí la poeta nos dice que ha sido cambiada, maniatada por el tejido anómalo del mundo, al tiempo que descubre que la poesía es lo que quedó luminoso del fracaso.
Basilia Papastamatíu (1940). Buenos Aires, Argentina. Poeta, crítica literaria y traductora. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Fue fundadora y editora de la revista literaria Airón. En los años sesenta residió en París, donde siguió cursos de teoría literaria impartidos por Roland Barthes y A. J. Greimas. Desde su llegada a La Habana se desempeñó como periodista cultural en Prensa Latina, Juventud Rebelde y en la revista Cuba Internacional, y como crítica literaria, editora y subdirectora de la Editorial Letras Cubanas. Es actualmente directora de la revista la Letra del Escriba y miembro del Consejo editorial de Ediciones Unión. Es, además, la coordinadora general del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, y del Café Literario «Aire de Luz’» para la promoción de la nueva poesía cubana. Realiza trabajos de periodismo cultural y crítica literaria para publicaciones de diferentes países y ha tenido a su cargo la sección literaria del diario Juventud Rebelde, de Cuba, durante más de diez años.
Ha traducido a autores griegos y de lengua francesa. Ha sido frecuentemente jurado de premios literarios y participante en coloquios, ferias del libro y festivales de poesía internacionales. En su Café Literario «Aire de Luz», que auspicia el Instituto Cubano del Libro, promueve lo mejor de la poesía cubana desde hace más de veinte años.
Libros publicados
- El pensamiento común, 1966.
- Qué ensueños los envuelven, 1984.
- Paisaje habitual, 1986.
- Allí donde, l996.
- Dónde estábamos entonces, 1998.
- Espectáculo privado, 2003.
- Cuando ya el paisaje es otro, Ediciones Unión, 2010.
- Eso que se extiende se llama desierto, Editorial Letras Cubanas, 2014.
Poemas
FUGA
La mirada alerta para sortear los tropiezos
el agua derramada levanta remolinos de tierra
los ruidos inquietantes se apagan
como hilos invisibles que trazan caminos de aire
y se pierden
cada vez más lejos de la sangre del otro.
AMO MI PATRIA HASTA MORIR
Sumidos en la oscuridad de un sueño perpetuo a qué aspirar qué desear no tenemos más cosas que hacer ni historias que contar por la felicidad que hemos perdido la eternidad que no alcanzamos busquemos consuelo en el duelo no quedará de nosotros más que el polvo siempre el polvo solo una mancha que apenas se distingue un punto en el horizonte una idea más que se aleja…
EL PERDÓN DE LOS AUSENTES
ellos nos formaron nos inculcaron
(con su poder de seducción y la brillantez
de su mente)
para embelesarnos y transformarnos
definitivamente
¿Nos perdonarán entonces?
¿por haberlos abandonado y olvidado?
O lo que ocurrió fue solo una inevitable fatalidad?
PENSANDO REHUIR
Los esplendores del mundo se dijo «mi espíritu está cautivo» y rogó «que mi cuerpo vuele al menos y me arroje de sí (harto) lejos de los estragos de la memoria.
[i] André Breton.
[ii] Caridad Atencio “Claustro con destino que cifra” en La Gaceta de Cuba, n. 2, marzo – abril 1998, año 36, La Habana, p. 63. (Reseña sobre el libro Allí dónde, Editorial Unión, La Habana, 1996.
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