Daniel Duarte de La Vega
Presentamos hoy a un poeta que ya muestra frutos muy loables de su trabajo, aunque es joven todavía, que tiene entre sus mejores virtudes ser un lector constante, selectivo y dedicado, y tales actitudes se vislumbran con acierto en su lírica. Así en sus textos encontramos que el conocimiento se detiene ante el enigma, que el enigma pugna con el conocimiento, y se nos habla de la inercia social y su imprescindible modulación estética, armada como un arte. Aquí la lectura y la exégesis trasmiten desconcierto, opresión, lo que nos recuerda que «no hay poema que pueda llamarse tal si no implica una querella, una disputa con uno mismo»[i]. En tal sentido el poeta apuesta por lo ingenioso y civilista. Entonces emergen las maniobras de adaptarse al destino: donde no hay salvación, y cada uno cree y crea su propia salvación, donde lo kafkiano apunta a lo hipnótico, por lo desconocido. Así encontramos imágenes de opresión en retratos espirituales, metafísicos, en lo que somos y en quien se nos enfrenta, descubriendo algo de desarraigo en uno mismo cuando se vuelve a sí. Aquí se habla de lo inestable, lo físico y lo maquínico, atisbados de cinéticas que van tejiendo una filosofía irónica, desgastada, donde lo vivo como deshecho invade las relaciones humanas, y, pese a su «entusiasmo», las vuelve inoperantes.
Encontramos también en su poesía textos de corte existencial, tejiendo belleza con los elementos de la crisis. Daniel Duarte de la Vega sabe que la única forma literaria que resguarda con mayor intensidad el misterio de lo indecible es la poesía, como bien ha expresado Liliane Wouters. Su poesía aborda igualmente el flujo indetenible y el carácter fugitivo del universo, como señal indeleble sobre todos los elementos que conforman nuestra existencia, y la propensión del universo a la imagen. Es así que esta obra poética pretende hacer ver los infinitos caminos entre la pasión y el misterio. Porque la variedad del universo se define encima de la fugacidad, en viajes concéntricos y tenaces de la semilla al fruto, y viceversa. Seduce en las obras de este autor su gran dominio de la tradición poética y su cultivo del tema de la imagen poética como centro de sus preocupaciones, sin desdorar para nada los ángulos de novedad y eficacia de su escritura. Aquí se concibe a la naturaleza como un sitio de opacidad, resistencia y misterio que, como tal, ofrece estos dones a los hombres y de manera especial a la poesía, aquí las cosas significan preguntas, y la materia está todo el tiempo en guardia.
Datos del autor
Daniel Duarte de la Vega (Bejucal, 1983). Licenciado en Educación, especialidad Mecánica. Ganó el Premio Pinos Nuevos en 2018 y el Premio Calendario en 2019. Ha publicado Telar, Letras Cubanas, 2019, Las transiciones, Editorial Abril, 2020 y Dársenas, Editorial Casa Vacía, Richmond, Virginia, 2020.
Selección de poemas
sobre el pequeño muladar de la carnicería y sobre lo inmediato; las verdaderas leyes se acumulan esparciendo un olor desagradable: «residuos de un carácter temeroso y porcino», su indescifrable esencia cegadora penetrando en lo inmóvil, en lo desconocido, transformando el azar en ese extraño símil de dimensiones casi alucinantes. Retenida en sí misma, más allá del azar omnipresente y fálico, nuestra tranquilidad depende de lo que cada uno le otorga; de sus propias metáforas.
no se aferraba el ave febrilmente a la rosa
ni a través de los ojos pudo desentrañarse el nexo,
la embriaguez del lenguaje, todo se consumió enseguida
cómo todo se clava tan profundo en el aire
o en la proximidad fastuosa de una imagen común.
no obstante a eso me dije: «pudimos ver de lejos
lo que se derramaba dentro y nos incorporaba»
—rastros de ese lugar que anhelas—:
una celebración genuina y turbulenta.
porque nos bautizaban y crecíamos dentro
de cualquier madriguera.
lidiar con la opulencia nunca fue cosa fácil,
pero que la opulencia también fuese una estafa,
«eso nos comenzaba a interrogar».
días en los que se conoce el territorio
cuál papel arraigado y otros días que no:
¡caricaturas!, leyes a las que uno accede
pero definitivamente leyes, contagiosas al fin.
éramos bautizados y crecíamos dentro
de cualquier madriguera; amantes de la fuerza
y de la combustión.
(isla cannabis)
Está el gran alquimista
bajo
la nervadura
y en las hojas
digamos
por ejemplo:
«un territorio
virgen»
tangos que son
boleros
donde tu pensamiento
se detiene
tu pensamiento
exhibe
mucho más
que razones.
todo
se reducía
entonces
a esa imagen
lasciva
esa leve
apariencia
de ir sobrevalorando
el destino
final
y no tanto
la casa.
pero también
el orden
supo ser
a lo lejos
(como quien
ovaciona)
monolitos
que encierran
una verdad
incluso pasajera.
haciendo
del asunto
una canción
eterna
y en las hojas
fuimos
acumulando errores
acumulando
modos de indagar
fuimos
de cierta forma
lo que
se diluía.
Porque quizás
el orden
suele ser
a lo lejos
como decir
«anida»
o estas pequeñas
dudas
también
me pertenecen
tangos que son
boleros
donde tu pensamiento
se detiene.
(qu’une phrase musicale)
Por consideración
al hijo
palidece
o escapa
ya sea
en magisterio
o en actitud
pensante.
ardua fuera
la liebre
a boca
de reptil
y tolerancia
bajo otra
identidad
(ardua y muda
¿recuerdas?)
de momento
soplaba
un beneficio
estéril
una súplica
(casi)
y luego
patria
o muerte
por consideración
y madre
utensilios
a precio:
factoría y escena
(la patria
que era nuestra
y nos
abandonaba).
ningún síntoma
urdía
modos de tolerancia
o engranaje
y para colmo
escena
se nos fue
confundiendo
bajo
los algarrobos
y también
(para colmo)
en actitud pensante.
tanto tiempo
jinete
a boca
de reptil
y magisterio
(casi mudo
¿recuerdas?)
de momento
soplaba
(por consideración
al hijo)
ciego polvo
de tiza
y
lo
necesitábamos.
[i] Seamus Heaney. Obra reunida, trad. e interpretación Pura López Colomé, Trilce Ediciones, México, 2015, p. 13.
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