Julio Mitjans
Leyendo la conmovedora poesía de Julio Mitjans recuerdo la idea de Yehuda Amihai de que la finalidad de la poesía, como la de todo arte, es ayudar a la humanidad a soportar sus males. Así, en ella, además de dibujarse amantes estremecidos por encima de la neutralidad o la vacuidad de la naturaleza y del hecho social —los vivos misterios del amor hincados en lo social—, se nos entrega un curioso retrato del entorno social y la ciudad. La ciudad es una subjetiva presencia que se acerca en sus seres llenos de inercia, ya sin calma. En estos textos además de ser representados fenómenos concernientes al universo homoerótico, podemos ver la Habana, sus calles atestadas y solitarias, sus gentes comunes, tratando de imponerse ante un destino aciago.
A la comunión furtiva y breve, y a la evocación del placer, de que dan pruebas estos poemas, se une la visión de la vida como un cúmulo de inercia e incomunicación: la avidez con que nos tornamos a la vida, en la que, lo que anhelamos, siempre supera lo que conseguimos. Hay un ritual amargo, una danza amarga que la crisis impone, que nos hace bellos aún en la desesperanza y la desolación. Entonces, la ciudad y su compleja imagen social en el libro vienen representadas en la atmósfera extraña que la ocasión precisa y que consagra la evocación: así ha querido este poeta entregarnos su mundo y el verso labrado en su cuota de misterio y confesión mucho tiempo contenida, de tono inevitable o agolpado, con un tejido de pausas sicológicas de íntima fluidez. Aquí se narra el magnetismo y el sostén alado de la emoción, la dignidad de la emoción, hacia la armonía de las esferas. Marasmo mágico, vaho, arremetida en la fugacidad del placer atravesando siempre espacios coronados por la naturaleza. Pero en esa representación social descansa ,quizás, uno de los aspectos mejores logrados de su obra, pues en ella emanan asuntos sociales en pugna de nuestro entorno, como los móviles de la gente común, que pueden ir desde un pequeño robo hasta un asesinato, como se ilustra en los poemas «El ladrón del mercado» e «Interrogantes / Sucesiones», la prostitución «como belleza de un país a la deriva», la necesidad de tener una casa, y, lo más curioso, la representación en «Dime si te sobrepones» de la figura del negro como sujeto social. También esbozada en el poema «Los negros galantes», en la que aquellos están condenados a un espacio de inmovilidad social: «La vida más breve que ellos / es una garra que los atraviesa», dado con efectiva hipérbole, pese a su magnetismo, la profundidad de sus sentimientos, y al hecho de que lo ocupan todo con las irradiaciones de su personalidad. Aunque deja claro en el texto los riesgos que conlleva su naturaleza indómita. El poema es una valiosa puesta en escena del drama que enfrenta el negro en nuestra sociedad. Pero esa representación ocurre en varios textos en los que son descritos otros gestos de mentalidad colonial, como la existencia de negros hermosos, elegantes o creídos que solo buscan sus parejas estables entre mujeres blancas; o el suicidio de jóvenes donde el promedio mayor es de individuos negros. En fin, seres dolidos frente a un mal que no tiene remedio, y que obliga a una evocación remota, plena de añoranzas. Se ofrece una imagen del negro como sujeto de una construcción social compleja, condicionada por un pasado de profundo escarnio y miserias que dan al traste en los conflictos de hoy. Entonces podemos decir que hasta nosotros han llegado los ecos de Guillén en una nueva esencia, en un nuevo esplendor: la escritura como testimonio de la agonía, o de lo imposible, que, al decir de Djuna Barnes, es lo único que dura eternamente.
Datos Biográficos
Julio Mitjans nació en Santa Clara, Cuba, el 21 de octubre de 1965. Poeta, ensayista y editor. Licenciado en Psicología. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido los premios Calendario y Dador. Colabora habitualmente con publicaciones periódica dentro y fuera del país. Editor de la revista A las raíces del Consejo Nacional de Casas de Cultura. Ganador del Premio convocado por la Gaceta de Cuba y la Revista Prometeo en 2011.
Obras Publicadas:
- Venía diciendo una fábula, Editorial Sed de Belleza, 1994,
- Alejándose del resto, Casa Editora Abril, 2002,
- Dime si te sobrepones, Letras Cubanas, 2018.
Selección de Poemas
Los negros galantes
El tumulto solitario, lo que ves son los negros galantes
esa puñalada arde y no sabemos dónde.
La vida más breve que ellos es una garra que los atraviesa:
negros del puerto, lumbres en la noche,
negros en la esquina miran y lo saben todo.
El gesto infinito de sus músculos enhebra, acecha
el deseo de cada quien,
velan los sueños de su amante, desesperados
como si no encontraran la madre o lago remoto
esa es el arma, la impudicia.
En el mercado, en la fe, en la autopista bajo el sol:
negros, el jornal les ocupa, dan la espalda
queda un espacio escurridizo.
Árbol perenne, negros
juntos caen de sus ramas, sombras y pensamiento,
acaso no puedes o no quieres entenderlos
cuida que no te falte ese fuego
aunque solo sea la encrucijada no hay más remedio.
Ladrón del mercado
Hermoso, los brazos largos y firmes
de quien ha recibido suficiente de la vida,
nada perturba el abandono que lo envuelve;
a su paso unos gritan: mercancía fresca y barata,
se confunden las manos durante el regateo;
mientras él, en un descuido alcanza la guayaba
y muerde, definitivamente.
Un anciano que lo ha estado mirando
toma al joven del brazo,
y no se sabe si es el aroma de la fruta
o el ámbito del mancebo lo que el señor respira;
ya se alejan; el viejo deja oír de sus labios expertos y cansados:
—siempre se puede más y más barato—.
Memoria del otro
Para Luis
—Todo parece real —dices—
y ruedas por mi cuerpo
agua insomne sin llegar a la noche.
No tuvimos lenguaje de mudos, era una llama
igual al frío de un sable, que no se espera
y termina refugiándose en uno.
Dos cuerpos abandonados en los escombros,
rápidos los días, premuras de la concordia,
vidas que casi hilvanan la confianza.
Tras otro aire fuimos a repasar las calles de ayer,
las distancias que aún nos quedan,
la frágil edad del reencuentro, la encrucijada
y como en el cinematógrafo
vamos en la memoria del otro, que nos acusa
diciendo:
—Parece real.
Espacio Público
I
Han rebanado los viejos árboles que rodeaban el parlamento
Apenas algunas ramas cobijan al paseante
Una distancia así no puede medirse
Bellísimas flores bajo el cielo estallan en colores encendidos
Unos bustos de bronce se yerguen como viejos guardianes
Resisten la inclemencia de nuestros días.
II
Bajo las Ceibas de la Fraternidad la vida se va perdiendo en otros trasiegos.
Un cuerpo atraviesa el parque no puede detenerse su conversación ya no es allí
Un paso largo lo lleva a una puerta sin número
Se atisba un rastro hasta una mesa
Una mesa en la que se sirve el silencio
III
Un día tras otro deambulan por las esquinas rostros
Que solo sonríen en una distancia en una soledad insaciable
Como la desesperanza.
Como las hormigas
Tiempo ha que esperamos los vaticinios, pero el Diloggun no vierte palabra alguna sobre
el alba
son los días en que salimos al patio y abrimos las manos hacia los astros
nuestras manos en las que solo reposa el viento.
Toda la ciencia de nuestros ancestros aguarda en la memoria,
alguna sospecha les asiste.
Y ahí vamos trenzando lo días empozados en nuestros pasos
en los pasos de una danza que no se deja explicar, pero insistimos
en las palabras cuando solo el sentimiento nos puede amparar.
Como las hormigas vamos sacando de la memoria una gracia, una redención
desde alguna entraña
y en el viento un ruido antiguo
una huella sobre ramas quebradas acercándose a nuestros días.
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