
Lina de feria
De Lina de Feria lo primero que supe es que era la autora de un mítico libro: Casa que no existía. Luego que fui adentrándome en la dinámica de la vida literaria nacional tuve la ocasión de conocer a una persona muy familiar, respetuosa del discurso y del lugar que los jóvenes poetas vienen a ocupar tras su irrupción en el controvertido cenáculo artístico del país. Dicha cualidad es rara en nuestros medios y aflora muchas veces envuelta en hipocresía. En Lina resplandece con la nobleza de su alma y con su sencillez, y se manifiesta en el estudio, en el análisis que esta escritora ha hecho de la poesía de los jóvenes con los rigores que el discurso crítico merece.
En los espacios de los claroscuros situaría a esta poesía donde el tiempo vive y muere en una metáfora, donde hallamos el doble sello alucinado que provoca enumeraciones caóticas y el peculiar automatismo o fluir desgarrado de una mente. En los poemas remembranza y visión se confundían, como en quien siente el peso de la muerte, contemplando perennemente el sacrificio. Se pierden de momento las ilaciones sintácticas y diseminan siempre versos vigilados por la cuchilla junto al regusto de urdir textos de arte poética.
Ante este caso, ¿qué decir de la psiquis de un poeta, de las asociaciones con salto en el vacío y el aroma aglutinador que encienden sus metáforas? En un estado de íntima comunión con el mundo se bendice la vida del dolor. Ese raro equilibrio entre muertes y vidas queda realzado sin que falten desgarrones que cambien el suelo de lugar. A veces todo es como planos extraños donde entra un film, a veces todo parece el fluir de un sinsentido que de momento irrumpe en razón desgarradora y aplastante. Quizá la muerte entrando en la desolación. Pude contemplar entonces el íntimo equilibrio que desprenden aceradas antítesis. Sería curioso descifrar los espacios de estos poemas de Lina de Feria. Cómo se quiebran y se multiplican a un tiempo, cómo uno pare a otro, así, hasta crear uno múltiple, y ser toda la tierra o todo (el) ser humano el espacio de su poesía. Ella y yo sabemos que el dolor no se puede parodiar. El dolor siempre se descubre. En tal sentido los quiebros sicológicos que genera el pensamiento son agudos y exactos. Hay momentos de acendrada concentración poética —insuperables— junto a otros de apego por la vida en los que la escritora se ha dejado empujar por un tronco poderoso, mas de madera ajena. Su voz refulge en el tono del fin, de la ignominia, en las huellas abiertas del grito seco.
Debe decirse como una observación, y no un elogio, que la autora se siente dueña de la palabra. No insinúo una incapacidad o cuerpo repetido. Reproduzco la sombra de una psiquis sobre otra. A dónde apunta todo. A un curso de intemperie. Es imposible marcar la velocidad de asociación. Lo que parece ludricidad o eficacia literaria, pulso por la enumeración caótica, es despliegue mental, imposibilidad de atar el pensamiento a un espacio circunstante. Sin embargo, los momentos de fijación son pocos, pero deslumbrantes, y hasta encontramos un texto con implicaciones alegóricas, arquetípicas y parabólicas sobre la condición femenina, como puede ser el «Poema para la mujer que habla sola en el parque de Calzada», donde la mujer «es vergüenza que repite su canción». Algunos poemas parecen haberse escrito de un tirón, dictados a viva voz al propio intelecto. Se entrega aquí el instante cuando el cuerpo se desdobla, cuando el cuerpo se ve, esto lo he encontrado, de modo que convenza, en muy pocos poetas contemporáneos, quizá solo en la sombra cortada de Escobar. Siempre he dicho y me han dicho que los poetas son seres que han visto demasiado, por supuesto, no en virtud del número, sino de la intensidad. Por la penetración es cruel el movimiento de la hoja. En la poesía de Lina el dolor no se anega, empuja al desamparo. Siempre es posible relatar la pérdida si describe un gesto que se sobrepone, un aliento que decide infinito.

Síntesis biográfica
Lina de Feria. Poeta y ensayista cubana. Graduada de Licenciatura en Filología en la Universidad de La Habana, en 1976. Nació el 8 de agosto de 1945. Ha trabajado como redactora y editora en diversas publicaciones seriadas, a la vez que ha realizado una profunda labor como creadora. Recibió el Premio David, en 1967, con el libro Casa que no existía, compartido con Luis Rogelio Nogueras, Wichy. Tras la publicación de los volúmenes titulados A mansalva de los años, 1990; El ojo milenario, 1995; Rituales del inocente, 1996 y A la llegada del delfín, ha sido merecedora del Premio de la Crítica en cuatro ocasiones. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 2019.
Ha publicado:
• Casa que no existía (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 1968)
• A mansalva de los años (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 1990)
• A mansalva de los años (Ed.. La Cuadrilla de la Langosta, México DF, 2005)
• Espiral en tierra (Ediciones Unión, La Habana, 1991)
• El ojo milenario (Editorial Sed de belleza, Santa Clara, Cuba, 1995)
• El ojo milenario (Ed. L’Hartmattan, París, 2000, edición bilingüe)
• Los rituales del inocente (La Rueda Dentada, UNEAC, La Habana, 1996)
• A la llegada del delfín (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 1998)
• El mar de las invenciones (Editorial Letras Cubanas, ICL, La Habana, 1999)
• El libro de los equívocos (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 2001)
• El rostro equidistante (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001)
• País sin abedules (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 2003)
• Omisión de la noche (Ediciones Matanzas, Cuba, 2003)
• Absolución del amor (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 2005)
• Antología Boreal (Letras Cubanas, 2007)
• La rebelión de los indemnes (Ediciones La Luz, 2008)
• Ante la pérdida del safari a la jungla (Editorial Letras Cubanas, 2009)
• De los fuegos concéntricos (Eds. Unión, 2009)
• Espacios imaginarios (Eds. Extramuros, 2010)
• Caminando en el ocre (Editorial Gente Nueva, 2012)
• Los poemas de la alquimia (Ediciones Matanzas, 2013)
• Jaque a la muerte, poemario (Editorial Unicornio, 2014)
• La vigilia del argonauta, poemario (Editorial Ácana, 2019)
Selección de poemas
Poema para la mujer que habla sola en el parque de Calzada
en tu sombrilla de huecos no se comprende ningún rumor
se cuentan las historias de todas las ciudades que perdieron
el mar
de los sitios donde no pudieron levantar más que ruinas
donde a veces nada valió la pena
y deseabas tantas manos improbables
que terminaste siendo un gajo contra el suelo
hablabas para creer
y ahora incrédula de los parques
incrédula de los hombres
creces de la incoherencia como un golpe humano
como algo ante lo que uno tiene que quitarse la mirada
o sentir como un enrojecimiento ante la falta de tradición
ante el nada que dejar
alguien descarriló tus márgenes
y ahora nos arrancas de tu tiempo
para dejarnos en la categoría de sombras que no respetas
desclasados del cuerpo frente a ti
bien que tienes tu razón
y apenas si la crítica vale
si la denuncia mía no es otra cosa
que el instinto de sentirse animal nuestro
especie nuestra
posibilidad y término nuestro
(que eras como cualquier ser lógico y ahora la soledad te abruma
y nada te detiene y nadie podría detenerte)
¿qué serías en el antes
la madre la concertista la prostituta
la que tenía el tedio la alienada la del amor platónico
la asexual la torpe la que no tuvo continuación?
eres patética y extraordinaria
si mientes mientes con tu verdad
y así te vemos algunos con tu banco con tu sombrilla
con tus labios pintados por fuera con una línea de temblor
haciendo tus cuentos que nadie recuerda
y eterna como un retrato
estoy segura que sabrían oírme si digo que eres
un personaje de Antonioni o de Buñuel
que serías un absoluto para Dostoyevsky
y que tus manos son para Chagall
estás cercana a ellos de alguna manera
como lo estás de mí en algún sitio común de la vida
mujer que habla como a martillazos
nadie hablará de ti pero te quedas
vergüenza que repite su canción
fuera de moda es cierto
frente al teatro de Calzada y D.
Hacia ti
Un ciprés es a veces el violín mejor tocado por el artista levantando su rostro del desmayo y es perfecta la silueta contraluz bajo el ciprés estuve condonando una pena grave taciturna y en el manteo del cielo sobre las estrellas vi rodar astros difusos la extraña dosis melancólica de mi intrepidez porque todavía siento que puedo ser audaz con mis manos cuando sobrecogidas entre las tuyas creo un segundo sol en los planetas.
***
Toda realidad supera cualquier ficción
y en lo apocalíptico
caben la belleza y lo horrendo
ya no los remedios del mundo
sino el sabor de los destierros
la campanada que sobrecoge al que aún duerme
la poesía del fondo enigmático de las cosas.
De María García Granados a José Martí
la estufa
un pobre santuario de carbón
arrinconado en una muerte breve.
a tu espalda mis ojos resbaladizos
subyugados por la frente que más amé
cuando sostuve otra vida corpórea
pero igualmente solitaria.
en este gran momento
en que te miro buscar seleccionar
en las voces innúmeras del poema
con que dejar mi historia recitable
para el patio de los famosos actos cívicos
en las escuelas privadísimas de la República
y que dijeran para siempre de mí:
tuvo la cara más rupestre del siglo
y no pudo ocultar su confusión
cuando tu inteligencia tuvo un día
de riendas contra el aire.
atiéndeme José Martí
para que evites de una vez ese poema
que no soy el cadáver de hielo
ni el cadáver de un amor que sentías
como hijo del halago
sino una brisa oculta
ardiente como la hoguera de tu soledad
brasa cayendo brasa hasta el último instante
en que condensé toda el agua del río
a medida que fue sin remedio hasta el fondo.
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