Se está arraigado cuando se trata de resistir. Este aserto de Henri Michaux me convida y me sirve de estímulo para adentrarme en la obra de uno de los poetas más prolíficos de mi generación, de un creador que deja al auditorio conmovido y dando palmas cuando lee, y, curiosamente, uno de los menos estudiados por la crítica.
Me refiero a Reynaldo García Blanco, quien ha ganado, para alegría de muchos, el Premio Casa de las Américas con el libro Este es un disco de vinilo donde hay canciones rusas para escuchar en inglés y viceversa,[i] y el de la Crítica Literaria. Hablo de arraigo y resistencia pues su poesía, de hermosos textos memorables, de alabanza a la patria, ha reflejado distendidamente en sus últimos libros, con un lenguaje irónico, aparentemente ligero y rejuego coloquial ,propio de la antipoesía, conflictos insalvables de nuestra sociedad, como es el caso de la falta de espíritu crítico a todos los niveles, y la necesidad de ver al hecho de practicar la crítica no como una ofensa al sistema, sino como algo utilísimo, si queremos que mejoren sus desaciertos.
En tal sentido en toda su obra se aprecian las influencias de la antipoesía cultivada por Nicanor Parra o Roque Dalton, hasta el punto que estos autores y otros afines son mencionados en el cuerpo o en los títulos de los poemas.[ii] Así, entre un tono irónico y simpático, y un uso desenfadado de la cita, acontecen los goznes de esta escritura, donde a partir de dicha corriente literaria, ubicada dentro de la postvanguardia, que expresa, en sus mejores cultores, las vivencias del hombre masa o el hombre de la clase media en el sistema capitalista, fustiga nuestros males y los desmanes del mundo contemporáneo.
Es una poesía que, de un libro a otro, ha ido despojándose del carácter solemne y grave, y ha apostado por desacralizar la realidad mediante un lenguaje cotidiano, burlesco, irónico. Se intenta apresar el paisaje cotidiano, inmediato de nuestras vidas, lo que es tarea ardua a veces, conseguida en el libro con más o menos gloria, y que no impide que algunos textos queden como esos días intrascendentes, o lo que intenta dibujar lo que se va, y hasta algunos otros que interrogarán a la posteridad, que muestran a un ser exasperado y parte de una cadena de tragedias: la del país, la suya, la del mundo, pero en este entramado, como ya hemos dicho, hay instantes novelados del reino que se perdió, de las peripecias del amor, que salvan la cuesta de esta poesía, en su afán de urdir en verso la contemporaneidad.
Pero este universo ,a través de sus textos que recrean el peso del tiempo ido, se levanta, se salva, pues «conecta con estados que de por sí nos privarían del lenguaje y nos reducirían a un sufrimiento pasivo»[iii], y demuestra que Reynaldo escribe, como afirmara Brodsky, no tanto por una preocupación por la condición perecedera de la propia carne como por la urgencia imperiosa de preservar ciertas cosas del mundo de uno, de la civilización personal de uno, de la propia continuidad no semántica de uno. El arte no es una existencia mejor, sino alternativa; no es un intento de escapar a la realidad, sino lo contrario, un intento de animarla. Es un espíritu que busca carne, pero encuentra palabras.
El autor, nacido en Venegas, Sancti Spíritus el 13 de abril de 1962, ha publicado Casa del fabulador (1989), Larguísimo elogio (1990), Abaixar las velas (1991, Premio Pinos Nuevos), Textos para elogiar a la novia y al país (1991), Advertencias (in )fieles para escuchar el pájaro de Stravinsky (1992), Perros blancos de la aurora (1994), Adiós, naves de Tarsis (1995), Reverso de foto & dossier (2000, Premio Calendario), Artefactos (2002), País de hojaldre (2004), Campos de belleza armada (2007), Opus ciudad (2013) , Otros campos de belleza armada (2013, Premio Milanés) y El cansancio nacional (2020). Obtuvo el Premio de La Gaceta de Cuba y el Premio Casa de las Américas. Ha desarrollado un meritorio trabajo en la formación de jóvenes poetas que ya merece ser coronado con el título de Maestro de juventudes.
Larguísimo elogio
Un país es como una novia Uno ama sus precipicios Y todos los días conoce un poco más de sus aguas Una novia es como un país te siembras y no pones en peligro su perfume Y es aquí donde radica el misterio la casa es larga y viene a la deriva. De un machetazo han muerto al bandido que asustaba a bichos y perros que perdían el sentido de ladrar. Yo estoy desde siem- pre en esa foto. Veo flotar la bandera, al parecer le han comido dos puntas, pero es el viento que mezcla las cosas malas con las buenas A la novia le han hecho unos tajos ni el zumo de la verdolaga cura estas diatribas de la guerra. Tengo el país a un soplo de la mano y hablo con los héroes Martí dice la palabra exilio y se queda mirando las tablas de mi casa que ya dije era larga y viene a la deriva. Yo sigo en esa foto, me rodean unas frutas, algo milagroso va a caer del techo. Mi padre enseña unas revistas: Este es Máximo Gómez, éste es el Che y los caballos pasan sin otro ademán que poner los puntos sobre las íes o el mapa que cuelga de mi cuarto Cuando la novia no está anochece del país para adentro. Ella no sabe las comidas que hicieron posible al calígrafo que en 1940 mandó postales por encima del mar País Novia, largo y acomodado, te amaso con los dedos y escucho el sonido de los jinetes que ya han puesto los puntos sobre las íes y el mapa no resiste tanta quietud Novia estás condenadas a esos ríos que al llegar a la ciudad son turbios pero inseparables. Te elogio como a este país que me gano todos los días y ya sabrás la circunstancia en que uno detesta la sal y el almanaque Sigues con esos tajos y el mejunje que puede salvar no está en los que al otro lado se retratan orondos y no han paseado por un camino de vaca escapada de los corrales y las mieles Novia hasta los huesos País mío por siempre quisiera para ustedes un larguísimo elogio que diga de la carne el silencio y el metal, abuelos y dictaduras Los amo tanto que los confundo País – Novia Novia – País Éste Mi larguísimo elogio.
Ese gran pudor shegueliano que nos ronda
Antes de entrar a las clase de Filosofía Nos quitaron el Winchester Y las ganas de polemizar. Me sentí soldado raso Como un Aristóteles cualquiera Que le faltan tres días para el cobro. Entonces me acuerdo de Buda Y aquello de que los carpinteros dan forma a la madera Y que los flecheros dan forma a las flechas Y que los sabios, mejor dicho, los soldados rasos Tienen que darse forma a sí mismos. Favor devolverme el Winchester.
Sin título
Magia del ajonjolí sobre el pan. Semillas chamuscadas en el hornillo viejo del patio.
Magia de mi madre con su molino de triturar todas las almendras del cielo.
Bares y librerías
Y cuentan que el viajero
sin sacudirse el polvo del camino
no preguntaba donde se comía o bebía
sino dónde estaban
los bares
donde estaban las librerías.
Mandalas de humo
Cómo no ver las cenizas de Heredia o el polvo de los caballos Cómo no ver la neblina que desde el Turquino nos quita un poco de país un poco de planicie Quedarnos para ver la quemazón del bosque esos mandalas que dibujan cifras constelaciones Es un estar en vela cierta pureza un poco de fe para asirnos permanecer.
[i] Reynaldo García Blanco. Este es un disco de vinilo donde hay canciones rusas para escuchar en inglés y viceversa. Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2017.
[ii] Véanse como ejemplos los poemas «Carta a Roque Dalton», «nicanorparra@terra.cl» y «Gelman salutación», pertenecientes a Campos de belleza armada, Ediciones Unión, La Habana, 2007, aunque este recurso aparece también en el libro recientemente premiado.
[iii] Adrianne Rich. «Voces desde las ondas» en Hablar de poesía, n. 40 Buenos Aires, 2019.
Visitas: 35
Deja un comentario