Diapositivas, de la poetisa Laura Ruiz Montes, es el título del poemario, publicado por Ediciones UNIÓN, para beneplácito de los amantes de ese género literario, que cultivara José Martí, el bardo mayor de la patria grande latinoamericana.
En una poesía donde el acontecimiento desnudo es poco elocuente, y el recuerdo le confiere el verdadero interés poético, es donde el poema, que —al igual que la música— brota del alma humana, y en consecuencia, nace el contraste entre la experiencia vivida y el conocimiento del presente, para evocar la acertada idea del escritor irlandés Seamus Heaney (1939-2013), habría que hablar de un libro donde habita «una voz serena […] que el dolor ha pulido sin ahogar».
Ruiz Montes, incursiona con éxito en una poesía coloquial algo emotiva, y muy bien recibida por la crítica literaria y el lector. Una poética que se configura partir de lo cotidiano con el afán demasiado inmenso de testimoniar
El lector puede descubrir en ese poemario un tono llano, seguro, en el que se vislumbra —de cuando en cuando— un lamento ético, donde el amor es el que exige, el que coloca las cosas en su lugar, y se percibe el precio que se debe pagar por vivir con seres humanos que fueron segregados del amor
Así las cosas, la autora en este texto poético, así como en toda su producción intelectual y espiritual, canta a las pequeñas cosas cotidianas, en su más íntimo deseo, a las curiosas e intrascendentes, porque es ese tipo especifico de poesía el que siempre viene a asombrar la memoria, pero en ello desempeña una función esencial el despliegue de un talento personal que no llega a poblar del todo la fugaz vivencia, luego de recrear el pozo sin fondo, donde —como ciudadanos de este país— hemos caído, y de olvidar nuestro mejor destino, como muestra de una fugaz astucia.
En ese sentido caemos en la cuenta de que tanto poetizar como cronicar o cronicar como poetizar es algo arriesgado que compromete la salud de los frutos, que, como destacó el médico y escritor estadounidense William Carlos Williams (1883-1963), «hay que decir con las cosas y no con las ideas». Por lo tanto, la consecución del recuerdo y lo emotivo —a veces— adopta cuerpo, otras es un buscar infructuoso y constante.
En Diapositivas, asistimos al elogio poético a la cotidianidad que vive en la evocación, al canto del recuerdo que pervive en la cotidianidad —a veces logrado— mientras en otras ocasiones se aprecia el afán de poetizar una vivencia no asimilada o que, en realidad, no ha alcanzado el alma— a lo que somos, con nuestras miserias y glorias de ayer y de hoy; cuerpo que se condensa y se eleva en algo a lo que llaman identidad y que se nutre de espiritualidad, caracterizada —fundamentalmente— como el conjunto de acciones que el homo sapiens realiza, y que le dan pleno sentido a su existencia terrenal.
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