Desde el s. XIX estudiosos como Francisco Calcagano, Jacobo de la Pezuela, Carlos M. Trelles o Esteban Pichardo, entre otros, llevaron a cabo la difícil tarea de elaborar obras que hoy se mantienen como de obligada consulta. El pasado siglo continuó esta línea de registro de la memoria cultural de la Isla; un ejemplo de ello es el Diccionario bio-bibliográfico de escritores españoles en cuba. Siglo xx, el segundo a su haber, que elaboró el investigador Jorge Domingo Cuadriello y que fue publicado por la editorial Letras Cubanas en el año 2010.
Esta obra de Domingo Cuadriello es de una importancia singular para nuestra cultura. Lo es, en la medida en que recoge la presencia de los españoles que desde la Isla dejaron diversas y, en ocasiones, complejas huellas culturales. La tarea fue obviamente compleja. Ya desde la «Introducción» el autor deja sentado que:
A partir del momento en que cesó la hegemonía de España las relaciones cubano-españolas comenzaron también a tomar nuevos matices. Junto con el ejército vencido retornaron a la Península Ibérica los funcionarios del disuelto aparato administrativo y judicial de la Isla, muchos elementos hispanófilos recalcitrantes y, en sentido general, aquellos que se negaban a admitir el acontecimiento histórico irreversible que constituía la emancipación de Cuba. En cambio decidieron permanecer en suelo cubano y aceptar las nuevas circunstancias, favorecidos por la seguridad y las ventajas que les proporcionaban los acuerdos del Tratado de Paz de París, otros muchos españoles que en su mayor parte habían formado familia.[1]
El autor se vio obligado a indagar en los procesos migratorios de los españoles a Cuba. Y de sobra se sabe lo difícil de desentrañar las causas y procederes de la movilidad de los hombres. Hubo que tener en cuenta a los que se quedaron porque habían constituido familia o no. Los que decidieron asentarse porque hicieron fortuna y apellido. Por otro lado, los que pasaron a formar parte de nuestros campos en condiciones de obreros agrícolas, dueños de bodegas y comercios (grandes, medios o pequeños) que no eran privativos de las ciudades. En estas zonas, especialmente en el Oriente, algunos fueron explotados en condiciones de semiesclavitud. Como consecuencia muchos murieron y otros continuaron sus vidas en diversos escenarios. En las ciudades llevaron a cabo los más diversos oficios y marcaron nuestra geografía cultural. Es imposible un mayor acercamiento desde esta reseña porque llevaría al complejo terreno de la antropología en un amplio espectro.
Muchos de los que llegaron después de perdida la colonia lo hicieron buscando mejores condiciones de vida. Cuba era una especie de utopía para aquellos que salían huyendo de la miseria con la idea de regresar en condición de indiano. No siempre fue así. Conozco a más de uno que nunca regresó a la aldea. Huían de las guerras, primero Marruecos, a donde reclutaban a los más pobres. Luego la guerra civil, la caída de la República y los campos de concentración en las fronteras geográficas. Pero antes los anarquistas catalanes que nos legaron una rejería art nouveau extraordinaria o los maestros de obra, en fin, todo un complejo mosaico humano.
Seguir las huellas de todos era una tarea titánica. Los testimonios muchas veces se perdieron con el tiempo o en los descartes bibliotecarios que son un atentado a la memoria histórica de la nación. Por lo demás, no todos los que escribieron o hicieron periodismo eran intelectuales, pero construyeron diversos discursos que hoy son historia, aunque no aparezcan compilados en este texto.
Es el caso de Julio Álvarez Quijano, quien adolescente todavía llegó a Cuba procedente de Pontevedra. Poco a poco saca a toda la familia de España. Se estableció en el poblado de Florida, Camagüey, cuando dicho lugar apenas era otra cosa que un paradero del ferrocarril y donde su casa fue la tercera construida. Fue una persona comprometida con el desarrollo de esa región, y uno de los que luchó por que fuera constituida en municipio. Sin contar que fundó el cuerpo de bomberos, la primera sociedad de recreo, promovió la constitución en Florida de una Asociación de Colonos Azucareros, escuelas y muchas otras obras; su vocación fundadora se extendió a la ciudad de Camagüey, donde logró que se creara el Colegio de Periodistas —único con edificio propio en el interior del país— y además tuvo la sección periodística «Yo acuso» en el Diario de la Marina, desde donde defendió los intereses azucareros del país. Murió precisamente en Camagüey en 1982. Y si no bastaran estos datos, escribió y publicó la primera Historia de Florida, que hoy se mantiene como libro de valor para conocer esa población en las primeras décadas. Los manuscritos y el libro de Álvarez Quijano se encuentran atesorados en el Museo de Florida.
Sin embargo, allí sí se incluye a Nicolás Goñi Echarri, quien, procedente de Navarra, se asentó en Florida luego de abandonar los hábitos de sacerdote. Fundó una escuela y: «Durante toda la década de los años 50 escribió la sección “Reflejos”, en el diario El Camagüeyano, donde libró arduas campañas a favor del régimen de Franco y del anticomunismo».[2] Sin comentarios.
Ese es el riesgo de todo diccionario de este tipo. No siempre pueden ponerse las obras escritas o las referencias de quienes las escribieron. No obstante, uno de los valores indiscutibles del texto aquí comentado es el de que haya registrado la presencia de grandes voces de la cultura española que permanecieron en Cuba durante el exilio obligado por el franquismo. Juan Ramón Jímenez, Xenobia Camprubí, José Gaos, Sánchez Albornoz, Manuel Altolaguirre y muchos otros están recogidos en la obra.
Otros nombres de sindicalistas, políticos o inmigrantes que también dejaron sus testimonios al lado de dramaturgos, artistas, feministas, están hoy olvidados. El dejar constancia de las asociaciones culturales, benéficas y hospitalarias tanto como de las diversas publicaciones que las mismas generaron le da un valor muy especial a esta obra.
Ninguna obra de este volumen y complejidad es perfecta. Tampoco lo fue la de Calcagno o, mucho menos, el Diccionario de literatura cubana publicado en los años ochenta del siglo pasado. La obra de Domingo Cuadriello es un registro importante que recoge momentos esenciales de nuestra historia cultural y allí está su mayor valía.
Notas
[1] Jorge Domingo Cuadriello: Diccionario bio-bibliográfico de escritores españoles en Cuba. Siglo XX. Ed. Letras Cubanas, La Habana, p. 7.
[2] Ibídem, p. 119.
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