Jean Racine, poeta y dramaturgo francés, nació el 22 de diciembre de 1639. Considerado uno de los mayores autores del Teatro Clásico francés junto a Corneille y Molière. Educado en el más puro espíritu griego de la época que por entonces se hallaba en el monasterio de Port Royal, tuvo un acercamiento a la lengua griega desde muy pequeño. Entre sus primeras lecturas figuraron el Nuevo Testamento y las tragedias de Eurípides y Sófocles. Quizá a eso debemos su inclinación por los temas clásicos y el punto de partida para la elaboración de las suyas.
Fue un gran conocedor de la Poética de Aristóteles y trató de aplicarla a sus composiciones. Sin embargo, Racine parece alejarse en mucho de sus puntos clave o realizar una interpretación de los pasajes de la misma de acuerdo a las aspiraciones de la época.
El modelo más acabado de tragedia que elaboró Racine fue Fedra, su última pieza de tema profano y que muestra ya su madurez, tanto en la composición como en la teoría que, de la tragedia, perfiló, de modo tácito, a lo largo de su carrera. El tema de esta obra que en el original se llamaba Fedra e Hipólito fue tomado directamente del Hipólito de Eurípides. El argumento en sentido aristotélico es casi el mismo con excepción de la explicación que se da acerca de la castidad de Hipólito. En cambio, la estructuración de los hechos varía considerablemente.
Con la invitación a la lectura de sus obras homenajeamos hoy desde Cubaliteraria a uno de los grandes dramaturgos del siglo XVII.
Ver también Diciembre en las tablas I
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