
Domingo Figarola Caneda fue uno de los fundadores de la Academia de la Historia de Cuba, en 1910, y uno de sus Académicos de Número. La Academia de la Historia exigía que los Académicos de Número fueran residentes en La Habana, mientras que los Académicos Correspondientes debían residir en otras provincias y en el extranjero. El 27 de febrero de 1912, fue designado Director de Publicaciones de esa institución, cargo que desempeñó intachablemente hasta su muerte.
Para ese entonces, fungía también como director de la Biblioteca Nacional y, ocasionalmente, donaba a la Academia de la Historia, los títulos que la Biblioteca Nacional publicaba, por ejemplo, su revista. También donaba a la biblioteca de la Academia, ejemplares de sus propias obras. Hizo grandes esfuerzos por impulsar la publicación de los Anales de la Academia de la Historia, revista de la cual llegó a ser, finalmente, el principal redactor y director.
Figarola, junto a Joaquín Llaverías, fue destinado como oponente del discurso «Vuelta abajo en la independencia de Cuba», de Emeterio S. Santovenia, pronunciado el 5 de julio de 1923, para su ingreso a la Academia. Se destacó también por sus pronunciamientos en pos de la preservación del patrimonio nacional, como fue la protesta que efectuó junto a Manuel Pérez Beato en mayo de 1915, cuando se pretendió demoler el ángulo de muralla que quedaba en La Habana. Dicha protesta surtió efecto, y aún hoy puede contemplarse esta reliquia.
En 1925, enfermo e imposibilitado para caminar, Figarola escribió a la Academia y solicitó que se le dejara trabajar permanentemente en su casa. Se negaba a pedir una licencia, porque deseaba continuar con sus funciones como Director de Publicaciones y desde allí continuó con su trabajo.
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