Hablar de la presencia en La Habana del novelista José María Eça de Queiroz, es tema inagotable por cuanto significó para los chinos contratados en condición de servidumbre. Llegó por las fechas finales del año de 1872, exactamente el 20 de diciembre, como cónsul de su país ante las autoridades españolas. No imaginaba el gobierno colonial los contratiempos que acarrearía a sus espurios intereses.
Todavía no era el escritor famoso que sería dentro de poco, pero sí haría historia por su labor en favor de los colonos asiáticos traídos a Cuba en condición de siervos.
Veintisiete años tenía entonces Eça de Queiroz y la primera preocupación del cónsul-escritor fue la de poner en conocimiento de su gobierno en Portugal la situación real de servidumbre en que vivían los chinos en Cuba, su carencia total de derechos y los malos tratos que recibían.
Cuando en marzo de 1874 arribó a Cuba el mandarín Chin Lan Pin con la encomienda imperial de averiguar la situación de los culíes, el cónsul portugués le presentó la verdad de los hechos, esa misma verdad que los funcionarios de la metrópoli le habían ocultado, por cuanto la importación de los asiáticos era un negocio floreciente en el que se involucraban grandes intereses, fueran estos de las autoridades, de propietarios españoles o criollos acomodados.
Años atrás, el historiador Juan Jiménez Pastrana señaló muy correctamente que si bien durante su desempeño en Cuba no escribió Eça de Queiroz ninguna de sus más importantes novelas, contribuyó decisivamente a que su gobierno, el portugués, tomara conciencia y suprimiera el tráfico inhumano de culíes hacia Cuba, que se practicaba desde la posesión lusitana de Macao.
El cónsul terminó su misión en Cuba el 29 de noviembre de 1874, al ser transferido con igual cargo a la ciudad de Newcastle, y después a la de Bristol, ambas en Gran Bretaña.
Con posterioridad, se le destinó a París, como cónsul general de Portugal, y en la propia Ciudad Luz murió el 16 de agosto de 1900.
El cadáver del más conocido de los escritores portugueses del siglo XIX fue llevado a Lisboa para el entierro con los honores correspondientes a su rango.
José María Eça de Queiroz es el autor de numerosos libros editados por el Instituto Cubano del Libro: La ilustre Casa de Ramires, La reliquia, El crimen del padre Amaro y Los maias. También la televisión trasmitió unos cuantos años atrás la versión de su novela El primo Basilio, estudio crítico muy agudo acerca de las costumbres de la clase media portuguesa.
A través de su narrativa combatió la hipocresía, la mojigatería, la insinceridad, el aburrimiento y otros fenómenos nada encomiables de la sociedad, lo cual le valió renombre de escritor anticlerical e inconforme, todo muy en consonancia con su estilo realista.
Fue, además, hombre de preocupaciones humanistas, prueba de lo cual dejó a su paso por La Habana y es motivo más que suficiente para evocarlo con admiración. Ello, sin pretender soslayar la lectura o relectura de sus novelas, obras maestras que resisten sin quebranto el transcurso del tiempo.
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