Nos acercamos hoy a una faceta poco conocida del diplomático, ensayista y narrador José María Eça de Queiróz, uno de los más célebres novelistas de la literatura portuguesa y universal.
Eça de Queiróz nació el 25 de noviembre de 1845 en Póvoa de Varzim, y estudió en la Universidad de Coimbra, donde se graduó de Derecho en 1866. Luego pasó a residir en Lisboa; allí ejerció como abogado y periodista, y colaboró en revistas y periódicos diversos. Sus primeros escritos fueron artículos, ensayos y relatos cortos.
Ingresó en el servicio diplomático, y en 1873 fue nombrado cónsul de Portugal en La Habana, donde desplegó una intensa labor en favor de los chinos que eran traídos a Cuba en condiciones de semiesclavitud. Esta faceta de su actividad es abordada en el filme cubano-portugués Nuestro cónsul en La Habana, dirigido por Francisco Manso y estrenado en esta ciudad el 18 de julio de 2019.
Después de prestar servicios consulares en Cuba e Inglaterra, Eça fue destinado en 1888 a París, donde permaneció como cónsul hasta su muerte, en 1900. Varias de sus obras fueron escritas durante sus misiones diplomáticas.
La vida literaria de Queiróz no estuvo exenta de dificultades económicas, entre otras cosas por las relaciones no siempre gratas con sus editores. Al crear en 1889 la Revista de Portugal, el escritor se aseguraba un público lector, lo cual sería de gran ayuda financiera para él. En el primer número de la revista, fechado en octubre de ese mismo año, Eça comenzó a publicar una traducción al portugués de la novela Las minas del rey Salomón (King Solomon’s Mines, 1885), de Henry Rider Haggard, publicación que continuaría en sucesivos números desde octubre de 1889 hasta junio de 1890. La obra narra las peripecias de un grupo de aventureros en busca de las legendarias riquezas supuestamente ocultas en las minas de Salomón, y es considerada como la primera novela de aventuras con escenario en África. Se convirtió de inmediato en un best-seller, pues a finales del siglo XIX se estaban descubriendo civilizaciones perdidas y lugares como el Valle de los Faraones en Egipto o la legendaria ciudad de Troya, y el África aún era territorio inexplorado.
La traducción publicada en la Revista de Portugal ha sido atribuida a Eça de Queiróz, pues aunque el novelista negara ser su autor, nunca mencionó otro nombre al cual pueda adjudicarse la paternidad de la versión. Se piensa que Eça haya negado la autoría de la traducción porque esta no lo es en sentido estricto; algunos estudiosos han comparado la novela original con la traducción atribuida a Eça, y han constatado que en realidad se trata de una versión libre del texto de Haggard, que lo reduce de 20 capítulos a 17, cambiando el nombre a algunos de estos e incluso el título de la obra: Las minas del rey Salomón (King Solomon’s Mines) se convierten en Las minas de Salomón (As Minas de Salomão). También concluyen que el traductor no prestó atención a la exactitud de los detalles, ni se preocupó de establecer una correspondencia estricta entre los términos del texto de partida y el de llegada. De esto no deducen ignorancia o desconocimiento del idioma inglés, sino la intención de aproximar la obra al público lusófono.
En 1891, As Minas de Salomão se presentó en forma de libro, en el que Eça aparece como revisor del texto portugués. Varios expertos coinciden en calificar esta obra como una adaptación del original inglés, en la que se hace notar el estilo de la prosa queirosiana. Hasta aquí estos breves comentarios sobre la posible incursión del gran Eça de Queiróz en el oficio de traductor.
Entre las novelas escritas por este maestro del realismo se destacan El misterio de la calle de Sintra (1870), El crimen del padre Amaro (1875), El primo Basilio (1878) y La reliquia (1887). En Los Maias (1888), considerada por muchos su obra cumbre, relata la decadencia de una familia de la clase alta portuguesa. Sus cuentos, ensayos y artículos periodísticos fueron recopilados en libros después de su muerte.
Actualmente, en la Casa de las Infusiones de la Habana Vieja, existe una tarja que alude a las asiduas visitas del escritor y cónsul al local, entonces llamado Café de la Columnata Egipcia. La cátedra de Lengua Portuguesa de nuestra Facultad de Lenguas Extranjeras se honra llevando el nombre del gran novelista lusitano.
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