Sobre el autor
Edmund Spenser (Londres 1552/1553 – Londres 13 de enero de 1599), fue un poeta inglés, reconocido como uno de los primeros artífices del verso inglés moderno y considerado uno de los mejores poetas de lengua inglesa.
Es autor de la célebre obra «La Reina Hada», un poema épico con una alegoría fantástica que homenajeaba la casa de Tudor y a Isabel I de Inglaterra. Su perfección métrica y elegancia, unidos a su exuberante imaginación y el culto por el pasado, valieron a esta obra un puesto clave en la literatura inglesa, que influyó en la poesía de autores como John Milton y los románticos Keats y Shelley.
Otras de sus obras relevantes es Lamentos, una colección de poemas breves que contiene la famosa elegía «La ruina del tiempo» y el poema satírico sobre la corte «El cuento de mamá Hubbart». Con motivo de su matrimonio con Elizabeth Boyle escribió para ella «Amorcillos y Epithalamion», una canción nupcial que se ha considerado como el más bello ejemplo del género en la literatura inglesa.
Como homenaje literario en su aniversario luctuoso invitamos a la lectura de su poema «Un día escribí su nombre entre la arena…» en traducción del escritor Jesús David Curbelo, incluido en su antología Por la senda de Judas.
Fragmentos de su obra
Un día escribí su nombre entre la arena…
Un día escribí su nombre entre la arena, pero las olas lo llevaron lejos; lo escribí una vez más por vez segunda, mas vino la marea, e hizo presa en mis penas. Hombre vano, ella dijo, que pretendes en vano, a una cosa mortal así inmortalizar, porque yo he de arruinarme como esta y mi nombre asimismo ha de borrarse. No será así (yo dije), deja a las cosas bajas idear que son polvo, pero tú por la fama vivirás: mis versos tus virtudes habrán de eternizar, y escribir en los cielos tu nombre tan glorioso. Allí donde la muerte somete a todo el mundo, nuestro amor vivirá, y hará nueva la vida.
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One day I wrote her name upon the strand…
One day I wrote her name upon the strand but came the waves and washed it away: again I wrote it with a second hand, but came the tide, and made my panes his prey. Vain man, said she, that doest in vain assay, a mortal thing so to immortalize, for I myself shall like to this decay, and eek my name be wiped out likewise. Not so (quoth I), let baser things devise to dye in dust, but you shall live by fame: my verse your virtues rare shall eternize, and in the heavens write your glorious name. Where whenas death shall all the world subdue, our love shall live, and later life renew.
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