Ciertas noticias llegan como una de esas ventoleras que vienen del sur y no dejan tranquilos a los locos.
Ciertas noticias, no por esperadas, tocan a la puerta de tu casa, piden permiso, se acomodan, piden un café y prenden un cigarro.
Cuando nadie creía en las palabras impresas este hombre construyó sueños y catedrales.
Cuando nadie pensaba que un poema podía cambiar la vida de alguien que quería cambiar el mundo, allí estaba otro Quijote contra molinos de viento.
Fue el hacedor incansable de plegables y revistas.
Fue el que aseguró haber nacido en Puerto Príncipe y ser inscrito en esta ciudad que dibujó y escribió a su antojo.
Fundador del Taller Heredia. El gestor de la Colección Plegables. El buen culpable del rescate de los Juegos Flores en esta ciudad.
Ardua tarea será recomponer el mapa de su andadura como editor, promotor, divulgador o simplemente su locura por la literatura y el arte en general.
Vivió tantas vidas para otros que tantos otros nos olvidamos vivir para él.
Aquí está el hombre que tuvo más premios y medallas en silencio que las que en realidad merecía de manera pública.
Aquí está el hombre que tuvo dos amores: una Duquesa y la frutal, descarnada y vocinglera metáfora de vivir entre páginas manchadas de tinta y el olor del plomo en las imprentas.
Aquí está el hombre que, cuando creía tenerlo todo, vino un incendio y devoró su patrimonio personal y espiritual, pero que ya lo había escrito mucho antes:
«Los que no han visto su casa entre las llamas:/allá ellos. Por eso somos los fuertes/porque tu corazón pequeñito/y mi alma chica/fueron víctimas de todos los desastres».
La poesía hace silencio. Las palabras pierden brillo por un instante. Ha fallecido el poeta rotundo Efraín Nadereau Maceo. Ahí va con su Duquesa y su andar de hombre grande en pos de otro misterio. Otras maneras de decir el asombro.
Descansa en paz, Poeta.
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