Nunca pensé presentar un libro de Eduardo Galeano desde su ausencia definitiva. Fuimos grandes amigos, verdaderos hermanos del alma, y absolutamente contemporáneos (yo era apenas un mes más viejo) y siempre pensé que la extraordinaria calidad de su obra toda, lo haría inmortal. Y a pesar del poco tiempo transcurrido desde su desaparición, la vida me está dando la razón: los libros de este uruguayo universal siguen y seguirán publicándose y seguirán leyéndose con apasionado fervor por los lectores de esta y de las futuras generaciones. Son libros escritos para recordar, palabra que viene, como él mismo señala en la primera página de EI libro de los abrazos, del latín recordis, «volver a pasar por el corazón»; porque precisamente sus páginas parecen proceder de ese lugar que contamina de emoción y poesía cada palabra que escribió. Puede que sea una de las claves de su prosa, hecha paradójicamente de pura médula de poesía, que se nos ofrece en una misteriosa y sintética amalgama que la vuelve inolvidable.
Como se sabe, Eduardo Galeano mantuvo con Cuba una relación entrañable de casi medio siglo. Tuve el privilegio de compartir su amistad en esos años, de transitar junto con él por los caminos del mundo y de la literatura, lo mismo en Montevideo, Guadalajara, Buenos Aires, Roma, Frankfurt, Ciudad México o La Habana; de colaborar con él en alguno de sus libros, como Memoria del fuego, para el cual entrevisté por encargo de él, a Miguel Mármol, el legendario revolucionario salvadoreño que murió y resucitó en innumerables ocasiones y cuya insólita biografía es la columna vertebral del tomo tercero, o simplemente escribirnos a menudo para intercambiar criterios, o para pedir su firma solidaria con la Revolución, que nunca negó.
EI libro de los abrazos tiene para mí un valor especial que va unido al recuerdo de una noche compartida con varios amigos en una habitación del Hotel Nacional en el año 1970. Esa noche despedíamos a Eduardo Galeano, quien había sido jurado de cuento del concurso Casa de ese año, donde yo había obtenido la mención única con mi libro Los pasos en la hierba. En aquella habitación compartíamos varias botellas de añejo, Sergio Chaple, Germán Piniella, Roberto Fernández Retamar y yo, también se sumó un periodista y una hermosa joven que lucía un llamativo vestido rojo.
Conversábamos animadamente y Eduardo comentaba un reciente viaje a la provincia oriental, salpicado de momentos de buen humor. EI tema cambió pronto y no sé cómo comenzamos a hablar de los fusilamientos con que en los primeros días del triunfo revolucionario se ajustició a los esbirros y asesinos de la dictadura batistiana. Eduardo me preguntó, de repente, si yo había visto, en mi época de militar, algún fusilamiento. Le respondí que varios, y entonces quiso saber cuál de ellos me había impresionado más.
Si no recuerdo mal, le dije, fue el de un coronel cuyo juicio yo había presenciado. Estábamos en la fortaleza de La Cabaña y esa noche yo estaba de oficial de guardia. A las nueve bajé junto con el jefe del batallón de Seguridad. Nos detuvimos en un puente y vi cómo el condenado bajaba por una escalera de piedra. Minutos después, cuando el jefe del pelotón le preguntó por su último deseo, pidió dirigir personalmente el pelotón. No quiero narrarles lo que sucedió entonces, porque dieciocho años después Eduardo Galeano escribió un texto que denominó «Celebración del coraje 2», y que incluyó en EI libro de los abrazos.
No tengo que decirles que este pequeñísimo relato es una verdadera joya del minicuento, y en EI libro de los abrazos, una de sus obras más relevantes, se pone de manifiesto el absoluto dominio que el gran escritor uruguayo había adquirido de ese nuevo género narrativo, del cual es considerado uno de sus grandes maestros.
Estoy seguro de que, en algún momento, cuando el dolor de su pérdida que aún dura se mitigue, podré escribir todo cuanto mi corazón lo extraña, todo a lo que su amistad debo. Así será. Por el momento, y como un abrazo para los amigos de la Editorial La Luz, de Holguín, que han tenido la hermosa idea de reeditar EI libro de los abrazos, aquí les van estas modestas líneas, que solo pretenden invitarlos a una inolvidable lectura para aquellos que no lo han leído, o a una relectura que quedará en la memoria como un verdadero tesoro.
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Texto incluido en El libro de las presentaciones, publicado por Editorial Oriente en 2018.
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