Por estos años otros líderes radicales encendían la llama revolucionaria. Tras los hechos del Moncada, José Antonio Echeverría se entregó a la tarea de alcanzar la dirección de la FEU. Consideraba que desde esa posición podía movilizar al estudiantado y al conjunto de la sociedad cubana hacia una lucha frontal contra la dictadura batistiana. Echeverría dio un primer paso en el logro de este objetivo cuando el 2 de febrero de 1954 resultó electo Presidente de la Escuela de Arquitectura y hacia marzo de ese propio año fue elegido Secretario General de la FEU.
Fidel Castro, con la mirada puesta en movilizar la conciencia de los cubanos, desde una oscura celda solitaria en el Reclusorio de Isla de Pinos, se dio a la tarea de redactar un documento trascendental, se trataba de La historia me absolverá. En carta del 17 de abril de 1954 a Melba Hernández señalaba que preparaba: «un folleto de importancia decisiva por su contenido ideológico y sus tremendas acusaciones al que quiero le prestes el mayor interés».[1]
Fidel comprendió que los moncadistas en presidio debían participar en la batalla por ganar un espacio en la sociedad cubana y que la propaganda revestía especial importancia. En carta de 18 de junio de 1954 señalaba: «Sin propaganda no hay movimiento de masas y sin movimiento de masas no hay revolución posible».[2] Para ese propio mes de junio se culminó la labor de mecanografiar La historia me absolverá y comenzó la divulgación de los primeros ejemplares. En carta del día 19 a Melba Hernández y Haydée Santamaría, Fidel ampliaba sus ideas relativas a la concepción táctica que debía seguir el movimiento revolucionario en la coyuntura difícil de esos años: «La tarea nuestra ahora de inmediato es movilizar a nuestro favor la opinión pública; divulgar nuestras ideas y ganarnos el respaldo de las masas del pueblo. Nuestro programa revolucionario es el más completo, nuestra línea, la más clara, nuestra historia la más sacrificada: tenemos derecho a ganarnos la fe del pueblo, sin la cual, lo repito mil veces, no hay revolución posible».[3]
La dictadura pretendía engañar a la opinión pública nacional e internacional mientras que el movimiento revolucionario desde las prisiones, la actividad clandestina y la movilización estudiantil no cejaban en su empeño por hacer valer su capacidad de movilización. Los personeros del gobierno intentaron disfrazar la cruenta tiranía que padecía el país convocando a elecciones espurias el 1ro. de noviembre de 1954, aspirando al poder desde el poder. Hacia fines de julio de 1954 Batista se postuló Presidente por una coalición conformada por los partidos de Acción Progresista, Liberal, Demócrata y Unión Radical. La tiranía intentó manipular la ciudadanía adoptando diversas medidas como la restricción del derecho a organizar nuevos partidos, el mantenimiento de una ley de orden público que restringía la libertad de expresión, el voto columnario y por último un decreto remache para reconocer a todos los partidos que no tuvieran el mínimo de afiliados y les pudieran servir de aliados políticos.
En julio de 1954, a raíz de conmemorarse el primer aniversario del asalto al cuartel Moncada, se convocaron diversas actividades públicas en recordación de los héroes y mártires de la gesta del 26 de julio. En Santiago de Cuba una misa en honor a los caídos en aquella memorable fecha movilizó a una parte de la ciudadanía que, de la Catedral santiaguera, se decidió trasladar al cementerio de Santa Ifigenia.[4] En el Salón de los Mártires de la FEU se develó un retrato de Raúl Gómez García y en la revista Alma Mater se publicó un artículo sobre Renato Guitart, mártir de aquella gesta heroica, presentado como «un grande amigo de la universidad (…) que peleara con las armas en la mano en el ensangrentado cuartel Moncada»; al propio tiempo una manifestación encabezada por Melba y Haydée en el cementerio de Colón fue agredida por fuerzas de la dictadura. En medio de la campaña electoral que recién se iniciaba, al régimen no le quedó otra alternativa que ofrecer mínimas libertades a la prensa. En esas circunstancias la revista Bohemia publicó el 9 de julio una entrevista con Fidel Castro. Asimismo altos personeros del gobierno decidieron visitar en su celda a Fidel el 26 de julio, entre ellos se encontraba el Ministro de Gobernación, Ramón O. Hermida; el presidente de la Cámara, Gastón Godoy, y Marino López Blanco.
A partir de ese momento mejoraron las condiciones carcelarias para los moncadistas. En agosto Raúl Castro pasó a acompañar a su hermano Fidel en la celda de este. En carta de ese propio mes el líder revolucionario asumió que ante la situación que se había conformado era necesario plantearse una nueva concepción de la lucha, que seguiría siendo, sin duda alguna, revolucionaria: «La táctica será distinta. Los que vean en nosotros un grupo se equivocarán miserablemente. Ni mentalidad ni táctica de grupo serán jamás características nuestras (…). Sé dónde está lo mejor de Cuba y cómo buscarlo».[5]
De hecho, los revolucionarios no perdieron posiciones durante el periodo de 1953 a 1955 aún y cuando la vanguardia moncadista aguardaba en prisión. El 30 de septiembre de 1954 en un acto de recordación a Rafael Trejo, Fructuoso Rodríguez anunciaba que José Antonio Echeverría había pasado a ser Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). A partir de ese momento la movilización del estudiantado contra la tiranía asumió un carácter más activo y comprometido.
[1] Mario Mencia. La prisión fecunda. p.126.
[2] Ibídem, p. 103.
[3] Ibarra Guitart, Jorge R.: Todo valor. Ed. Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 1998. p. 149-151.
[4] Jorge R. Ibarra Guitart: Todo valor, pp. 149-151.
[5] Mencia, Mario: Ob. Cit. P. 149.
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