La poesía escrita en la mayor de Las Antillas, a lo largo del tiempo, ha recogido el testimonio de las luchas de varias generaciones de cubanos por alcanzar la libertad, la soberanía, la independencia, de la patria amada.
Son numerosos los poetas, de varias generaciones, estilos, tendencias, que, a través de sus versos, han reflejado los sueños, los empeños, las aspiraciones, que han defendido los cubanos a lo largo de la historia.
Los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, acciones lideradas por Fidel y los jóvenes de la Generación del Centenario, ha sido, indudablemente, tema de inspiración de los poetas.
He aquí, en ocasión del aniversario 71 de la heroica gesta, algunos de esos poemas que evidencian la trascendencia de un hecho que no solo marcó la historia de la nación cubana, sino también la propia historia del mundo.
Ya estamos en combate
Raúl Gómez García (Mayabeque, 1928-Santiago de Cuba, 1953)
Por defender la idea de todos los que han muerto. Para arrojar a los malos del histórico Templo Por el heroico gesto de Maceo, Por la dulce memoria de Martí. En nuestra sangre hierve el hado azaroso De las generaciones que todo lo brindaron, En nuestros brazos se alzan los sueños clamorosos Que vibran en el alma superior del cubano. Ya estamos en combate… En nombre de las madres y de los hijos de nuestra tierra heroica En nombre del honor y del decoro que construyó su historia Por la estrofa magnífica del himno «Que morir por la patria es vivir.» La libertad anida entre los pechos de los que viven hombres Y por verla en la estrella solitaria es un honor luchar A la generación del centenario le caben los honores, De construir la patria que soñara el Maestro Inmortal. Ya estamos en combate… ¡Adelante! Adelante hasta el nido superior de la gloria Para que nazca en esta nueva aurora La república digna y decorosa Que fue el último anhelo de Chibás. No importa que en la lucha caigan más héroes dignos Serán más culpa y fango para el fiero tirano Cuando se ama a la patria como hermoso símbolo Si no se tiene armas se pelea con las manos. Ya estamos en combate… ¡Adelante! De nuestra lucha heroica depende la Cuba verdadera La de furia loca de Gómez y Agramonte… La lucha pura de Mella y de Guiteras… Adelante, Cubanos… ¡Adelante! Por nuestro honor de hombres ya estamos en combate Pongamos en ridículo la actitud egoísta del Tirano Luchemos hoy o nunca por una Cuba sin esclavos Sintamos en lo hondo la sed enfurecida de la patria Pongamos en la cima del Turquino la Estrella Solitaria.
Miró el reloj y la hora
Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí) (La Habana, 1922-2005)
Nuestro pueblo venía —de tortura en tortura, de cadenas hispanas en sajonas cadenas— acumulando penas y más penas hasta que el llanto se tornó bravura. Este grado supremo en que el dolor de los pueblos se vuelve dinamismo lo comprendió Fidel, gran sembrador en preparada tierra de heroísmo. Y fue —roja alborada en la alborada del 26 de Julio— el ataque frontal a las tinieblas del Cuartel Moncada, un salto en la hervidura de la lucha social. Todo tiene su tiempo y tiempo era. Fidel miró el reloj y era la hora en que el calor del grito se resuelve en hoguera, en definida hoguera redentora. Fue un golpe necesario. Desagravio al Maestro que tan sólo veía oscuridad y espinas sobre su Centenario y había que ofrendarle todo el sol de un Gran Día. Y fue ese rojo día —centella de rubí— descarga del martiano pensamiento, la flor más alta y pura que el Pueblo dio a Martí a los cien años de su nacimiento.
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Tomado de Ediciones Cubanas.
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