Ante todo, habría que destacar los disímiles valores en que se estructura esa exhaustiva indagación musicográfica, histórica, bibliográfica y periodística, realizada por la también investigadora y profesora auxiliar de la capitalina Universidad de las Artes (ISA)
La patria grande latinoamericana posee muchos vínculos en toda su extensión y magnitud. Las influencias que ejercen las costumbres y las tradiciones, los pequeños fragmentos de cultura que identifican a los pueblos que la integran, surcan las fronteras y los mares mediante raíces comunes imprescindibles e inextinguibles que configuran la personalidad de un sujeto latino rico en complejidades y maneras de pensar, sentir y actuar. Cada individuo y cada país son diferentes, pero similares e identificables.
Los pueblos centro y suramericanos han estado signados por un extenso coloniaje, como consecuencia de dictaduras militares, devenidas símbolos de imposición más que de ayuda o asimilación. Por lo tanto, ¿quién defiende al hombre sencillo, al explotado, que se expresa desde la sinceridad? Así se estableció el yo por sobre todo abuso de poder; lo cual nos unió en procesos de transculturación (término creado por don Fernando Ortiz), que dieron lugar a una identidad expresada a través de microevoluciones y adaptaciones.
Tal es el caso de la música y, más concretamente aún, del bolero, que se podría estimar como una adaptación al tempo latino de aquellos sublimes estilos y sonoridades exportadas del Viejo Continente.
La maestra Valdés Cantero ha encontrado en ese contexto socio-histórico, caracterizado por raíces entretejidas, un tema que podría funcionar como explicación científico-etnográfica de lo que somos hoy día. Ritmo suave, lento; baile pegado y parsimonioso, siempre elegante, seductor; letras de amor, sencillas y accesibles a toda aquella persona que desee enamorar o cantar las bellezas de la vida, de todas esas cosas tiernas, que alimentan la mente y el alma, y a las que nos remite ese volumen dedicado al bolero.
Es la historia de ese género musical, auténticamente cubano, su evolución y el contacto con otros pueblos latinoamericanos y caribeños, siempre a la par del reforzamiento cultural que abarca a todo el continente.
“Una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado transcurrido; es una fuerza viviente que anima e informa al presente”, estima el laureado escritor, periodista y musicólogo Alejo Carpentier, Premio Cervantes de Literatura 1978. En esta cita del autor de El reino de este mundo descubrimos la necesidad de acudir al pasado, recordar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos..
Una ojeada a las páginas de El bolero en América Latina conduce al lector a una búsqueda de respuestas a tales preguntas y deviene un camino a redescubrir, tanto nuestra memoria histórica, como un género musical, que no desaparecerá jamás del pentagrama sonoro universal, porque alimenta el intelecto y el espíritu de los fieles admiradores y seguidores que lo mantendrán vivo per seculom saeculorum.
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