El cojo de la bocina y otras historias, del laureado escritor, periodista e investigador, Ciro Bianchi Ross, Premio Nacional de Periodismo «José Martí», es el autor de ese «pequeño gran libro» —como estoy seguro lo calificaría el multipremiado poeta y ensayista Cintio Vitier— publicado por la Editorial Oriente.
En esa joya de la literatura cubana contemporánea y de mucho más allá de nuestras fronteras geográficas, el también columnista del diario Juventud Rebelde invita a los fieles seguidores de su obra literaria y periodística a mirarse en un espejo opaco, fraccionado y hasta cierto punto prohibido, que les develará verdades que han sido negadas u ocultadas durante mucho tiempo.
El cojo de la bocina… recoge alrededor de veinte crónicas históricas, que reflejan hechos virtuosos u oscuros, y estoy convencido de que, quienes decidan incursionar en sus atractivas y amenas páginas, percibirán el contenido de dichas crónicas como un breve «manual de Historia», que comienza con la poética que subyace en la letra de nuestro vibrante Himno Nacional; y continúa con la narración de todos y cada uno de los sucesos relacionados con el deceso de Carlos Manuel de Céspedes, el «Padre de la Patria», ultimado en desigual combate contra los militares españoles.
Esa obra indaga en ciertas y determinadas situaciones socio-históricas y culturales, que aún no están bien esclarecidas en la memoria colectiva insular: ¿es rigurosamente cierto que un vicepresidente de los Estados Unidos de Norteamérica juró el cargo en Limonar, una pequeña población matancera? ¿Cuál es la verdadera historia del best seller, que lleva por título El Mensaje a García?
Entre otras historias interesantes, destaca —con letras indelebles— el talante ético y patriótico que caracterizara la carismática personalidad del mayor general Antonio Maceo y Grajales, quien —al decir del genio martiano— tenía «tanta fuerza en el brazo como en la mente», los entierros del líder estudiantil y antiimperialista Julio Antonio Mella, así como la muerte de José Antonio Echeverría, eterno presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, frente a la policía batistiana.
En dicho volumen no faltan los imprescindibles toques de humor que identifican a un cronista de la talla excepcional del colega Bianchi Ross, y que enriquecen los relatos en torno a las Primeras Damas, los jefes de Policía y el estrafalario personaje «El cojo de la bocina», que le da título al libro.
Por otra parte, se les ofrecen respuestas coherentes a dos grandes interrogantes históricas: ¿cómo supo el dictador Fulgencio Batista y Zaldívar de la llegada del yate Granma a las costas orientales de la República de Cuba? ¿Cómo supo el Comandante Fidel Castro Ruz de la fuga del sátrapa el primero de enero de 1959?
El cojo de la bocina… cierra brillantemente al revelarle al lector —con economía de recursos lingüísticos, como solo Ciro Bianchi Ross puede y sabe hacerlo— disímiles detalles de nuestra bandera nacional, que —a partir de ahora— deben enseñar los profesores de la asignatura Historia de Cuba en todos y cada uno de los niveles (desde la primaria hasta la universidad), que configuran el Sistema Nacional de Educación.
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