El crítico como artista y otros ensayos, del polémico escritor inglés Oscar Wilde (1854-1900), es el título del libro publicado por la Editorial Arte y Literatura, para beneplácito de los amantes de la vida y la obra de tan injuriado poeta y novelista, cuya celebridad trascendió las estrechas fronteras geográficas británicas para alcanzar fama universal.
La obra literaria de ese controvertido intelectual prevalece por sus indiscutibles valores ideo-estético-artísticos, filosóficos, culturales, y además, por los temas que tuviera el coraje y la valentía de tratar en un medio social signado por la hipocresía y la doble moral, así como por el machismo y la homofobia a ultranza.
La compilación de ensayos recogidos en El crítico como artista y otros ensayos obedece al interés de la editorial cubana por acercar al lector insular a la obra de quien inspirara filmes, desde 1910 hasta la fecha, asociados sobre todo al fáustico Dorian Gray, el aspirante a la inmortalidad impetuosa, así como a Wilde, el largometraje biográfico dirigido por el cineasta Brian Gilbert, y a la emblemática teleserie Penny Dreadful, del realizador John Logan, donde el espectador puede percibir —con meridiana claridad— a un Dorian Gray único e irrepetible.
Por otra parte, el público se acerca a esas proposiciones audiovisuales por las interesantes líneas temáticas que desarrollan, sin reparar la mayoría de las veces en el credo ideo-estético-artístico que —con frecuencia— Oscar Wilde solo insinuó o comentó en su narrativa, porque estoy seguro esperaba el momento oportuno para incursionar —como lo hizo— en el ensayo; un género literario mucho más libre, porque le facilitaba grandes ventajas expositivas y escriturales.
Con El crítico como artista y otros ensayos, el lector tiene la posibilidad de descubrir a Oscar Wilde, uno de los clásicos de la literatura mundial, quien revalorizó el diálogo sustancioso, elegante y ameno —respetuoso tributo a los maestros griegos— con apoyo en su condición de muy buen conversador y ensayista de talla excepcional; cualidades personográficas y literarias que no pudieron negar ni siquiera sus más furibundos detractores, ya que, según el ensayista cubano Ambrosio Fornet (1932-2022): «lo cierto es que nadie sabe lo que uno puede llegar a ser si lo dejan ser a uno». Ese fue, sin duda alguna, el caso excepcional de Oscar Wilde, sancionado judicialmente por una sociedad prejuiciosa y anquilosada mentalmente, pero absuelto por la indiscutible calidad de su producción intelectual y espiritual.
En Cuba, Oscar Wilde tiene cálidos defensores: José Martí, José Lezama Lima, Alejo Carpentier, Gastón Baquero, Norge Espinosa, Rufo Caballero y Alberto Garrandés, en estos momentos su mayor promotor en el archipiélago cubano por los disímiles textos (artículos, epílogos, compilaciones) que le ha dedicado, y le dedica, al ilustre vate y escritor dublinés.
En la valoración crítica que Alberto Garrandés hace del volumen El crítico como artista y otros ensayos, refiere que el autor:
[…] no escribió en un inglés altisonante. Su estilo tiende al esmero, la sencillez [la humildad] Discurre sin afectación ni metáforas alambicadas. Oscar Wilde sabía que el artificio supremo [al escribir esos ensayos] consiste en mantener las palabras alejadas del rebuscamiento, apartar la incredulidad de nuestro camino y aceptar el ensueño como aceptamos la presencia del sol todos los días.
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