
Muchos años atrás se celebraba anualmente en la provincia Habana un certamen literario que evocaba la figura de Ramón Rubiera. Ignoro si el concurso se mantiene vigente, pero era un merecido recuerdo y homenaje a un autor no muy conocido, de los no llamados «indispensables», aunque sí un poeta de esmerada limpieza y una obra interesante dentro de la lírica cubana del decenio del 20 al 30 del siglo XX.
Rubiera publicó un solo libro, en 1925, cuando tenía poco más de 30 años y el texto no pasó inadvertido. Lo tituló Los astros ilusorios. Un año después, cuando Félix Lizaso y José Antonio Fernández de Castro prepararon su antología La moderna poesía en Cuba 1882-1925, incluyeron varias composiciones de aquel autor que era entonces una promesa y de quien se esperaban otros libros… que nunca llegaron. De todos modos, el lector no puede abandonar esta página sin conocer una de ellas, «Ideología del árbol seco», que tal vez retrate la filosofía de su autor:
Ideología del árbol seco
Mientras el sortilegio lunar damasquinaba sus miembros esqueléticos, el árbol meditaba: yo, que brotando de las entrañas terrenales. Logré sentirme cerca de los prados astrales… Y que por mi tendencia benigna y ascendente, siempre que vi dos alas desorientadamente volar, mostré mis recios hombros compadecidos, donde fructifican los cantos y los nidos… Yo, que logré las metamorfosis cabalísticas de los jugos terrenales en láminas artísticas y en gemas taumaturgas… En mi abandono agreño, hoy miro desangradas mis venas soñadoras… ¡Ah, Destino! ¡Así premias el ejemplar empeño de todo aquel que logra magnificar sus horas!
El poeta nació el 9 de junio de 1894 y murió el 11 de mayo de 1973, por estas fechas hace 35 años. Hizo estudios de Pedagogía y de idiomas y comenzó a trabajar en la revista Bohemia en 1917. Fue uno de los tertulianos del Café Martí, adonde concurrían en la década del 20 otros jóvenes de entonces: Juan Marinello, Andrés Núñez Olano, Enrique Serpa, José Zacarías Tallet, Eduardo Abela… y por aquella época también su firma apareció en la Revista de Avance.
Entre 1929 y 1960 estuvo a cargo de la jefatura de redacción del semanario Bohemia, como quien dice, toda una vida. Y por aquellos mismos años fue profesor titular de francés en la Escuela Normal para Maestros de La Habana.
Su silencio literario resultó largo, de varias décadas. Pero entre 1965 y 1968 escribió tres libros, inéditos: Sedimento del tiempo, Muestrario versicolor y Arbitraria cosecha. De aquel libro citado al inicio se escribió bastante. La crítica lo recibió con beneplácito y quienes conocían al autor establecieron una cierta correspondencia entre el contenido de aquellos versos y la vida del poeta —de existencia interior intensa—, algo huraño y reconcentrado, y de obra lamentablemente muy escasa, pese a lo cual era reveladora de una temprana madurez. Ramón Rubiera, todo un personaje de nuestra literatura, con un largo quehacer de servicio en la revista Bohemia, merece una relectura.
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