El Elogio Oportuno, espacio que conduce el periodista Fernando Rodríguez Sosa y que auspicia el Instituto Cubano del Libro, tuvo como homenajeado al más notable de todos los cubanos, en el 170 aniversario de su natalicio, José Julián Martí Pérez.
Los invitados fueron personalidades que trabajan con su obra: el doctor en ciencias históricas Pedro Pablo Rodríguez López, el filólogo, diplomático e investigador Blas Nabel Pérez Camejo y el también doctor en ciencias y premio Alejo Carpentier Mauricio Núñez Rodríguez.
Al tomar la palabra Pedro Pablo Rodríguez confesó que nunca imaginó que algún día se dedicaría a indagar sobre la vida de José Martí. El primero que lo lleva hacia él es su padre, motivándolo a que leyera su obra. Luego llega su trabajo como profesor, imparte un curso sobre el Apóstol y orienta a sus estudiantes, ya graduados universitarios de filosofía, leer casi todas las obras martianas.
Ya en el Centro de Estudios Martianos se empeña en continuar y terminar, lo que sería la obra de toda su vida: la edición crítica de las Obras completas de José Martí. Explica que están realizadas pensando en un lector medio. Contienen una biografía e índice de materias, lo que acerca al lector a la más fiel escritura del Maestro. Para eso se estudia el proceso creativo del texto, incluyendo la investigación sobre sus escritos en otras publicaciones internacionales.
Resaltó, que a pesar de ser difícil estudiar la figura de José Martí, todo depende de las cualidades del educador, que también debe saber jugar con la psicología popular. Lo importante es que se le aprenda a leer, porque no solo escribe con abundancia de imágenes, sino que piensa con la imagen. Martí, dijo ―es esencialmente un poeta.
Para hablar de ese Martí crítico de arte y sobre todo de la pintura, estuvo Blas Nabel Pérez Camejo. Se apoyó en su libro Asir la luz. José Martí y Vasili Vereschaguin, publicado por la Editorial Oriente, y cuya autora intelectual es Mharta Arjona. En él hay una valoración de la obra de este pintor ruso, precursor del foto reportaje y se apuntan algunas de las valoraciones que el Apóstol le hiciera a partir de 1880, después de haber conocido su obra en el París de 1875. El capítulo: «Crítica martiana a la pintura del ruso Vereschaguin», es quien aborda este tema y está avalado por diferentes investigaciones y en especial el artículo: «Vereschaguin y una reseña de los pintores impresionistas». Martí, descubre y vaticina la grandeza de su pincel. Artista que pinta la guerra como es: cruel, descarnada, diabólica, para demostrar su carácter pacifista. Él quiere que el observador odie tal acción a través de sus cuadros, que fueron considerados unos de los 100 más importantes de su época: Apoteosis de la guerra 1871, la serie Palestina: Sagrada familia 1884-1885 y Resurrección. Censurado por el zar, la iglesia católica y hasta bien entrada la Revolución bolchevique, Martí lo acuña el Goya ruso y trata de demostrar su valía como defensor de los más desposeídos y contra el colonialismo.
Este libro lo motiva en la tarea de emprender otro proyecto, porque Martí ha sido el cubano que más ha hablado de Rusia. Este si tituló: La Rusia contemporánea, donde él describe al régimen zarista, de una manera tan acertada, que su análisis es válido hasta nuestros días.
Mauricio Núñez Rodríguez toma la palabra para hablar de la única novela publicada por José Martí: Lucía Jeréz o Amistades funestas, de la cual hace un estudio. Escrita en 1885, Martí la cataloga despectivamente de «noveluca» y la firma bajo el seudónimo de Adelaida Ral. Novela latinoamericana, trágica, situada en entre México, Guatemala y Cuba, con pretensiones de ser la pionera de la novela hispanoamericana. Presenta una sagaz psicología de los personajes, una prosa cuidada y poética y un trasfondo filosófico edificante.
También habló del conocimiento de la figura martiana en Latinoamérica, sobretodo en Costa Rica, donde desde la revista Repertorio americano, dirigida por Joaquín García Marques, desde sus primeros números está dedica al Apóstol y las personalidades que en ella publican se consideran sus devotos. Como Emilio Roy, Juan Marinero, Rómulo Gallego, Dulce María Loynaz, etc.
A la última pregunta de ¿por qué siguen siendo una guía sus textos?, Mauricio contestó porque era un hombre integral e integrador y forma parte de la cultura nacional y es el asidero de todos los cubanos; Pedro Pablo Fernández dijo que cuando las personas se acercan a su obra encuentran respuestas a la crisis de valores que se está viviendo mundialmente. No por gusto está traducido no solo al inglés, también al japonés, galo, coreano, guaraní, zapoteco, maya en sus diferentes formas, al turco. Es el símbolo de la posibilidad de un mundo mejor.
En cada intervención se hizo una pausa donde se escucharon en off, la voz del desaparecido actor Julio Alberto Casanova, declamando fragmentos del primer libro publicado de la producción poética de Martí, escrito en 1882 y precursor del modernismo latinoamericano, El Ismaelillo, «Mi caballero» y en la musicalización de algunos de los versos sencillos compuesto en 1891 y realizado en forma de guajira por Mario Arcas, con el nombre de Yo soy un hombre sincero; también el poeta Roberto Fernández Retamar prestó su voz en off para recitar de los versos libres publicados póstumamente: «Dos patrias».
El libro Tras los pasos de… José Julián Martí Pérez 1853-1879 de Josep Trujillo Fonseca le fue ofertado al público en la librería Fayad Jamís.
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