Sabemos que un ensayo literario «puro» es mundo de subjetividad. La precisión trae consigo otro tipo de ensayismo académico, investigativo, una monografía, el ensayo biográfico, de crítica e historiografía literarias, y otros similares. El mundo del ensayismo es bien amplio, no se puede decir: «este es el ensayo típico», ni que solo sea ensayo el que expresa ideas bajo el faro de la subjetividad. No siempre es ensayo, por cierto, el recalo de opiniones, la reseña por larga que ella sea, o el texto divulgativo o docente como una tesis, un ejercicio de grado.
Lo que sea un ensayo, lo es según su finalidad. Cuánta confusión advierto en el mundo del ensayismo. A partir de Montaigne hasta la Revolución Francesa, el ensayismo abrió más sus puertas desde la subjetividad literaria al ensayo de ciencias, economía, política, historia o periodismo. Las diferencias son capitales, pues mientras un ensayo literario se ocupa de la literatura (obras y sus autores) y reviste su palabra de profundo sentido de la subjetividad autoral, en líneas generales un ensayo de ciencias tiende a la precisión conceptual y a la hipótesis, uno de periodismo despliega su misión principal: informar, y uno de historia cuenta y recuenta e interpreta. La tesis docente debe mostrar el conocimiento alcanzado y la capacidad sintética de discernir aquello de lo cual se trata. Pero el ensayo sobre poesía tiene connotaciones creativas ciertas, opiniones no necesariamente «falsables», y debería poseer vuelo expresivo, o sea, un uso del idioma diferente al motivado por las ciencias.
Un ensayo literario puede ser una parafernalia de ideas, un sustrato de subjetividad en la apreciación personal, un compendio de conceptos y algo de saber y de dudas. Por supuesto que puede plantear una tesis y con ello se acerca más al ensayo de investigación literaria. Casi siempre ensaya ideas personales y acopiadas, para que todo fluya en el deseo cognoscente, en la ruta de entender quizás mejor un género literario llamado poesía. Y como ensayo al fin, no pretende fijar ideas «para siempre», sino compartir opiniones, develar y seguir indagando.
La recepción de la poesía tiene el anticipo de la escritura. El artista de la palabra, el poeta, usa recursos que deben ser conocidos no para parametrar su obra, sino para asimilarla mejor. El goce aumenta si observamos con sutileza elementos de la tecné creativa y nos vamos un poco más allá del impresionismo, por cierto, necesario para el goce efectivo de una obra. Saber más despierta la apetencia de saber más. Y esta frase es una complexión, una elegancia del lenguaje. Es bueno saberlo. Como el mundo, el cosmos, la vida en él son infinitos, por mucho que se apure un ensayista no va a lograr nunca hacer una summa, como querían los teólogos medievales.
La poesía, como expresión del cosmos y de la vida, también es infinita. Habrá poetas mientras exista una especie como la nuestra, racional y romántica, depredadora, altruista y barroca, llena de dudas y afán de conocimiento, capaz de amar y odiar, y de develar lo que consideraba misterio, más la búsqueda de otros nuevos para develarlos. Y junto a ello, habrá siempre alguien que se enfrente a la creación subjetiva de la obra lírica para estudiar su esencia, su carácter de literaturidad, para exponer la tecné con que ha sido concebida y otros atributos per se de la obra en cuestión.
Un ensayo sobre la escritura y la recepción de la poesía como género literario no puede sino ser una apuesta. Se han hecho muchos. Cada maestro con su librito ha definido a la poesía, ha dicho cómo se hace y cómo no se hace, qué piensa que es y qué no es ella, cómo recibirla y cómo analizarla, cómo alcanzar su goce estético y cómo advertir que ella es identidad, porque identifica lo que expresa y nos distingue. El ensayista pretende sistematizar ideas acerca de una obra, la labor de un autor, de una generación, de un proceso histórico definido, de una corriente estética o hará un estudio severo del conjunto creativo de una o varias épocas.
Desea ver en el hecho (acto creativo o receptor) poético algo esencial a la vida, y no mera agalma (adorno), ni simple goce circunstancial, aunque el goce estético es vibración esencial de toda creación, incluida la ensayística. Si bien la obra literaria puede resultar un placer lector, el ensayista suele ir más allá de la belleza y la emoción que un poema procura, observando la dicotomía del par dialéctico contenido-forma, de modo que el mensaje, si lo hay, no se robe el interés, ni se centre solo en un estudio inmanente-esteticista de la forma elegida por el creador. Pero hay ensayos que atienden por separado los contenidos o las formas. Esto porque el ensayo es también labor de creación, de poiesis, y de apuesta sobre la recepción de una o múltiples obras.
Quisiera observar que la poesía resulta (o da lugar) también a aprehensión del mundo, de la vida, goce de la reflexión, diversión en la belleza o su contrario, presentación de conflictos y emociones, verdad esencial, experiencia ligada a la duda o la certeza, sentimiento o intelección. ¿No pueden tales términos regir asimismo para el ensayo de valor creativo, como una de las bellas letras? Ensayismo y poesía son géneros que se tocan mucho más que por la tangente, veamos cuántos poetas se han decidido a plasmar sus ideas mediante la prosa ensayística, llenos ellos de subjetividad y saber. Casi todos los que forjan una poética (sistema y método creativo por delante) lo han hecho.
Quisiera que lo que afirmo aquí sea verificable, o como se dice para las ciencias, «falsable», o sea, enfrentarlo a la capacidad de afirmar o negar lo que expreso. No quisiera vencer ni convencer, tan solo opinar, sería bueno que ello ofreciese utilidad, la propia del acto estético.
Una vez expuestos los intereses de este ensayo, debo decir que me valdré de afirmaciones de las llamadas ciencias de la literatura, haré citas, comentaré opiniones, afirmaré o negaré, todo ello entra en el molino de la ensayística y porque haya notas al pie o referencias bibliográficas, no venga el zoilo a decir que he hecho un ensayo académico, docente o de mera investigación. He deseado ser útil y servir como acólito de la Dama Poesía. Tengo fe en ella, en que la poesía sirve para el mejoramiento humano, en que ella salva, redime, ayuda y da placer.
En este ensayo de entendimiento poético omitiré la clásica presencia de una bibliografía en favor de la referencia en notas al pie. Estas notas me son demasiado útiles, porque no omitiré las citas de diversas fuentes que me ayudaron a pensar en el tractus lírico, en la poesía como entidad expresiva del cosmos o como género literario, y claro está que pasaré ideas ajenas como mías. Pensar sin ayuda del pensamiento ajeno puede ser útil si lo que queremos es escribir una profecía. Horacio dixit: Pero todos los votos se los lleva / quien combina lo útil con lo dulce.
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