Con la presentación de la séptima edición de Carlos Manuel de Céspedes. El Diario Perdido, publicado por Ediciones Boloña, el Instituto Cubano del Libro se sumó este fin de semana a las actividades en homenaje a Eusebio Leal Spengler, el eterno Historiador de la Ciudad, en su 80 cumpleaños.
El habitual encuentro de la Calle de Madera se prestigió en esta ocasión con la asistencia de Javier Leal Estébanez, hijo de Eusebio Leal; Perla Rosales, directora adjunta de la Oficina del Historiador; Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro; y Nancy Hernández vicepresidenta de dicha institución.
Magda Resik, directora de comunicación de la Oficina del Historiador de la Ciudad, tuvo a su cargo la conducción de un panel de lujo integrado por Michael González, director de Patrimonio Cultural y Ludín Fonseca, Historiador de la ciudad de Bayamo, quienes presentaron de manera magistral ante un público expectante, un título esencial para todo aquel que desee acercarse no solo a las reflexiones escritas en la intimidad por el Padre de la Patria, sino también a la encomiable labor historiográfica de Eusebio Leal.
En sus palabras liminares, tras agradecer a los presentes, Magda Resik aseguró que uno de los modos de celebrar a Leal es sin dudas hablar de una figura que, según él, es «piedra angular en la historia de Cuba», su adorado Carlos Manuel de Céspedes; y más aún hacerlo en la Plaza donde el Dr. Emilio Roig, su predecesor, logró conquistar voluntades para colocar al centro al Padre de la Patria y echar a un lado la figura de Fernando VII, sin destruir la estatua, porque, como decía Leal, la historia hay que explicarla, no destruirla.
Para dar inicio a la presentación, Michael González recordó que El diario perdido cumple 30 años de su primera edición y llega a su séptima sin perder la vigencia, por lo que celebramos este aniversario de su publicación junto al 80 cumpleaños de Leal, justamente en los Capitanes Generales donde su legado nos acompaña, pero también donde se conserva la bandera del Padre de la Patria y está la Plaza que lleva su nombre, simbiosis entre Leal y Céspedes, hombres que encarnan creación y fundación, y que llevan en sí la virtud de la osadía.
«Cuando hablamos del Diario Perdido de Céspedes, que es el diario encontrado —explicó―, nos referimos a dos cuadernillos que resumen el bregar histórico de sus memorias personales desde julio de 1873, justo los días anteriores de su deposición como presidente de la República en Armas, hasta el 27 de febrero de 1874, fecha luctuosa cuando cae combatiendo contra tropas españolas en San Lorenzo».
La publicación en forma de libro de estos dos cuadernillos —conservados con devoción en el Archivo de la Oficina del Historiador tras ser recibidos por Leal―, encierran un valor que va más allá de la información que permite reconstruir los últimos meses en la vida de un hombre, pues, a su vez, devela la profunda labor historiográfica desplegada por Eusebio Leal para conformar esta obra nutrida con un prólogo de su autoría y acompañada de una valiosa documentación que nos acerca mejor a la vida y la obra del Padre de la Patria.
Para Michael González, el «Prólogo» de 59 cuartillas agrupadas en 9 secciones no es, como habitualmente sucede en estos casos, un texto cronológico, sino un ensayo donde se vuelcan la imaginación, la creatividad y el conocimiento histórico para conducir a los lectores, como un Cicerón experimentado, de manera inmersiva a través de la vida de Carlos Manuel de Céspedes en tres dimensiones fundamentales: la del mártir, la del héroe, y la del ser humano. A esto, se une un conocimiento vasto conocimiento histórico y un respeto a los criterios de otros historiadores como Hortensia Pichardo, Fernando Portuondo y Rafael Acosta de Arriba.
El «Prólogo» prepara al lector para las páginas desgarradoras del Diario, texto escrito por un fundador que ha visto la posibilidad de la independencia trunca por las acciones del enemigo y los problemas internos de unidad y lealtad; páginas críticas en las que conviven el optimismo y pesimismo de un hombre que aspiraba a alcanzar una Cuba mucho mejor, de ahí su validez para el presente de nuestra nación.
Por su parte, Ludín Fonseca, Historiador de la ciudad de Bayamo, evocó los días en que, siendo estudiante de la Universidad de Oriente, vivió la expectativa creada con la publicación del Diario, cuya presentación primera en Cuba ocurrió en la Casa Natal de Céspedes a solicitud de Leal.
«Por orientación de la Dra. Olga Portuondo debí asistir con la misión de llevar varios ejemplares a la Universidad, tarea en extremo difícil pues el día de la presentación no cabían las personas en la Casa Natal, a lo que había contribuido que Fidel hablara del Diario en uno de sus discursos».
Se refirió además al significado de la publicación del Diario, pues la historiografía que conocíamos los cubanos hasta ese momento era bastante lineal, sin cuestionamientos, pero Eusebio insistió mucho en que el pueblo cubano estaba preparado para un texto como este en el que se ponen de manifiesto las causas que produjeron que nuestro proceso independentista no fructificara.
En ese sentido el Diario de Eusebio es un texto de ruptura en la historiografía cubana, porque por vez primera el pueblo tuvo en sus manos un texto íntegro escrito por el propio Carlos Manuel de Céspedes, en el que se pueden leer los fuertes criterios y las opiniones desgarradoras del Padre de la Patria. Ese es sin dudas uno de los méritos fundamentales del libro y es, a su vez, expresión del valor de Eusebio como investigador que hizo grandes aportes a la historiografía cubana.
La prueba de la valía del libro es que ha llegado a su séptima edición y aun los lectores lo buscan con avidez, porque reconocen en Carlos Manuel de Céspedes al hombre enfrentado a grandes desafíos para alcanzar una Patria mejor; pero también es un reconocimiento a Leal, a su valentía al publicarlo en medio de un momento tan complejo como el periodo especial.
Por eso debemos recordar a Eusebio en su 80 cumpleaños, no solo por su labor de restauración, su oratoria o sus investigaciones, sino también, por sobre todo, como un hombre valiente.
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