Edgar Allan Poe (1809 – 1849) nació en Boston el 19 de enero de 1809. Hijo de unos mediocres actores de teatro, quedó huérfano antes de cumplir los tres años. Un acomodado y próspero hombre de negocios, John Allan, que vivía junto a su esposa Frances en Richmond, Virginia, acogió al pequeño Edgar y aunque éste tomó el apellido del padrastro y creció en su hogar, nunca llego a ser adoptado legalmente.
La calidad de la producción literaria de Poe ha oscurecido en parte su faceta de teórico de la literatura; en obras como Fundamento del verso, La filosofía de la composición y El principio poético, en las que expuso ideas novedosas sobre los géneros literarios y el proceso de creación.
Respecto a los géneros, Poe sostuvo que la máxima expresión literaria es la poesía, y a ella dedicó sus mayores esfuerzos. Sin embargo, sus textos no fueron bien recibidos entre la crítica estadounidense, que los juzgó como excesivamente artificiosos.
Algunas de las composiciones de Poe, separadas de los poemarios de que forman parte, alcanzaron una notable popularidad. Es justamente célebre su extenso poema «El cuervo» (The Raven, 1845), donde su dominio del ritmo y la sonoridad del verso alcanzan el máximo nivel.
Pero la genialidad y la originalidad de Edgar Allan Poe encuentran su mejor expresión en los cuentos. Poe inició la revitalización que experimentaría el género en tiempos modernos. Su estilo lo marca tanto en la atmósfera opresiva que creaba durante el inicio y desarrollo del relato como en los efectos sorpresivos del final.
Maestro del terror y fundador del género policial, también se reconoce a Poe su papel de precursor en la literatura de ciencia ficción por algunos de los relatos contenidos en las Narraciones extraordinarias. El conjunto de la obra de Poe influyó notablemente en los simbolistas franceses, en especial en Charles Baudelaire, quien la dio a conocer en Europa.
Los continuadores de los nuevos caminos que abrió su narrativa señalaron su deuda con el estadounidense. Su magisterio ha sido reconocido por todos los grandes cultivadores del cuento moderno, desde Guy de Maupassant hasta Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, quien realizó una excelente traducción de sus relatos.
Sugerimos a nuestros lectores el acercamiento a la obra de este autor y sirva este texto como homenaje desde Cubaliteraria a este grande de la literatura universal.
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