
El jurado integrado por los doctores Dolores Guerra López, Jorge Hernández Martínez y Francisca López Civeira (presidenta), después de evaluar los libros propuestos acordó, por unanimidad otorgar el premio al volumen El puñal en el pecho. Imaginarios políticos y rebeldía anticolonial en Puerto Príncipe (1848-1853), de Félix Julio Alfonso López, del sello Editora Historia.
Acaba de concederse el Premio de la Crítica Histórica Ramiro Guerra Sánchez 2023 al libro El puñal en el pecho. Imaginarios políticos y rebeldía anticolonial en Puerto Príncipe (1848-1853), y conviene que se haga notar lo merecido del lauro, no solo por los valores científicos del texto, sino por la diafanidad y fluidez expositiva con que su autor, Félix Julio Alfonso López, revela al lector contemporáneo los hechos, los documentos y los seres humanos que constituyen la materia de su investigación.
Hace años descubrí, con sorpresa y desencanto, que un libro como este no existía. Gaspar Betancourt Cisneros, el Lugareño, y Joaquín de Agüero y Agüero eran apenas dos nombres que se mencionaban deprisa en los manuales de historia al uso, como quien manosea meras cabezas de ajo en una ristra y, al final, no las compra.
Aunque sobre uno de ellos —Joaquín de Agüero— no se cernía claramente la sombra del anexionismo; sobre el otro —Betancourt Cisneros—, sí; y eso bastaba para que ambos perdieran visibilidad y peso en el discurso simplificador a que se ha reducido la historia de la Cuba decimonónica en la enseñanza general y los medios de comunicación de nuestro país.
Por suerte ha llegado El puñal en el pecho… Aquí Alfonso López, además de dar cuenta de todo lo valioso que hasta el presente siglo se ha investigado y escrito en torno a la labor patriótica y el pensamiento del Lugareño y de Joaquín de Agüero, lo resume y comenta, confrontándolo con los datos que recoge en publicaciones de la época y en la documentación inédita que halló en el Archivo Nacional y la Biblioteca Nacional José Martí, para ofrecer, como colofón, su criterio personal, que considero equilibrado y, en lo esencial, justo.
Una de las conclusiones más significativas de Alfonso López consiste en la postulación de una continuidad discursiva entre el manifiesto del alzamiento del 4 de julio de 1851, que lideró Joaquín de Agüero, y el suscrito por Céspedes el 10 de octubre de 1868:
poniendo en perspectiva histórica las declaraciones del movimiento camagüeyano, muchos de sus tópicos relativos al despotismo español, la falta de libertades, el colonialismo parasitario y decadente, el respeto a las vidas de los pacíficos y la necesidad de que Cuba fuera libre e independiente, así como el trato prudente de la cuestión de la esclavitud, fueron retomados diecisiete años más tarde por el abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes.
Para cada prócer El puñal en el pecho… dispone de un capítulo. «Los antecede el estudio de la realidad económica, social, política, jurídica y cultural de Puerto Príncipe», a través del cual se buscan las razones por las que el anexionismo alcanzó allí «uno de sus espacios de mayor fuerza intelectual y actividad práctica» en el XIX cubano.
Abre el volumen —y este es otro de sus méritos— un certero prólogo de Roberto Méndez, ejemplo de crítica informada y comprometida con la verdad, y lo cierran las reproducciones de un grupo de retratos al óleo, gracias a los cuales los lectores podrán tener una imagen —siquiera mediada por el ojo y la técnica del pintor santiaguero Federico Martínez Matos—, no solo del Lugareño y de Agüero, sino de otros prohombres que con ellos se vinculan.
Amante de los detalles que vienen a cuento y hacen las delicias del lector curioso, el autor de El puñal en el pecho… no se sustrae de contarlos y a veces los anota al margen. Así me enteré, por ejemplo, del anillo de Joaquín de Agüero que terminó en manos de Máximo Gómez.
Cuando uno acaba la lectura, quisiera —y resulta casi penoso decirlo— un ejemplar impreso. Su exigua tirada, que apenas sobrepasa el medio centenar, no hace honor a la importancia del texto, destinado a convertirse en fuente de consulta.
También dan ganas de leer otros libros: el epistolario y todas las Escenas cotidianas del Lugareño, la investigación de Elda Cento sobre el alzamiento de San Francisco del Jucaral, el capítulo que Hernán Venegas dedica a la actividad del movimiento separatista camagüeyano de los años veinte en La Gran Colombia, México y la independencia de Las Antillas Hispanas (1820-1827). Hispanoamericanismo e injerencia extranjera…
Asimismo, uno se hace preguntas, acaso quisquillosas. ¿Por qué, si el primer apellido del padre y de la madre de Joaquín es de Agüero, se acostumbra llamarlo Joaquín de Agüero y Agüero, omitiendo la preposición de correspondiente al apellido materno? ¿Será que, en rigor, la preposición no forma parte del apellido oficial y, cuando aparece, se trata de una añadidura expresiva que intenta ponderar lo ilustre del abolengo?
En cuanto a la edición, cabe señalar la existencia de escasísimas erratas, hecho que habla del cuidado con que se acometió el trabajo editorial, aun cuando deba objetar el que algunos usos gráficos de los textos del XIX que se citan parezcan enmendados según los actuales, sin que se haga observación al respecto. Asimismo, el artículo de sobrenombres como el Lugareño, la Avellaneda o el Solitario se compone con inicial mayúscula, contraviniendo la norma ortográfica vigente.
Si, en definitiva, usted logra conseguir una copia —impresa o digital— de El puñal en el pecho…, le auguro una lectura placentera y provechosa.
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