Nacido en Brunnsee, Estiria, en 1931, Alfred Kolleritsch estudió germanística, filosofía e historia en la Universidad de Graz, y después de graduarse trabajó como profesor en Leibnitz y Graz. Su primer poema, titulado «Es ist zu spät» (Es demasiado tarde), se publicó en 1958. Kolleritsch fue cofundador del círculo literario Forum Stadtpark, de Graz, cuya presidencia ocuparía de 1968 a 1995. En 1960 creó una de las más importantes revistas culturales de Austria, manuskripte (manuscritos), en la que aparecieron, entre muchos otros, textos de escritores hoy míticos como Friederike Mayröcker y Ernst Jandl, y de Elfriede Jelinek, Herta Müller y Peter Handke, quienes más adelante alcanzarían el Premio Nobel.
Kolleritsch continuó impartiendo clases y conferencias a la vez que escribía su obra literaria y desarrollaba un intenso trabajo de promoción cultural. En 1964 se doctoró en filosofía por la Universidad de Graz, con una disertación sobre Martin Heidegger. En 1973, junto a Friederike Mayröcker, Ernst Jandl, Gustav Ernst y otros escritores austríacos, fue fundador de la Asamblea de Autores de Graz. Era miembro correspondiente de la Academia Alemana de Lengua y Poesía en Darmstadt, y del Departamento de Literatura de la Academia Bávara de Bellas Artes. Mereció reconocimientos como la Medalla y Diploma de Honor de la ciudad de Graz en 1981, el Premio Homenaje del Ministerio Federal de Enseñanza y Arte de Austria en 1982, la Gran Distinción Honorífica del Estado Federado de Estiria por méritos especiales, en 1984, y la Cruz Honorífica Austríaca de la Ciencia y el Arte, en 1997.
Entre sus numerosos libros cabe mencionar Erinnerter Zorn (Ira recordada, poesía, 1972); Die grüne Seite (El lado verde, novela, 1974); Der letzte Österreicher (El último austríaco, narración, 1995); In den Tälern der Welt (En los valles del mundo, poesía, 1999), y Marginalien und Widersprüche – Texte zu Literatur, Kultur und Politik (Notas al margen y contradicciones – Textos sobre literatura, cultura y política, ensayos, 2001).
Con prólogo de la poeta, narradora y ensayista Marie-Thérèse Kerschbaumer, y selección de la propia Kerschbaumer y el también poeta Gerhard Kofler, la antología bilingüe Once poetas austríacos/Elf Beispiele von Lyrik aus Österreich (1998), publicada en La Habana por Ediciones Unión, presentó a nuestro público lector muestras de poesía de Alfred Kolleritsch, H. C. Artmann, Franz Josef Czernin, Michael Donhauser, Erwin Einzinger, Elfriede Gerstl, Ernst Jandl, Friederike Mayröcker, Heidi Pataki, Evelyn Schlag y Julian Schutting, en versiones de un grupo de traductores cubanos a quienes la Cancillería Federal de Austria concedió un premio por esa labor (María Elena Blanco, José Aníbal Campos, Francisco Díaz Solar, Jesús Írsula Peña, Olga Sánchez Guevara y Jorge Yglesias).
Hace cuatro años, el 29 de mayo de 2020, falleció en Graz Alfred Kolleritsch. Como homenaje a su memoria, presento aquí tres poemas suyos que traduje para la antología Once poetas austríacos.
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La planicie es una mano que permanece abierta, sin bordes. En su centro te veo. Sobre el disco allá arriba tú te reflejas como cielo. La hierba aclara el viento, un tono puro, sencillo. Los pequeños arbustos sin voz no ocultan nada. Ningún ave alza vuelo. Si te vas, los enjambres de mosquitos atrapan la luz que sigues entregando: el horizonte. Ningún campo, ningún interior, solo un camino muestra la impronta: una oscura flecha de orientación que te atraviesa.
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Entonces crece el ojo más allá de la altura que le sostiene. La cabeza torpe está llena de campiña. Los zarcillos atrapan la luz. Muy dentro de la niebla un borde se desplaza hacia el otro: hasta que todo es color.
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Hay días en que las cosas son los nombres de las cosas, rasgos escritos bajo el cielo: ofrecidos por los narradores. Una bandera de hielo domina la otra cara de la muerte: la ley. Después te vas. Ante esta despedida no hay medida posible.
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