Nacido en Santiago de Cuba el 11 de marzo de 1958, hijo del pintor suizo Rudolf Häsler y la cubana Lola Soler de Sarlabous (de antepasados catalanes y franceses), el poeta y traductor Rodolfo Häsler arriba en este año 2023 a sus 65, un gran motivo de celebración para él y familiares, amigos y lectores.
En entrevista publicada por la revista venezolana Letralia en 2012, Häsler comentaba sobre sus orígenes y su poesía:
La obra de cada poeta es resultado de su vida. Y la mía desde luego que es bien especial. Mi padre era pintor, suizo-alemán, con todo el bagaje cultural que eso conlleva. Su sensibilidad y temperamento me han marcado desde niño. Y la pintura creo que es la materia que tengo como punto de partida. De manera natural mi escritura pasa primero por la experiencia del color y la materia. Mi madre es cubana, yo nací en Cuba, y eso es importantísimo para mí. Una forma de ver y ser, y los recuerdos, tan importantes, de una infancia junto al mar, son un tesoro que vive en mi memoria. Vivo en Europa, y eso también me ha aportado otra mirada.[1]
En La Habana residió Rodolfo con sus padres desde los dos años; tenía diez cuando los Häsler-Soler se trasladaron a Mojácar, España, en 1968, y doce cuando en 1970 pasaron a Barcelona, donde aún viven él y parte de su familia. En Suiza estudió Letras en la Universidad de Lausana. Tales son los espacios que han nutrido su obra y la han inspirado, sin olvidar los viajes a diferentes regiones del mundo, que le han propiciado contactos con diversas culturas.
Rodolfo Häsler es autor de Poemas de arena (1982), Tratado de licantropía (1988), Elleife (premio Aula de Poesía de Barcelona, 1993), De la belleza del puro pensamiento (1997), Paisaje, tiempo azul (2001), Cabeza de ébano (2007), Diario de la urraca (2013), Lengua de lobo (XII premio internacional de poesía Claudio Rodríguez, 2019); Cuaderno de Beirut (2020) y Hospital de cigüeñas (2022), entre otros. Poemas suyos han sido incluidos en antologías de poesía española y latinoamericana, y traducidos al macedonio, francés, inglés, portugués, italiano y alemán.
A Häsler se debe la antología poética El festín de la flama, de la poeta boliviana Blanca Wiethüchter (Ciudad de México, 2012). Además, traduce del alemán, el francés y el catalán, y ha traído al español Niño de la calle de Ricardo Lucchini (1997), Poesía completa. Los discípulos en Sais de Novalis (2001), Minirrelatos de Franz Kafka (2006), Los instantes silenciosos de Cécile Oumhani (2009), Todos los caballos de Antònia Vicens (2016) y Flores de insomnio de Frankétienne (2019).
En su país natal, con el que nunca ha perdido el contacto, han aparecido poemas de su autoría en la revista Unión, y la Colección Sur publicó una breve selección de su poesía bajo el título Tafer, en 2014. Por el sello editorial Torre de Letras apareció en 2005 su traducción de la poesía completa de Novalis, publicada antes en Barcelona. Próximamente saldrá por la editorial Letras Cubanas una antología poética de Rodolfo Häsler bajo el título La belleza del puro pensamiento.
Pedí a Rodolfo que eligiera un texto para festejar su cumpleaños en Cubaliteraria, y me envió,de su libro Hospital de cigüeñas, el poema que a continuación comparto con nuestros lectores.
CAFÉ URANIA
ver sacrum
Entra al café,
siente que todo da vueltas,
se centra
en un único sentido,
la visión se abre
y se multiplican los objetos,
Descubre
junto a la puerta
una esquina de mosaico Sezession,
es un tejido dorado
que todo lo atrapa,
la estancia se colma
de un soplo
que acepta encantado,
sobre la mesita tambaleante
baila la taza
cuando escribe,
desea hacerse
con el oro.
mencionado en otro poema,
pero el oro mantiene su peso,
permanece en el suelo,
lo ve y lo valora
y el reflejo se incrusta
en la frente,
quiere escribir
apoyado en la mesita
pero sólo logra repetir
la palabra
o
r
o.
Se acomoda en la misma postura
a reparar la astilla
temblorosa,
llega el aroma del café
y brotan palabras lentas
que guarda
para descifrar
en la noche,
palabras oportunas, se dice,
esquirlas de un espejo,
sueños de días atrás
se superponen en el cuaderno
como panes de oro,
en la misma mesa,
en el fleco
del mullido cojín
de terciopelo magenta.
Camina rodeado de violetas,
lirios y ortigas
hasta el café Urania
donde retoma la escritura,
no hay nadie
y el oro de Klimt reluce más sordo
a los ruegos,
buscando en qué lengua decir,
se esparce por el papel
la palabra
E
r
d
é
l
y
su musicalidad te coloca
de una sacudida
en el tono preciso,
el frasco de miel de tilo
apacigua el espacio.
Un tranvía color magenta
atraviesa de lado a lado
el ventanal
en dirección a la sinagoga Neologa,
una lona cubre la fachada
pero deja ver su coronación,
cuatro cebollas plateadas
y dos estrellas,
lo percibe desde la puerta
al colocar el pie izquierdo
en la tesela más alta,
las cortinas de terciopelo
enmarcan la taza blanca
donde ayer falló
el ritmo ligero del poema.
La mesita continúa tambaleándose,
las letras saltan en el cuaderno
creando gran confusión,
no puede abrir la caja de los truenos
sin quedar fijado
para siempre,
los astros se diluyen
en el café
y en la noche todo se resume
en tres palabras.
Una libélula esmaltada
cae en la taza,
dos mesas más allá
escuchan los lamentos,
se enreda en la espuma del capuccino
hasta levantar el vuelo,
así de sucia se va
por donde entró,
sus alas vibran
sobre una partitura estropeada.
Ocupa la misma mesa,
mientras pide la consumición,
un cisne que no le quita ojo
se clava con saña su pico
en el buche,
trata así de perpetuarse
en un blasón húngaro,
la sangre transforma las plumas,
el espanto es mayúsculo,
paga veloz en otra valía,
seis billetes verdes
quedan sobre el platillo
y se va.
En silencio
finaliza la lectura de Bánffy
a la segunda consumición,
se conjura la suerte,
la última página
resume toda la impureza,
en un suspiro la hija del narrador
deja un mensaje en el teléfono:
ver sacrum, ver sacrum
un ángel habla sin parar
de un poema que se enfría en el café,
ver sacrum.
[1]Año XVI, nº 265, 16 de abril de 2012.
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