Unde malum?
Las fuerzas de luz cautivas en las tinieblas de la materia, dice san Agustín, representan al Mal, un mal propio de la teodicea (vista por Leibniz), pero ¿todo mal se explica desde fundamentos teológicos? El mal no es un asunto solo de las teologías, K. Marx lo expuso desde la asunción humana a la propiedad privada y a la pugna por ella, pugna de poder, más poder más riquezas, más dominio sobre los demás, pero tal batalla aumenta el mal social, y ese no es su único venero. ¿Cuántos tipos de mal existen? Sabemos que Hegel decía que la Historia no es el lugar de la felicidad. En ella se asienta lo que entendemos por mal social y personal en su sentido moral, en el campo de la ética. En general, mal sería todo aquello que se opone al bien y que queda sujeto a la censura social o al reproche personal o particular, que daña de formas diferentes a uno u otros. Al tratar sobre el mal, en El presidio político en Cuba, José Martí ponía una suerte de meta u observación difícil: «Ninguna pluma que se inspire en el bien, puede pintar en todo su horror el frenesí del mal». No lo intentaré, en lo sucesivo ofrezco puntos de vista, no un tratado, no una pintura dantesca.
En el punto de mira de la teología queda claro desde Isaías 45, 7: «Yo hago la luz y he creado las tinieblas, yo he hecho el bien y he creado el mal». Entonces: Unde malum?, o sea, ¿de dónde viene el mal?…, si viene de parte alguna. Trataré de profundizar un poco en este llevado y traído asunto en todo el siglo xx, pero « ¡Es imposible decir precisamente lo que procuro decir!», como decía T. S. Eliot en su bellísimo poema «La canción de amor de J. Alfred Prufrock». Para tratar sobre el mal, siguiendo al mismo poeta en tal poema, quizás haya que «perturbar al universo». Desde el punto de vista teológico, para san Agustín la relatividad del mal se acentuaba en su idea de que incluso Dios puede sacar un bien de un mal. La relación biunívoca ente bien y mal se adecua a lo que en marxismo se entiende por par dialéctico.
Paul Ricoeur definió el mal desde la especie humana: «Hacer el mal es hacer sufrir a otros», aunque nos lo hagamos solo a nosotros mismos, como si fuésemos «otredad». Pero el mal tiene manantiales muy diversos, y antes de proseguir en teorizaciones al efecto, me gustaría significar un grupo de esas fuentes, quizás las principales o en verdad tal vez nacimientos inobjetables de males. Mal es una de esas palabras en singular cuyo significado es plural (como bien, vida, poesía…). Su existencia no se limita solo a la especie humana y resulta sumamente relativo: lo que es mal para unos, es muy bueno y hasta indispensable para otros: el mal para la gallina es que el hombre se la coma, el bien para el tigre es comerse al hombre. Cada cual en su naturaleza. La Naturaleza es la primera fuente de mal. Las otras ocho vetas o locus de nacimientos del mal estarían signadas por: 2) la muerte, 3) la sexualidad, 4) la propiedad privada, 5) el Poder, 6) la economía, 7) la política, 8) la teodicea (lo divino) y 9) el entorno de lo satánico. Causas se funden con consecuencias y las unas suelen ser de igual rango que las otras, pues el mal funciona en todas direcciones. Sin contar aquí cuánto de mal hay en el mal gusto estético. Veamos.
1) El mal natural o mal desde la naturaleza es uno de los más relativos, pues puede ser un conjunto de males que a la larga ofrece bienes; por ejemplo, un volcán estalla, todo lo que lo rodea es fulminado, poco a poco el terreno que ha quedado tras la catástrofe florece y ofrece algunas de las tierras más fértiles y productivas. Los males de la naturaleza radican en la tierra (terremotos, deslizamientos, sequías), las aguas (maremotos y tsunamis, inundaciones fatales, congelamiento), el aire (huracanes, tornados) y el fuego (volcanes, graves incendios por olas de calor, rayos, u otras procedencias naturales). Sus causas pueden señalarse como fatalismos, geográficos o no, como actividad del planeta, y sus efectos sobre la especie humana derivan en desastres de diversos grados, destrucción, y muertes indiscriminadas. Son contingentes y afectan a casi todas la especies vivas. Los daños que causan repercuten en las esferas sociales e individuales y se entretejen con los males morales, civiles, sociales. Algunos filósofos discuten que en la Naturaleza no hay mal, porque no hay intencionalidad, así que nos atenemos a sus consecuencias.
2) La muerte es el mal por excelencia. Y también es relativo: morir es ceder espacio, dejar que otros lleguen a vivir, y es eliminar males del cuerpo ya irresolubles. Dice Susan Neiman que: «Ninguna vida alcanza para que se realice el potencial que contiene». Este tipo de mal tiene asociaciones perversas como la vejez extrema y las enfermedades todas, físicas y mentales, pero también otras provocadas: suicidios personales o colectivos, asesinatos, y algunos efectos malignos como el pánico, el terror, el miedo existencial y metafísico, la cobardía, la soledad en la ancianidad, y una diversidad grande de dudas. El mal de la muerte es en esencia el dolor de dejar de existir, abandonar la familia, las cosas amadas y el mundo en su devenir. No por mero gusto la muerte es un «tema eterno» de la poesía; en «Una parte consciente del crepúsculo» dijo Jesús Orta Ruiz: «No me duele morir y que me olviden, / sino morir y no tener memoria».
3) La sexualidad es un gran bien, pero puede tener consecuencias malignas cuando se convierte en azotes morales, que se manifiestan en sus extremos pasionales y excesos, la lujuria, la promiscuidad (claro que no es lo mismo que la lujuria, aunque pueda contenerla), los celos por el sentido de propiedad de la pareja, con su nota de ego y narcisismo (según planteamiento de Freud), rencor y odio ante el rechazo o la oposición de otros, pederastia (actuación perversa contra niños y niñas), prostitución, robo de la pareja ajena o fuga (mal solo para el que es abandonado), ejercicio vicioso de la sexualidad ligado a la enfermedad mental, asesinatos por cuestiones eróticas, venganzas, impotencias, exceso de fealdad que aleja a posibles parejas, malevolencias de terceros (celestinas, conspiraciones), violaciones, envidia de la pareja ajena, amor no correspondido, exhibicionismo, voyerismo, y otras consecuencias de la praxis sexual humana vista desde sus desproporciones y a veces acompañado con enfermedades de trasmisión sexual o discriminaciones de género. Habría que recordar que pensadores como Voltaire consideraban que el sexo (su praxis) no era un pecado. Y claro que el llamado pecado es más bien una manera de dominio y opresión contra el que se debe mejor estar prevenido. Nietzsche afirmaba que todo lo que se hace por amor, está más allá del bien y del mal.
4) La propiedad privada, surgida en los albores de la humanidad, ha ido evolucionando hacia muchos males, cuando ella conspira contra los intereses sociales. Anexa el egoísmo, la envidia de lo que otro posee, sentido malévolo de competencia (emular es un bien humano), usurpación, robo, hurto, violencia sobre los bienes y las personas, sentimiento vicioso de propiedad, de ser propietario, engaño y estafa, asesinato, mercadeo abusivo (el mercado bien dirigido e intencionado es un bien humano), precios abusivos sobre el valor de los objetos (tipo de robo «aceptado» por la oferta y la demanda), y otros movimientos egoístas. Como una subcategoría, se diría que de la propiedad y el comercio que ella puede propiciar, surgió el dinero, fuente inenarrable de males. «Poderoso caballero / es don dinero», sentenció Lope de Vega. Poseerlo, alcanzar a hacer capital, resulta un eslabón de enlace con el poder, la política, la economía y con cuanto mal exista, pues el dinero parece poderlos comprar casi todos, a casi todos los males.
5) El Poder daría lugar a un tratado al respecto, desde su definición hasta sus derivaciones. Está estrechamente ligado a la propiedad, a la economía y a la política (siempre me refiero a la política positiva no a la politiquería, aquella que José Martí definía así: «La pasión política tiene un límite; allí donde comienza la maldad») e interfiere en casi todas las otras fuentes del mal. Se establece entre el poderoso y sus subordinados, ya sea una clase social, ejercido por un solo ser humano o un determinando grupo de poder. El poder se asume e implica lucha por obtenerlo o contra él, ordenanza, mandato, dictadura, intriga, pugnas, desconfianza, guerras, usurpación, agresión física o moral, violencia física y síquica, tráfico de influencias, personalismos, culto a la personalidad, mentiras, diverso tipos de patrañas, conspiración, asesinatos, envidia, rebelión, revolución (entendida como violencia, no como un bien de cambio social), ira, apasionamientos egolátricos, ejercicio de la sanción injusta, bloqueos, embargos, terrorismo, genocidios, y muchísimas otras malevolencias ligadas al ejercicio del poder. El poder es una poderosa fuente de males, según el anarquismo y otras varias filosofías o praxis sociales.
6) La política está muy asociada con el Poder, también tiene zonas benévolas y necesarias en el campo de la vida social, pero aquí se refiere a la intriga, la conspiración personal o de grupos, la corrupción, venganzas, confusiones ideológicas, combates de intereses espurios, mentira, engaños de diversos géneros, dictadura, golpe de Estado, purgas violentas o no, adulación, fuerzas represivas, oportunismo, chantaje, espionaje (dice José Martí: «Maldades y espionaje son como un gusano en el pecho de un león»), y otros muchos males asociados a esta fuente. Todo gobierno implica una política para gobernar, en una utopía el gobierno no existe, la sociedad es capaz de gobernarse por sí misma y la política sería la conducta, la ética colectiva, la tendencia al bien social. La creación de partidos, de asociaciones y de otros tipos de grupos de poder ejercen credos políticos que, puestos en prácticas, pueden tener consecuencias buenas y malas en el ámbito colectivo.
7) La economía es otro venero del mal, no es que ella lo sea per se, sino las conductas malignas asociadas, como la codicia, la explotación del hombre por el hombre, la explotación infantil y de la mujer, la explotación sexual, la usura, el robo, el hurto, la presencia inevitable de la lucha de clases por las extremas diferencias sociales, la captación de la plusvalía acaparada por un propietario (de fábrica, comercio o cualquier otro centro laboral), el desempleo, la pobreza, la miseria, la riqueza, la ruina, el lucro, el hambre asociada a la labor económica por las extremas diferencias de grupos sociales, abusos de diversas índoles, mezquindad, y otros males consecuencias de la aplicación maligna de los procesos económicos. Aquí volveríamos sobre el dinero, que se tornó base de la economía moderna. La alienación económica del ser convierte al hombre y a la mujer en mercancías y en esclavos que incluso no se dan cuenta de tal condición.
8) La fuente divina: ¿es Dios también una fuente del mal? Alrededor de la teodicea aparece el mal por la fe fallida o fingida o excesiva, el concepto de pecado y la tentación, dogmatismo sumo, guerras por la fe, exclusión del otro por las diferentes fe, impiedad, desamparo espiritual, sufrimiento, perdón (como mal cuando no es sincero), sufrimiento por pecar, castigo y condena. Casi todos estos males son más atributos humanos que divinos. Y como en los tiempos de Voltaire queda la pregunta: si Dios es todopoderoso, y totalmente bueno o bondadoso, ¿por qué permite que el mal exista? Estará en su Plan, y esta respuesta implica cierta duda, pero ¿quién es el arrogante que pueda saber cuál es el Plan de Dios? Se le atribuye a Dios fuente o tolerancia del mal, se quiere saber cuál es su plan al respecto y de ello se deducen conceptos que se convierten en dogmas de fe. A la altura de Dios, el mal sería tan relativo que no se sabría con certeza cuándo en verdad es mal puro o bien devenido de su praxis. Más parece que es un defecto de la creación continuada de la materia y la energía en el universo, o sea, el mal sería la imperfección de lo creado, lo que atañe también al creador. El punto de vista teológico se discute desde la cuna de la humanidad.
9) El satanismo, asociado con la fe, resulta de la distorsión total de toda enseñanza de amor, está fundado en el odio, acepta o prohíja a la brujería o culto satánico, al asesinato y la tortura, la conciencia de pecar o simplemente de cometer pecado, la acción maligna premeditada y maldad per se. Desde algunas praxis de fe, lo satánico es la fuente real del mal, en la dicotomía (dualismo) mal/bien. El mal es (o está en) las tinieblas desde la cual Dios sacó la luz y la vida. Las fuerzas de lo maligno son tenebrosas y tejen mitos, mitologías basadas en los preceptos del mal.
Tales son las que podemos llamar principales fuentes del mal, en su accionar dentro de la sociedad humana, causales y no causales, racionales e irracionales, con efectos únicos, múltiples o compartidos, mezclando principales causas y efectos que a su vez pueden tornarse en causales. El mal no es una categoría (dialéctica), pero funciona de modo consciente o inconsciente y daña al uno, a múltiples, al ambiente, a las cosas y animales (naturaleza) que rodean al ser.
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