El 13 de enero de 1936 vio la luz la primera edición de El rayo que no cesa, del poeta español Miguel Hernández, publicada por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez en Ediciones Héroe. Este poemario de temática amorosa —probablemente inspirado en el romance entre Miguel Hernández y la pintora surrealista Maruja Mallo—, arranca con una enigmática dedicatoria: «A ti sola, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si íuera tuya» e inclye varios poemas de desamor, junto a otros como la «Elegía a Ramón Sijé» compuesta tras la muerte de su compañero y amigo. Autores contemporáneos como el poeta cubano Jesús David Curbelo, han encontrado un referente en este poemario pues, como reconoce este escritor, sus «sonetos erótico-amorosos me entusiasmaron a probar fuerzas con un molde a un tiempo tan inflexible y tan maleable».
Tras pasar a dominio público en 2023, ya están disponibles en la Biblioteca Digital Hispánica cuatro ejemplares digitalizados, para su descarga legal y gratuita. Entre ellos, se encuentra la edición limitada de 1942, publicada en Buenos Aires en la colección Rama de Oro, dirigida por Rafael Alberti. Se trata de la segunda edición de la obra, tras la muerte del poeta, a la que se añadieron dos poemas que Hernández publicó en el número CLVI de la Revista de Occidente, de junio de 1936. Esta edición incluye además un prólogo, «Miguel de tierra y de raíz», y un epílogo biográfico escritos por el propio Alberti, quien evoca en el primero la imagen del poeta amigo:
De la tierra… porque si conocí muchacho a quien se le podían ver las raíces, aún con ese dolor de arrancadura, de tironazo último, matinal, era él. Raigón, raigones, guías hondas, entramadas, pegadas todavía de ese terrón mojado, que es la carne, la funda de los huesos, le salían a Miguel del bulbo chato de la cara, formándole en manojo, en enredo, toda la terrenal figura. Pero siempre en lo alto, al inclinarse, tosco, con cierto torpe cabeceo de animal triste, para enlazarle a uno la mano, le resonaban hojas verdes, llenas de resplandores.
Junto a la obra de Miguel Hernández, recientemente la Biblioteca Nacional de España digitalizó materiales de otros 176 autores fallecidos en 1942 que han entrado este año en dominio público.
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Leer también «Versiones para considerar la influencia (o no) de Miguel Hernández en los últimos cincuenta años de poesía cubana» publicado en varias partes por el escritor Jesús David Curbelo en su Columna de Autor.
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