De nada les valían las alas a aquellos pájaros.
Las jaulas no les permitían volar.
Yunier Riquenes
El sentido de la libertad es algo que siempre ha inquietado a los escritores de libros para niños y jóvenes. En un mundo que dirigen los adultos, la libertad de la infancia es, por desgracia, algo bastante cuestionable, que se vapulea a capricho y se omiten hasta de los espacios sociales de diálogo.
En un mundo que gobiernan los adultos, tampoco es muy fiable el sentido de la libertad de las otras especies, que con nosotros conviven en el planeta. A capricho (y por intereses comerciales de los menos sensibles) se vapulean la integridad, costumbres y hasta el entorno de aves, mamíferos, peces y cuanto animal tenga la osadía de acercarse a nosotros, “los humanos”.
Es lamentable asomarse a un nuevo día para ver perros harapientos, pulgosos o lacerados, por la sarna, andando por las calles, a punto de ser atropellados por un auto; o a gatos arrabaleros que con cara mendicante apenas se atreven a mirarnos pidiendo algo de comer. También entristece ver cómo, verdaderos verdugos del látigo, fusta en mano, castigan a los dóciles caballos que en el puro hueso, apenas consiguen tirar de carros donde viajan niños o enseres diversos. ¡Qué diferentes se verían trotando libres por los campos, asomándose a los abismos como en los albores de su especie y mirando un mar infinito y lleno de promesas! ¿Qué decir, además, de las fomentadas peleas entre animales que exacerban el morbo y el placer enajenado de algunos que deberían ser llevados (ellos mismos) a una valla de gladiadores?
Por eso es muy elogiable, cuando valiéndose de la fábula, un joven escritor de la talla de Yunier Riquenes, se acerca al mundo de los libros para niños con un mensaje de tolerancia y amor hacia las más disímiles especies, esas que tanto nos ayudan a vivir y a la vez dependen de nosotros.
Los niños necesitan conocer del mundo, pero también recibir en sus libros un hospitalario mensaje de armonía, que les demuestre que cuanto ande mal se debe arreglar y que la integridad de un ser vivo es lo más precioso que tiene para defender. Y una manera de ser íntegro es pensar y sensibilizarnos con quienes nos rodean en este tránsito por la vida.
Hace algo así como un año, cuando se entregaban los Premios La puerta de papel, me regocijaba enormemente comentar Historia de una perra de pelea, por la que con toda justicia Yunier Riquenes se alzaba con un galardón que se confiere a los mejores libros del año, publicados por el Sistema de Ediciones Territoriales. En este caso se trataba de la edición de El mar y la montaña de un manuscrito que antes había recibido el Premio Regino E. Botti, de Guantánamo, en el 2015.
Ahora Yunier Riquenes nos sorprende otra vez al ganarse el Premio del Lector por las ventas de su impecable libro Tienda de mascotas, publicado en formato de álbum ilustrado por la Editorial Oriente.
Continuando la saga de su personaje Tigre, un peculiar y reflexivo gato que vive en cuestionamiento constante de cuanto le rodea, entramos en una aventura nocturna llena de sorpresas, sustos y percances, mediante la cual el autor nos conduce hacia una serie de reflexiones éticas sobre el sentido de la libertad y la premisa que cada uno debe tener con respecto a ella.
Tigre se levanta un día cuestionándose que en una tienda de mascotas no existan gatos. Le parece algo ilógica semejante discriminación y decide irse a investigar por su cuenta. Cuando a hurtadillas logra penetrar a la tienda, descubre un panorama que al inicio no se le antoja desolador, pero sí ciertamente inquietante. En la tienda hay perros, aves, hámsteres, curieles, pececitos… pero ningún gato ¿Cómo es posible algo semejante?
Avanzando entre las especies, a la par que se relame los bigotes ante los hámsteres que le recuerdan ratones o los pececitos, Tigre va notando que estos animalitos no son felices. Es cierto que tienen garantizados por el hombre comida y alojamiento pero ¿bastará solo con esto para vivir? Sus rostros serios y pensativos dicen lo contrario.
Detrás de los cristales de las peceras, los peces miran asustados al mundo. Nunca podrán salir de allí ni conocer el caudal de un río o las corrientes infinitas de los océanos. En sus jaulas de cualquier tipo, ni siquiera ensayar un vuelo pueden las aves. No conocen del cielo libre, de las montañas, las corrientes de aire que levantan el plumaje o de pasearse entre las nubes y entonar un trino al advenimiento de un día diferente. Un esmirriado gallo, atada su pata por una cuerda, es el más elocuente ejemplo del ser en cautiverio. ¿Acaso podrá desde el confinamiento de esta tienda cantarle al sol de otro amanecer?
Tigre sale de allí confundido, triste, pensando en lo injusto de ser un cautivo. La libertad es nuestra responsabilidad. También genera prisiones y compromisos, pues luchar por mantenerla puede crear casi una esclavitud, sobre todo del pensamiento. Pero el no ser libre es peor. Vale más vivir en la incertidumbre de la calle que nos provoca un destino desconocido y azaroso, que en el aparente confort en una tienda de mascotas donde estamos expuestos a que nos tacen, nos compren, nos lleven a un hogar que quizás nunca consiga serlo o nos aparten para un latón de desperdicios como si eso fuéramos, algo desechable.
Pero Tigre queda tan mal que sufre una pesadilla atroz. Se sueña cautivo con otros muchos gatos de diversas especies en la tienda de mascotas. Entonces el segundo cuento del libro, que todo el tiempo va de lo onírico a lo extrasensorial, establece una comparación entre qué le ocurriría a un gato en espacio semejante y a cuánto debería renunciar de su vida diaria, marcada por el principio de la incertidumbre, pero también el del libre albedrío.
En el tercer cuento, a manera de juicio, Tigre comparte sus experiencias reales y soñadas con otros gatos. Se resume entonces el sentido de las tres historias, con un mensaje que a mi juicio, cierra todo el discurso narrativo y la ilación de este sencillo pero excelente libro: aunque no estemos prisioneros en una tienda de mascotas, debemos siempre pensar, compadecer, cuestionarnos, ayudar a aquellos que sí padecen por experiencia semejante.
Tigre se mantiene firme ante los negativos comentarios de sus congéneres que sugieren que aquellos odiados perros, la ancestral especie enemiga, deberían vivir cautivos en una tienda de mascotas. Deplora el chovinismo de su estirpe y aboga por la tolerancia entre todos, el reconocimiento del mal ajeno y la voluntad de borrarlo, ya es un paso grande en nuestro sentido de humanidad. Para los lectores queda explícito con claridad que mientras otros penen por alguna injusticia, también nosotros deberemos llevar el alma enlutada de dolor.
Un inmanente sentido martiano aflora de la narración, sobre todo por la visión ecuménica que este joven autor consigue darle a un problema nacido en los orígenes mismos del mundo. No seremos auténticamente libres, mientras no comprendamos que la libertad es un derecho para todos, incluso para aquellos que no miramos con buenos ojos y podemos llegar a considerar nuestros propios enemigos.
Pocos libros tocan de manera tan certera y adecuada un tema semejante, sin estridencias, amaneramientos, lamentaciones, esquemas o una visión pueril o lacrimógena. A la manera de un fresco, de pinceladas firmes y delineadas, Yunier Riquenes consigue en Tienda de mascotas (por fortuna uno de los libros más vendidos en el 2018), llevar a la infancia una inquietud, un pálpito, un alerta que, estemos seguros, viene desde su inspiración de gran narrador, desde su grandeza de auténtico ser humano.
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