El silencio de los cristales: cuentos sobre la emigración cubana es el título de la selección de relatos cortos acerca de esa línea temática de palpitante actualidad, compilada por Lázaro Alfonso Díaz Calá, y publicada por Ediciones UNIÓN.
Dicho volumen deviene una selección especialmente útil por tratar un tema tan sensible y doloroso para los cubanos de aquí y de la diáspora.
Uno de los méritos fundamentales de esa selección, lo constituye —sin duda alguna— la coherencia en el balance de los textos dentro del conjunto, así como la indiscutible calidad estético-artística de las narraciones escogidas.
Entre los cuentos incluidos en esa obra el lector podrá descubrir los disímiles valores que encontrará en «Unplugged», de Eduardo del Llano; «Un perro en el Sena», de Nguyen Peña; «Vino de la Rioja», de Yonnier Torres, «Revolicuento.com», de Rafael Grillo, «Tan alto como un lirio», de Daniel Díaz Mantilla y «Los muertos», de Elaine Vilar Madruga.
El lenguaje utilizado por los autores es llano y directo, sin arabescos lingüísticos —muy de moda hoy día en el medio literario insular— que oscurecen o dificultan la comprensión del contenido del mensaje que cada uno de ellos les envían a quienes decidan incursionar en las páginas de esa antología, donde hay rabia, ironía, humor, desencanto, ingredientes fundamentales de la vida misma. Son historias dedicadas a esos que dejaron de estar, o a nosotros mismos que quizás algún día ya no estemos.
Por otra parte, en El silencio de los cristales… se desarrolla un tema de carácter universal, donde lo que prevalece es lo afectivo-espiritual por encima de lo económico y lo político, precisamente por la carga de virtudes y de sentido humano que aporta el libro, y que siempre debe prevalecer en la creación del hecho artístico-literario.
Con la lectura serena y reflexiva de El silencio de los cristales… se puede apreciar todo el empeño depositado para reunir en un libro todo lo relacionado con la emigración, pero sin un sello político que lo mediatice.
Los principales artífices de esa joya de la literatura realista contemporánea (como la denomina el maestro Emilio Comas Paret), merecen un reconocimiento especial, no obstante estar plenamente conscientes de que la palabra final la tiene el público lector.
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