Cierta tarde de fines de 1952, Miguel Ángel Quevedo, director-propietario de la revista Bohemia, pidió al gran caricaturista Juan David que viera en su nombre a Ernest Hemingway. Era de su interés publicar El viejo y el mar en español, y hacerlo, tal como lo hiciera la revista Life, en una sola edición. «Dile que no podemos pagarle lo que le pagó la revista norteamericana, pero que le ofrecemos unos honorarios de 5 000 dólares». Life había pagado al escritor un dólar y diez centavos por palabra. Como El viejo y el mar tiene unas 27 000, su autor redondeó la bonita suma de unos 30 000 dólares.
El autor de Fiesta y Por quién doblan las campanas aceptó la propuesta, pero puso dos condiciones. El traductor debía ser Lino Novás Calvo, y en cuanto al dinero, Bohemia lo invertiría en la compra de televisores para los enfermos recluidos en el leprosorio de El Rincón.
Quiso el cronista recordar ese hecho cuando acaba de tener lugar en La Habana, con la presencia de investigadores de varios países, el XIX Coloquio Internacional Ernest Hemingway, y porque el pasado 15 de marzo se cumplieron 70 años de la publicación en Bohemia de El viejo y el mar.
Una edición de culto
Hoy aquella edición de Bohemia es objeto de culto para coleccionistas y para aquellos que se interesan por seguir los pasos del gran escritor en Cuba. La revista tenía entonces una tirada que superaba los 259 000 ejemplares semanales y se calculaba que cada número era leído por ocho personas. Circulaba no solo en Cuba, sino en todo el continente, con excepción de Santo Domingo, donde el sátrapa Rafael Leónidas Trujillo no permitía su entrada.
La edición en cuestión lleva en la cubierta un magnífico retrato de Hemingway realizado por Orlando Llanes, uno de los portadistas de la publicación y una nota sobre el libro que firma un hoy desconocido u olvidado Alberto Delgado. Numerosas fotografías e ilustraciones calzan el texto. No se da crédito al fotógrafo ni al ilustrador, pero sí se consigna que la traducción es de Lino Novás Calvo.
Lino Novás Calvo, autor de Pedro Blanco, el negrero y La noche de Ramón Yendía, entre otros títulos, nació en Galicia, se avecindó en La Habana y murió en Estados Unidos. Forma parte de las letras cubanas.
En las confesiones que en 1948 hizo al profesor Salvador Bueno, habla acerca de su relación epistolar con Sherwood Anderson y Eugene O’Neill y de la influencia que algunos escritores norteamericanos ejercieron sobre él. Recuerda en ese sentido a Caldwell y Steinbeck y, sobre todo, a Faulkner. Pero al mencionar a Hemingway, cuya influencia reconoce, asimismo, en su obra, hace una precisión: «Es amigo personal mío».
¿Cómo se conocieron? ¿Lo escogió Hemingway como traductor solo porque era su amigo? Queda mucho por investigar en esa relación, pero sí puede afirmarse que trabaron contacto en La Habana, en 1946, cuando ya Novás Calvo era un traductor acreditado. Tradujo Sanctuary (Santuario), de William Faulkner, y fue gracias a su trabajo que ese importante escritor empieza a ser conocido en España y en América Latina. Puso también en español Kangaroo (Canguro), de D. H. Lawrence, y Point Counter Point (Contrapunto), de Aldous Huxley, entre otros 20 títulos. Fue un periodista de prestigio, muy agudo en la crónica y el reportaje. Y, sobre todo, un narrador que al decir de Ambrosio Fornet aportó con Pedro Blanco, el negrero un nuevo punto de partida a la novelística nacional. El otro punto de partida lo daría Alejo Carpentier con ¡Écue-Yamba-O!
Extraña versión
Toda buena historia tiene versiones. Herminia del Portal, la viuda de Lino Novás Calvo, tenía la suya propia acerca de la publicación de El viejo y el mar en Bohemia. La refirió en una entrevista que concedió en Nueva York en 1992.
Es una versión muy extraña y, a juicio de este cronista, inexacta, y lo que es peor, insostenible. Se trata de un relato hecho cuando la señora estaba ya muy anciana y tal vez confundiera los recuerdos. O los falsificara.
Expresó la viuda de Novás Calvo:
Él (Hemingway) escribe El viejo y el mar y, la revista Life en inglés, quiere publicar la novela. Se hace el contrato, pero Hemingway quiere que la novela se traduzca al español. Ya empezaba a difundirse Life en español, pero Bohemia y los directores de otras revistas cubanas protestan por la competencia. Se toma entonces la decisión de que ningún escritor cubano publique en Life en español. Jorge Mañach desobedeció esa orden y tuvo problemas con el Colegio de Periodistas. El doctor Domingo Santo Domingo, el abogado de Life–Time en Cuba, viene a casa para firmar el contrato y Hemingway insiste en que, si Lino no hace la traducción, no la hace nadie; hasta que a Hemingway se le ocurre decirle a Lino: «Publícala completa en Bohemia, Así se hace». La novela se publica después en Life en español, sin que aparezca el nombre de Lino, por lo que se pensó que la traducción era del propio Hemingway. No, era de Lino.
La señora Del Portal tenía también su versión sobre el asunto de los televisores donados a El Rincón. Dice en la entrevista aludida que como Hemingway no aspiraba a cobrarle los honorarios a Bohemia, dijo a Lino Novás que fuese su esposa la que escogiese a qué institución se donarían. Recordaba que el escritor dijo a su esposo: «Herminia está muy ligada a todas esas mujeres ricas que hacen obras de caridad, ¿por qué no elige una beneficencia y dona ese dinero?»
Ella acudió entonces, recuerda, a Mercedes Muñoz, la madre de la poetisa Dulce María Loynaz, rica y caritativa, y juntas visitaron el leprosorio de El Rincón. El lugar la impresionó y a los pocos días regresó para hacer un reportaje. Entonces, mientras recorría la instalación, se encontró con sor Mercedes Sánchez, sobrina del expresidente Alfredo Zayas, que fue su maestra en un colegio de monjas. Ella la condujo al pabellón de los niños leprosos. Le dijo: «Quieren ver televisión».
Concluye Herminia del Portal: «No recuerdo si fue cheque o efectivo, pero a sor Mercedes entregué el sobre con la paga de El viejo y el mar…». Puntualiza: «Lo cuento porque en Cuba el destino de ese dinero fue siempre un misterio».
Papeles son papeles
Ese «misterio» es el que derrumba su historia y nos reafirma en la que nos contó el caricaturista Juan David a fines de los años 70. La idea de publicar en español la novela salió de Bohemia. Es por intermedio de ese artista que Bohemia propone a Hemingway la publicación de la novela y es el escritor quien decide qué hacer con el dinero; determinación que Bohemia acata.
En Finca Vigía, la casa habanera de Hemingway, dicen investigadores, hay varios documentos que esclarecen el asunto. Tras la publicación de la novela, la revista, por una razón u otra, se toma su tiempo para cumplir su parte del acuerdo. La demora, al parecer, inquieta a Hemingway y lo lleva a pedir explicaciones a Bohemia. Eso se desprende de las cartas que remite a la publicación. En varias, la revista le da cuenta de su gestión. Le informa primero que los televisores están a punto de adquirirse y luego le dicen que están a punto de instalarse.
Según las mismas fuentes, en una carta que se conserva igualmente en la finca, Novás Calvo aclara al amigo que él no tiene responsabilidad alguna en la demora de la revista, y se duele del silencio del escritor norteamericano, que no responde a sus llamadas.
El asunto termina de manera feliz: los televisores se instalan en el leprosorio de El Rincón.
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Tomado de Cubadebate
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