A propósito del cuento «Miserias del reloj», de Alberto Guerra Naranjo
Este es un relato sobre una ida y un retorno. Sobre un moderno Odiseo que, tras su paso por veinte años de ausencia, llegó a casa sobre un escudo humano: derrotado y victorioso, paradójicamente feliz e infeliz al mismo tiempo. Es también la historia de su contraparte, una moderna Penélope que tejió coronas en su espera y que ahora recibe al esposo después de tantos años de ausencia. El escenario es una Habana caótica, hecha de la materia desastre, una ciudad de edificios apuntalados, un escenario de cara al apocalipsis. Un apocalipsis que no es bíblico, aunque lo acompañen los vientos huracanados y la miseria del cuerpo que este moderno y obeso Odiseo nos muestra.
Alberto Guerra marca su primer punto de inflexión en el retorno del héroe. La ironía del relato comienza en este momento cúspide (casi siempre final) de las historias. Con una inversión inteligente de la estructura del cuento clásico —por otro lado, ya superado a lo largo de la historia—, Guerra planta su bandera en el deterioro físico de este personaje, en las escoriaciones corporales y espirituales de un matrimonio apuntalado como un edificio al borde del derrumbe, y en la relación del protagonista con un muchacho simple, un hijo simbólico de pocas luces que ha de convertirse en su sombra. Soterrada emulación, nuevamente, del cuento clásico, donde el acompañante juega un papel fundamental en el éxito o la derrota del héroe: aquí, Guerra hace de nuevo uso de las armas de la ironía, en una construcción sin excesos que desplaza el interés del lector hacia este nuevo personaje. Quizás, ante la podredumbre y el desahucio, este joven sencillo —a todas luces discapacitado mental— es el único capaz de conservar lucidez en el corazón.
Y es aquí donde se produce un segundo desplazamiento. El autor provoca que, si bien la figura central —el núcleo del conflicto— continúe siendo este hombre obeso mórbido, el antihéroe recién llegado a las puertas de su vieja casa y de la muerte; por simpatía, el rol protagónico comienza a ser también compartido por el muchacho cuidador y su simpleza.
La semilla de la ironía es una de las columnas centrales del texto. Bien dosificada, como Guerra muestra, es la argolla que se prende a un micromundo de horrores físicos, de decadencia, enfermedad y deterioro. Tal vez por esto, el autor elige a esta contraparte simple, al muchacho barrendero —válido el simbolismo en un texto cargado de significados— que no solo limpia la calle de las inmundicias, sino que también depura, hasta cierto punto, el alma del antihéroe recién llegado.
Esta es la historia también de un martirologio. Se esperaría que, ante una palabra semejante, el cuento exhibiera grandes banderas y desfiles. No. Pero sí hay sacrificio. Y existe ironía en ese sacrificio. Una ironía trágica, casi euripidiana. Casi griega. Pero, en el fondo, Guerra esquiva este deseo y si bien el caos, la situación límite asume las formas de la llegada del huracán —un escenario que bien a algunos pueda resultar excesivo decorado—, el desenlace se conduce como un animal pacífico. Ironía. Su cosido sobre la tela del texto.
Este texto, Segundo Premio del III Certamen Internacional de Relatos Cortos sobre discapacidad, es la historia, también, de una nueva Ítaca (isla al fin), de un Odiseo roto y de una Penélope hasta cierto punto doliente. Pero, sobre todo, es un cuento sobre un nuevo Telémaco, un hijo simbólico, un escudo humano que cargó al héroe hasta el borde del mundo.
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Alberto Guerra Naranjo. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. Escritor, guionista, profesor, promotor cultural. Algunos cuentos suyos aparecen en revistas y antologías junto a los de Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Nabokov y Tarkovsky, y varios han sido publicados al idioma inglés, francés, alemán, italiano, finés, portugués, checo, croata y chino mandarín. Con «Miserias del reloj», el autor obtuvo el segundo premio del III Certamen de Relatos Cortos sobre Discapacidad, convocado en Valladolid, España.
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Tomado de País de fabulaciones, texto de Elaine Vilar Madruga publicado por Cubaliteraria en 2019.
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