Esta mañana se celebró el panel «A través de su espejo. En el centenario de Eliseo Diego. Poesía, Prosa, contexto cultural» en la sala Capilla de la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Los panelistas Denia García Ronda, directora de la Fundación Nicolás Guillén; Alfonso García, invitado por la UNEAC especialmente para la ocasión, y la doctora en Ciencias Filológicas Ivette Fuentes, dejaron claro que su intención, más allá de homenajear a Eliseo Diego, era difundir su obra y comentar su aceptación.
Denia García versó su ponencia sobre el vínculo entre Eliseo Diego y Nicolás Guillén a través de un análisis paraliterario. Así recordó que el último poemario de Guillén fue dedicado a Eliseo; obra que por demás se alejaba a su interés estético habitual, aunque a decir del propio Guillén regresaba sobre sus propias huellas.
Guillén estaba en un extremo de las tendencias de la época mientras Eliseo en otra, algo que podría resultar un poco contradictorio para esta visión de conjunto, pero a ambos los sumía su amor por la literatura, y por tal razón, no podían verse como contrarios. Es posible que su amistad se haya estrechado después del 59 al crearse la UNEAC. No importaron sus creencias religiosas, ambos, aunque no visible en su obra, compartían la pasión por el humor. Participaban en lecturas de poesía de los poetas de los siglos de oro español y tenían otros intereses fuera del ámbito literario.
Se percibe en sus obras una confluencia ideotemática pues cada uno desde su perspectiva, Eliseo desde la búsqueda del linaje espiritual del cubano y las pequeñas cosas busca la identidad cubana al igual que lo hiciera Guillén con su poesía negra y social. Aunque las maneras que tenían de concebir el mundo era diferente como dijera Eliseo «Se pueden hallar un foco donde puedan convivir diversas miradas».
Alfonso García resaltó la labor de Eliseo como escritor de literatura infantil y precisó cuestiones contextuales necesarias para entender su poética. Insistió en su labor como promotor, traductor y escritor al triunfo de la Revolución cuando Cuba tenía que crearse una identidad nacional, distinta a la española y a la norteamericana. Eliseo busca ese sello en varios referentes, entre ellos una figura medular como fue Fernando Ortiz.
Orígenes era un movimiento literario y social que intentaba desvirtuar un país fantasmagórico, según decía Eliseo, y busca lo cubano a través de lo poético. De allí que se insertara en este grupo.
Eliseo tuvo una fuerte vinculación con las vanguardias latinoamericanas que clasificaba en clásicos y trascendentalistas entrando en este último grupo; trascendental en un sentido religioso, de allí una posible herencia augustiniana.
Su narrativa que no pretendía contar historia sino provocar sentimientos y según el propio Alfonso fue un predecesor en alguna medida del realismo mágico. Eliseo marca a sus lecturas de adolescencia como sus grandes influencias, pero sería impensable sin Cervantes y Quevedo, los siglos de oro, generación del 98 y del 27 y los místicos San Juan de la Cruz y Santa Teresa.
Para los origenistas el grupo no era solo un modo de hacer, sino de ser poesía. Eliseo, de manera particular, logró un fuerte núcleo narrativo para impulsarla. El sentido de lo extraño, de lo raro que lo subyugaba, fue una suerte de obsesión y encontró en la quietud su espacio creativo.
Foto: Diana Inés Rodríguez
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