En busca de un tiempo perdido, del escritor Ariel Ribeaux Diago, Premio David, que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es el título del libro, dedicado a la grey infanto-juvenil, y publicado por la pinera Ediciones Áncora, para beneplácito de quienes, según José Martí, «son los que saben querer [y] saben más de lo que parece».
Dicho volumen deviene un regalo al intelecto y al espíritu de los «pequeños príncipes», gracias a las imágenes que —con marcada proyección estético-artística— el autor logra recrear acerca del universo infantil.
Por otra parte, en la obra el laureado narrador insular incluye una serie de relatos cortos que se relacionan entre sí, aunque presentan las realidades —percibidas desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia— de tres personajes diferentes.
En el primer cuento, dos hermanitos buscan la Esperanza, que es algo más —en realidad mucho más— que la esposa de un grillo verde. Por el camino van descubriendo la etimología del vocablo y la repercusión emocional que tiene para todos, sobre todo por los vínculos afectivo-espirituales que el concepto implica para la existencia terrenal de las personas. «No es lo mismo vivir con una esperanza que sin ella», acota Ribeaux Diago.
En el segundo cuento, el universo se «desordena» como en tantas historias dedicadas a los «Ismaelillos», pero no por la voluntad de un chico que se vuelve víctima primera de su libertad, alcanzada —por casualidad— luego de la crisis de la infancia que padecen los progenitores. El protagonista deberá enfrentar esa crisis de pobreza mental y espiritual que en ese entorno identifica a los adultos, y solo, sin apoyo de institución alguna, hacerle frente a la vida que representa ser responsable de quienes ayer ejercían autoridad sobre él.
La paradoja que muestra el bien elaborado argumento del cuento le plantea al lector muchas más interrogantes, que respuestas, pues quien incursione en las páginas de esa obra nunca entenderá qué objetivo persigue Ariel, o es que ¿acaso su personaje solo está llamado a ser un sarcástico alerta del caos que presenta la sociedad adulta contemporánea?
«Perdido» es —sin discusión alguna— el relato más sólido, desde una perspectiva intertextual, que ofrece el libro, ya que Ribeaux Diago libera su yo niño, y por ende, la imaginación, para llevar al lector a un cuento donde trata por primera vez la violencia infantil, sobre todo en el medio escolar.
Marcel, el personaje principal, no es diferente a ningún otro discípulo, ni siquiera porque vaya siempre bien arreglado y sus actitudes no sean todo lo varoniles que se espera de él, según una programación socio-cultural signada por el machismo y la homofobia, donde el niño debe ser «macho, varón masculino», al decir del doctor Julio César González Pagés, profesor titular de la Universidad de La Habana. Marcel —sencillamente— no es idéntico a los demás, como lo quieren percibir los otros.
El final abierto de cada cuento y el hecho de que interactúan entre sí desde la vertiente argumental, como una serpiente que se muerde la cola, encerrada en un círculo mágico, evidencian —con meridiana claridad— las intenciones de En busca de un tiempo perdido; producción intelectual y espiritual de Ariel Ribeaux Diago, que deja mucho que pensar.
Por último, habría que destacar, la síntesis, el ritmo, el uso inteligente de los diálogos y esa fantasía (no evasiva, sino liberadora) que signa cada ofensa de la realidad, cada evento traumático. El pulso y la seguridad con que fueron escritos todos los relatos del libo dan la exacta medida del talento de un joven escritor lleno de inspiración e inquietudes.
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