El habitual espacio El autor y su obra, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro, ha vuelto este 15 de diciembre tras la pausa impuesta por la pandemia. En esta ocasión con una nueva sede, la sala Federico García Lorca del Centro Cultural Dulce María Loynaz, y con el versátil intelectual Ulises Rodríguez Febles como invitado.
En homenaje al autor, su obra fue abordada por un panel de lujo, presidido por el periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa, e integrado por Josefa Quintana ―quien leyera un texto de Omar Valiño—, Alfredo Zaldívar, Vivian Martínez Tabares y Francisco López Sacha.
En el amplio bosquejo realizado por los panelistas fueron citados textos como La ventana tejida (1992), La cabeza intranquila (1999), El señor de las Tijeras (2001), El Concierto (2002 – 2003) —por el que recibió el premio Virgilio Piñera en 2004―, ¿Cuándo será agosto? (2005), Oscurísima oscuridad (2006) —aun inédito―, Saxo (2008), Corriendo con Terry Fox (2008), Minsk (2014) ―su primera incursión en la novela que le valió el premio Cirilo Villaverde 2013―, y Las últimas vacas van a morir (2017), laureada con el premio Guillermo Vidal en 2018.
La obra prolífica del también premio internacional Royal Court Theatre de Londres se desdobla en múltiples géneros, como lo confirman su dramaturgia, su cuentística, su periodismo, su poesía… pues para este autor, como para muchos de los ponentes, el acto de escribir es una terapia, una trasgresión, una catarsis y un conflicto.
En sus obras está representada la rareza nómada de la realidad cubana; lo cotidiano con esa mezcla de surrealismo y absurdo; lo rural entre la modernización y la tradición, tratado a través de conflictos que subsisten pero con una mirada nueva que desmitifica al campesino, signada por la lejanía, la miseria y el abandono.
Como cierre el homenajeado, Ulises Rodríguez Febles, con ese humor que lo caracteriza, agradeció primero a su familia, luego a las instituciones por hacer posible el encuentro, a la canción con que inició el espacio «Gracias a la vida» de Mercedes Sosa, a los tantos amigos que se encontraron allí, pero por sobre todo a la literatura, causante de muchas de su felicidades y de sus ansias de vivir.
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