Fue hecho prisionero por las tropas insurrectas y liberado tiempo después. Durante su cautiverio, después de un largo debate entre los componentes del consejo de guerra, celebrado en pleno campo y presidido por Máximo Gómez, jefe supremo de los insurrectos, lo condenaron a muerte. Dadas las simpatías que se ganó le concedieron como gracia especial de que eligiera el tipo de muerte que prefería. Como no se fiaba de que cumplieran lo prometido recabó de todos los componentes la formalidad de concederle la gracia por escrito. Hecho así dijo: «Quiero morir de viejo»… y tuvieron que ponerlo en libertad.
Su libro En la manigua. Diario de mi cautiverio es un impactante testimonio de la mirada y los juicios del otro, a saber, el enemigo español sobre el mambisado cubano en aquella primera gesta independentista. El autor, al evocar las características de aquella contienda, dejó constancia de su visión de los componentes raciales del ejército libertador:
Sabido es por todos, que la guerra que se ha sostenido en Cuba y se está sosteniendo, es de un carácter tan feroz, como no puede menos de ser tratándose de un enemigo cuya inmensa mayoría es de negros y mulatos, de los que es notorio su estado de salvajismo. Cuántos españoles han caído en su poder, otros tantos han perecido, sin contar con que muchos de ellos, antes de ser inmolados, han sido mutilados por sus verdugos, que encontraban en ello un asqueroso placer.1
Es importante llamar la atención del carácter de salvaje que le atribuye el autor a los negros que luchan contra el poder colonial en la isla. Esta postura tiene mucho que ver con las diversas teorías acerca de África que se había consolidado en Europa. Para los europeos, la idea del salvaje estaba relacionada con la naturaleza, los instintos hasta el punto de llegar a hacer corresponder los términos de salvajismo con los de primitivismo como parte de las posturas antropológicas de la época. Así, como afirma Jan Nederveen Pieterse en su libro Blanco sobre negro: «Un panorama imperial fue convertido en una visión de la historia»2 . Nada de esto le era, pues, ajeno al joven oficial español.
Por lo demás, este libro ofrece un invaluable testimonio acerca de la organización, cotidianidad y funcionamiento de campamentos y prefecturas del Ejército Libertador. Es, en efecto, la mirada del otro acerca de nuestros procesos históricos que también forma parte del constructo de la nación cubana.
Notas:
1. Antonio del Rosal y Vázquez Mondragon: En la manigua. Diario de mi cautiverio. Imprenta del Indicador de los Caminos de Hierro, Madrid, 1879, pp. 36-37.
2. Jan Nederveen Pieterse: Blanco sobre negro. Las imágenes de África y de los negros en la cultura popular occidental. Traducción de Desiderio Navarro. Centro Teórico- Cultural Criterios, La Habana, 2013, p. 43.
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