No resulta difícil imaginar a don José Martín Félix de Arrate Acosta recorriendo la pequeña ciudad de La Habana de los primeros decenios del siglo XVIII, cuando todavía se la andaba y desandaba a pie, en carruaje o a caballo sin perder el aliento y permitiéndose el gusto de saludar a cada uno de sus moradores, que por no ser demasiados se conocerían entre sí y por supuesto que lo conocerían a él en su condición de regidor perpetuo del Ayuntamiento desde 1734, alcalde ordinario a partir de 1752 y uno de sus vecinos más prominentes.
Mas no es por el cargo que se recuerda a don José Martín Félix, sino porque abrió el camino de los escritores de la historia de La Habana, fue el primero y uno de los que más ensalzó sus méritos en defensa de cualquier autor intruso y desinformado que pretendiera cuestionar los valores de los habaneros y de su ciudad. Obsérvese en el siguiente pasaje cómo da cuenta y enaltece el desempeño de los profesores de la Real y Pontificia Universidad de La Habana, fundada en 1728:
Aunque no tienen hasta ahora dotación ni congrua ninguna, se leen y asisten las cátedras con esmero y aplicación, siendo muy frecuentes las conferencias, actos y cuodlibetos en que manifiestan los catedráticos su literatura y los discípulos su aprovechamiento.
Bien por Arrate, autor de la obra Llave del Nuevo Mundo antemural de las Indias Occidentales, La Habana descripta. Noticia de su fundación, aumentos y estado, cuyo original concluyó en 1761, justo un año antes de los sucesos de la toma de La Habana por los ingleses y durante los cuales él se destacó por su lealtad al servicio de España.
Del citado manuscrito se conservaron varias copias, una de las cuales fue adquirida por la Sociedad Económica de Amigos del País, que gestionó la primera edición, en 1830. A esta sucedió otra, en el tomo primero de la compilación titulada Los tres primeros historiadores (1776-1877), a cargo de Rafael Ángel Cowley y de Andrés Pego. Una tercera edición, en esta ocasión preparada, antologada y anotada por el Dr. Julio Le Riverend, apareció en 1949 por la Colección de la Biblioteca Americana, del Fondo de Cultura Económica de México.
Aún con algunas informaciones inexactas, esta es una historia matizada por las consideraciones que su autor hace acerca de la disparidad de criterios —sobre todo referidos a la ilustración y los progresos culturales— entre los hijos de españoles nacidos en el Nuevo Mundo (los criollos) y los españoles de la Península, indicador sutil de cómo en los primeros era mayor el afán por el desarrollo y reconocimiento intelectual de los valores surgidos en la colonia. El libro de Arrate, dedicado al Cabildo, se propone reivindicar —con orgullo y exaltación, para el conocimiento de todos—, a la ciudad y a sus habitantes, los habaneros.
Arrate también escribió poemas, una tragedia titulada El segundo robo de Elena, la Novena al ínclito mártir San Ciriaco y el Informe al Rey y Cámara de Castilla sobre la entrega de La Habana por don Juan de Prado a los ingleses, hecho del cual fue testigo como miembro del cabildo. Murió el 23 de abril de 1765 y todavía hoy le agradecemos por su obra.
Nacido el 14 de enero de 1701, de la fecha se cumplen ahora 220 años y no podemos pasarla por alto. José Martín Félix de Arrate abrió un fecundo camino enriquecido desde entonces por las búsquedas y hallazgos de numerosos historiadores ilustres, hasta el presente, simbolizados hoy día en el quehacer y el legado del doctor Eusebio Leal, fallecido recientemente, a quien como a todos los que le antecedieron, rinden modesto tributo estos apuntes.
Foto tomada de Ecured
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