En tus labios la muerte, de la escritora Rebeca Murgas, es el título del volumen de relatos cortos publicado por Ediciones Unión, para satisfacer las necesidades cognoscitivas y espirituales de los fieles seguidores de ese género literario, en el que tanatos (la muerte en el vocabulario psicoanalítico ortodoxo), desempeña una función decisiva en la acción dramática de todos y cada uno de dichos relatos.
La también Máster en Educación, devenida narradora por derecho propio da a la estampa un conjunto de cuentos, caracterizados —básicamente— por el coraje y la audacia que la identifican como una de las escritoras integrantes del boom literario de los años noventa de la pasada centuria, cuya obra se destaca —entre otras virtudes— por su intensidad narrativa y la descripción del cuerpo femenino sin ningún tipo de inhibiciones o falso puritanismo.
Desde las primeras páginas de ese libro, la miembro ilustre de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) desarrolla una devastadora fuerza persuasiva. El relato «Triste parábola de la alegría» es un ejemplo muy elocuente, ya que en él se funden —en cálido abrazo— crueldad y lirismo, nostalgia y miedo. El cúmulo de sensaciones u otros estados subjetivos del yo que configuran la vida cotidiana es impecablemente concebido y llevado a la letra impresa, para expresar —con meridiana claridad— la fuerza creativa de una autora consagrada.
La precisión y la profesionalidad con que están delineadas las características psicológicas de los personajes le otorgan un singular atractivo a En tus labios la muerte; características que se condensan y robustecen en Historias al margen I, II y III. Narraciones que distinguen —de forma magistral—la psicología criminal, y por ende, conduce a los lectores por las más intrincadas regiones del pensamiento humano mediante la descripción de monstruosos crímenes que quedan impunes. Sin embargo, muy bien cimentados desde la vertiente psicosocial.
La guerra de Angola sale a la luz para mostrar —con el más crudo realismo— las secuelas bio-psico-socio-culturales y espirituales dejadas en los combatientes internacionalistas que participaron en esa confrontación bélica, así como la indefensión social en que se encuentran los protagonistas de esa histórica epopeya.
La alianza compuesta entre sexualidad y violencia coincide con una manera muy particular de percibir el erotismo generado por el instinto primario, que nace y crece en el componente instintivo del inconsciente freudiano.
Por otra parte, el abuso sexual es un elemento trasgresor, ya que la autora le narra al lector lo que le acontece a un sujeto agredido sexualmente, pero erotizado por completo:
Senos que el príncipe arrulla, párvula colina abierta en dos donde antes fuera una desértica llanura. La otra mano pincha sus caderas, transpira el clamor a flor de piel. Se erigen sus pezones, azorada delicia, y el vientre palpita. Ritmo que amenaza convertirse en caos, plenitud de fiera agazapada bajo las sábanas, entre secretos y plegarias ancestrales. Goce, sano placer que la incrimina.
Ese párrafo revela un erotismo irónico y grotesco íntimamente relacionado con elevados y disímiles indicadores de violencia. Rebeca Murgas describe —desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia— un universo donde prevalece el salvajismo, o sea, la bestia que el homo sapiens lleva oculta en las regiones más primigenias del cerebro.
Por último, evoca la crueldad de que puede ser objeto el ser humano y las múltiples formas de alienación que intimidan al hombre y la mujer en la sociedad contemporánea.
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