
Desde el 25 de mayo de 1963, cuando en la ciudad capital de Etiopía, Addis Abeba, se reunieron los líderes de 32 países africanos para fundar la Organización de la Unidad Africana, hoy Unión Africana, se celebra anualmente esta jornada como el Día de África para honrar el aporte de este continente, sus nativos y descendientes, sus culturas y su historia, al resto de la humanidad.
Así lo dejó plasmado Azalia Arias, especialista de la Comisión de Cultura y Educación de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas, ACNU, en su sede de 25 y J, en El Vedado, durante la mañana de este viernes, cuando varias mujeres poetas decidieron reunirse para intercambiar su arte y conocimientos entre ellas y con los asistentes a la festividad.
En un acto nombrado Encuentro de Mujeres Poetisas, y dedicado a Georgina Herrera y Nancy Morejón, quienes han cultivado la herencia africana desde la poesía, el proyecto Raíces del Alma y la ACNU se unieron junto a los invitados para ofrecer buen arte en distintas manifestaciones.
María Mercedes Hernández Guerra, una de las anfitrionas, inició su carrera de narradora oral escénica junto a este raigal proyecto en La Lisa, promoviendo la poesía afrocubana junto a otros artistas locales, quienes se presentaban en la peña que desde 2013 tenía lugar en la librería Alma Mater de la Universidad de La Habana. Actualmente forma parte del Proyecto Contarte y ha recibido merecidos destaques en su trabajo artístico. Para dinamizar el espectáculo, entregó a cada participante una silueta del continente africano, escrita con refranes de la cultura popular tradicional, los cuales eran completados a coro por el resto de los asistentes, quienes además disfrutaron en su voz de leyendas y fábulas del continente homenajeado, cuyas concepciones de veneración a la ancianidad y, a la vez, sus prejuicios sobre la feminidad y la decisión y capacidad de tener hijos fueron tema de lo escuchado.
La música protagonizó y también apoyó las interpretaciones de otros artistas, brillando en los instrumentos y las voces del conjunto femenino Obiní Batá, grupo de percusión dirigido por Eva Despaigne e integrado solo por mujeres con excelentes matices vocales, afinación y armonía, quienes ofrecieron varias piezas a deidades afrocubanas. Su directora dedicó unas palabras a la ocasión, confesando su atrevimiento al enfrentar desde la feminidad la ejecución de instrumentos percutidos y cantos que tradicionalmente estaban reservados solo a los hombres. En este sentido, recordó a Merceditas Valdés y su rol en el legado musical afrocubano pluritonal, polirrítmico y de gran riqueza armónica.
En el público estuvieron presentes representantes de la Federación de Mujeres Cubanas, la Unión de Juristas de Cuba, la Cátedra Caribe de la Universidad habanera, el Consejo Nacional de Casas de Cultura y la Asociación Afrofeminista de la Cátedra de Estudios «Nelson Mandela», que aboga por la igualdad de derechos entre todas las personas, sin distinción de género ni color de la piel.
En especial, destacaron las actuaciones, tan espontáneas como profesionales, de Regla Caridad Ruiz, cantante que protagoniza una peña los terceros sábados de cada mes en la Casa de la Cultura de Centro Habana «Joseíto Fernández», quien interpretó a capella «Son al son», de César Portillo de la Luz; Milagros Cuesta, quien declamó su poema «Cubana», de la colección Sentimientos del Color; Gloria González, actriz de teatro y radio, miembro de la UNEAC, que puso en su voz los versos de «¡Y ya!», título de Georgina Herrera, de quien Ladys Taquechea interpretó también «Oriki para las negras viejas de antes» y Azalia el poema que dedicó la fallecida autora a Haydeé Santamaría Cuadrado, heroína del Moncada y fundadora de Casa de las Américas. Arias también entonó «Cimarrones», composición de Nancy Morejón.
Un aparte singular merece la cuentera Ángela Correa, directora artística del Festival Internacional de Pamplona, Colombia, que ofreció la historia africana «Hijo de Caronte», acerca de un empedernido mentiroso que logra castigar con su vivacidad y picardía la ignorancia y la avaricia del caprichoso rey de su aldea.
El ameno acto concluyó con un espectáculo de canto y baile al que se sumaron los invitados, a cargo de la agrupación musical femenina, y un modesto brindis a la salud del buen arte, contra la guerra y por la vida.





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