No hay enfermedad que me detenga.
José Martí
Para evocar —«con afecto y respeto ternísimos», a decir del Apóstol— el aniversario 168 del natalicio de José Martí Pérez, he decidido reseñar el libro Enfermedades de José Martí, de la autoría del escritor y neurocirujano, doctor Ricardo Hodelín Tablada, prologado por el doctor en Ciencias Históricas Ibrahim Hidalgo Paz, y publicado por la Editorial Oriente.
En ese texto, escrito con amor y respeto ternísimos a la vida y la obra del fundador del periódico Patria, así como a la investigación científica e histórica, el también Máster en Ciencias pesquisa, con la habilidad propia de un cirujano, todas y cada una de las afecciones somáticas que padeciera el más universal de los cubanos durante su breve trayectoria vital, y que —como él bien aclara en la cita que ilustra esta reseña— nunca pudieron detenerlo y mucho menos alejarlo —ni siquiera en sueños— de lo que el Maestro consideraba su más sagrado deber: la lucha por la libertad de Cuba.
Para el destacado investigador e historiador santiaguero, el poeta mayor de la patria grande latinoamericana fue uno de los primeros pensadores en proclamar la unidad cuerpo-mente-alma y en hacer aportes teórico-conceptuales al desarrollo de la naciente ciencia psicológica cubana, cultivada en nuestro medio por el venerable padre Félix Varela: el concepto ético-humanista de hombre, la formación integral que este debe recibir a través de toda la vida, así como la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, son sus valiosas contribuciones a la ciencia del espíritu insular.
Con apoyo en esas coordenadas, así como en los escritos de Martí (incluido el epistolario y los testimonios de sus coetáneos), el doctor Hodelín Tablada revive en la imaginación del lector los momentos en que se alteraba el frágil equilibrio biogénico en que se sustentara la salud física de Martí, para quien « […] el cuerpo no es más que un siervo del espíritu».
El autor de esa joya de la literatura especializada muestra —entre otras pruebas documentales— los hallazgos del estudio médico-forense realizado al cadáver del Mayor General del Ejército Libertador, quien con su prematura caída en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, le ofrece a la posteridad una prueba irrefutable de lo que él pensaba sobre el Tánatos: «la muerte no debe ser penosa para los que han vivido bien, ni para los que le conocían de cerca las virtudes», porque «[…] morir es seguir viaje».
Dicha obra se estructura en seis capítulos, muy bien articulados entre sí: «Por tu amor no llores»; «Dolor infinito»; «La fibra noble del alma»; «Lo poco que me queda de salud»; «Triunfaré después de muerto»; «Enfermedad larga y grave»; anexos, testimonio gráfico, y una extensa bibliografía martiana, activa y pasiva.
Estoy seguro de que la lectura serena y reflexiva de Enfermedades de José Martí, del doctor Ricardo Hodelín Tablada, devendrá suave caricia a la mente y el alma de quienes llevamos en el corazón el legado ético, intelectual y espiritual que dejara a la humanidad uno de los más grandes genios de todos los tiempos.
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