Cuando se habla del poeta Enrique Hernández Miyares aflora a la memoria su condición de sonetista y en particular uno de ellos, el titulado «La más fermosa»:
Que siga el caballero su camino, Agravios desfaciendo con su lanza; Todo noble tesón, al cabo alcanza Fijar las justas leyes del destino. Cálate el roto yermo de Mambrino Y en tu rocín glorioso altivo avanza, Desoye al refranero Sancho Panza, Y en tu brazo confía y en tu sino. No temas la esquivez de la fortuna; Si el caballero de la Blanca Luna Medir sus armas con las tuyas osa, Y te derriba por contraria suerte, De Dulcinea, en ansias de tu muerte, ¡Di que siempre será la más fermosa!
El célebre soneto, acerca del cual se tejió una campaña de plagio finalmente desechada, hizo de esta una de las composiciones más populares de comienzos del siglo XX y todavía hoy, a la altura del primer cuarto del siglo XXI, nos estremece por su belleza y perfección.
Sin embargo, los libros de este autor, que murió en 1914, tuvieron un carácter póstumo. El titulado Obras completas de Enrique Hernández Miyares I- Poesías, fue preparado por José Manuel Carbonell y vio la luz en 1915; al año siguiente apareció Obras completas de Enrique Hernández Miyares II- Prosas, también preparado por Carbonell.
Dentro de la poesía cubana, Enrique Hernández Miyares descolló por su producción sonetística y aunque sus méritos literarios fueron significativos, no menos lo fue su condición de patriota sincero y hombre enterado de los asuntos nacionales.
Nació en Santiago de Cuba el 20 de octubre de 1859, y a los quince años se estableció con su familia en La Habana, donde se vinculó al periodismo y comenzó a colaborar en diversas publicaciones. También trabajó como corrector en unos casos, y redactor en otros. Pero su labor más recordada fue para La Habana Elegante, semanario que dirigió a partir de 1888, siendo con posterioridad, codirector —junto a Alfredo Zayas— de La Habana Literaria.
Durante estos años se vincula estrechamente con Julián del Casal, una de las figuras cimeras de la corriente modernista en Cuba, sin por ello adherirse Hernández Miyares a la misma, «aunque alguna huella, siquiera circunstancial y ligera, habían de dejar en él las nuevas tendencias», según afirma el crítico Max Henríquez Ureña.
En 1895 embarcó hacia Estados Unidos, donde perteneció a la redacción del periódico Patria y dirigió el semanario Cacarajícara, por lo que su labor desde la prensa, al servicio de la independencia, fue valiosa.
Al volver a Cuba en 1903 reanudó su quehacer periodístico, como redactor y colaborador de publicaciones (La Discusión, El Fígaro y varias más). Fue, asimismo, miembro fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras.
Perteneció a la generación de intelectuales cubanos que, además de compenetrarse íntimamente con la independencia, alcanzaron a vivir los primeros años del siglo XX y dejaron su impronta en el panorama cultural de la naciente república.
Enrique Hernández Miyares, murió en La Habana el 2 de agosto de 1914, fecha de la que ahora se cumplen 110 años.
Recordarlo aquí, y con ello su soneto «La más fermosa», es el sencillo homenaje que desde las páginas digitales de Cubaliteraria rendimos al insigne patriota y escritor.
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