A raíz del triunfo de la Revolución cubana la poetisa se auto-aisló de la vida social durante largo tiempo en su casona de El Vedado, pero más que su naturaleza fue su actitud apolítica, en un país donde se instauraba un nuevo régimen, lo que le costó el desconocimiento en su propia tierra. Recibió numerosas ofertas de España y EE.UU. pero nunca abandonó su país, quizás por ser la hija de un general del ejército libertador. En una ocasión le propusieron abandonar su Patria y expreso: “Yo soy hija de uno que lucho por la libertad de Cuba, quien tiene que irse es el hijo de quien quería que siguiera siendo colonia”. Sus últimas publicaciones fueron Poemas escogidos, de 1985, Bestiarium y La novia de Lázaro, ambos de 1991. La Diputación de Cádiz publicó, además, en 1992, Poemas náufragos, y la editorial Espasa Calpe una amplia antología de su obra. Igualmente en 2001 un joven investigador cubano actualmente radicado en México, Roberto Carlos Hernández Ferro, publica con la editorial habanera Extramuros, una selección de poemas casi desconocidos de la Loynaz, considerados sus primeros textos, que se encontraban dispersos en prensa periódica de la década del veinte.
Esta selección se agrupó bajo el título de El áspero sendero, nombre que también corresponde al primer poema de dicha selección, en la cual con notable valor exegético el compilador aclara en su prólogo la correcta fecha de publicación del sonetario “Diez sonetos a Cristo”, en el diario La Nación, abril de 1920 y no en el año 1921 en la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, como se había manejado hasta entonces.
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