Uno de los hijos ilustres de Villa Clara, en especial de su pueblo Quemado de Güines, nació un día como hoy del año 1923, se trata del admirado y respetado escritor, guionista y dramaturgo, pero sobre todo humorista Enrique Núñez Rodríguez.
Poseedor de un don natural para el humor, y una proverbial agilidad mental, Núñez Rodríguez fue un creador extraordinario que se desempeñó con gran éxito y aceptación de público y crítica en la radio, la televisión y el teatro, por su distintivo acercamiento a lo más genuino del humor cubano. Por otra parte, como escritor, también alcanzó a conquistar a los lectores con obras como Yo vendí mi bicicleta, Mi vida al desnudo, Gente que yo quise y Oye como lo cogieron, entre otras.
Desde muy joven desempeñó diversas y humildes labores, con diez años fue colaborador periodístico y vendedor de periódicos; estas y otras faenas resultaron experiencias de vida que conformaron su visión y posición social al lado de los más desposeídos, y que luego aprovechó en el reflejo en sus textos de la realidad cubana. Un buen día, el futuro intelectual vendió su bicicleta y, con el dinero que obtuvo, se mudó a La Habana, donde, gracias al azar comenzó a escribir humorismo sociopolítico en periódicos de marcada tendencia izquierdista como Siempre, Pueblo y el semanario Zigzag; al pasar de los años también publicaría en Carteles, Bohemia y más tarde en Juventud Rebelde.
Desde su debut profesional en el Periódico del Aire, de Guido García Inclán, en la emisora COCO, en abril de 1948, con el programa «Cuba en llamas», propuesta de sátira política, su carrera fue siempre en ascenso y, a la par, su labor periodística. Comenzó como escritor en la radioemisora más importante de Cuba, el Circuito CMQ, el 27 de noviembre de 1948, en un programa especial en homenaje a la «Gran Dama de la Radio de Cuba», María Valero, protagonista de la radionovela El derecho de nacer de Félix B. Caignet, quien falleció a consecuencia de un lamentable accidente del tránsito. A Núñez Rodríguez le asignaron con urgencia redactar los textos que un grupo de artistas interpretarían en el homenaje de la emisora a la destacadísima diva radial.
Al año siguiente se estrenó su pieza La chuchera respetuosa, protagonizada por Rita Montaner; en el mismo año subió a las tablas del legendario Teatro Martí por primera vez su sátira Cubanos en Miami, donde caricaturizó los remedos a lo yanqui de algunos cubanos al retornar de unos días como turistas en Norteamérica; en este «Coliseo de las cien puertas», también se presentarían de su cosecha Qué noche la de anoche, Acuérdate de Acapulco, El bravo, Voy abajo y otras muchas obras que integraron el registro del mejor teatro vernáculo cubano.
En 1949 ya era autor exclusivo de la firma Crusellas y del Circuito CMQ. Los mayores recordarán con placer sus guiones para los famosos programas en vivo Chicharito y Sopeira, Leonardo Moncada y Cascabeles Candado, los que en una encuesta de la época resultaron los tres primeros programas de la radio en Cuba. Leonardo Moncada fue una serie que tuvo una repercusión tremenda en la población cubana; este personaje, llamado el «Titán de la Llanura», representó al héroe que denunciaba los vicios de la República y que luchaba por la justicia.
En 1950, Núñez Rodríguez comenzó a trabajar también en la televisión pues Chicharito y Sopeira y Cascabeles Candado pasaron a este medio. El primer programa de televisión lo hizo con Luis Echegoyen y su personaje de «Mamacusa Alambrito». La televisión se apoyó en los libretos del escritor para la realización de los mejores programas humorísticos de varias décadas: comedias como Dios te salve comisario, Sí, señor juez y La sirvienta, Si no fuera por mamá —serial televisivo que alcanzó gran teleaudiencia—, Gracias Doctor, Voy abajo y Conflictos, uno de sus últimos programas seriados.
El programa humorístico semanal Casos y Cosas de Casa, de gran popularidad, y que se registra entre los clásicos del humorismo televisivo cubano, contó con los guiones de Núñez Rodríguez durante muchos años. Una contribución relevante al conocimiento de la historia de la nación lo constituyó sin dudas el programa de aventuras de El mambisito y una muestra del rigor investigativo que aplicaba el escritor a sus trabajos fue el guion de la excelente telenovela seriada sobre la vida del científico cubano Carlos Juan Finlay.
Enrique Núñez Rodríguez tenía una peculiar personalidad caracterizada por su talento natural, sencillez, criollismo, risa contagiosa y eterna sonrisa, pero también fue un sujeto auténtico, ético y consecuente con el tiempo que le tocó vivir; creador capaz, profundo y reflexivo.
Dominó el oficio de escritor, sus técnicas, códigos, asuntos, motivaciones, la construcción de personajes típicos y, lo que es mucho más difícil, aprendió a vislumbrar la esencia de lo cubano y por eso logró conformar crónicas legítimas de la realidad de la Isla.
El prolífico escritor militó en los partidos Socialista Popular y Ortodoxo, y colaboró con el Movimiento 26 de julio durante la tiranía batistiana. Fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde ocupó el cargo de vicepresidente de la Comisión de Educación, Ciencia, Cultura y Tecnología, y fue además, vicepresidente la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Por sus grandes méritos, esfuerzos artísticos y compromiso con el pueblo cubano, mereció múltiples reconocimientos, entre estos, Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba, Premio Nacional de Periodismo José Martí, Premio Nacional del Humor, la Réplica del Machete de Máximo Gómez, así como numerosas condecoraciones, entre ellas, la condición de Hijo Distinguido de Quemado de Güines. Próximo a su deceso, y durante su ingreso en el Centro de Investigaciones Médicas y Quirúrgicas, recibió el Premio Nacional de la Radio. Falleció, en la tarde del jueves 28 de noviembre del 2002, a la edad de 79 años. El nombre de Enrique Núñez Rodríguez se inscribe en la nómina de los grandes maestros del humor cubano, supo hacer realidad con un empeño permanente su idea de la utilidad del humor: «El humor sirve para decir las verdades más grandes del mundo, hacer reír sin ofender y sobre todo criticar sin vulgaridades».
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Texto tomado del Portal Cubarte.
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