Por lo poco que se le recuerda y lo empolvado que se nos presenta su nombre, pudiera pensarse que Manuel Isidro Méndez murió hace mucho más tiempo, cuando en realidad el aciago suceso tuvo lugar en La Habana el 27 de abril de 1972, es decir, cincuenta años atrás.
Varios españoles portaron en las guerras por la independencia de Cuba el grado de general del Ejército Libertador. Y otros muchos, de menor graduación, o ninguna, también aportaron mucho —incluida la propia vida— por la libertad de la tierra que un día los acogió.
Don Manuel Isidro no nació en Cuba, ni combatió por su independencia. Mucho menos tuvo el honor de conocer a nuestro Apóstol. Es por ello, entre otras razones, que no deja de ser dato curioso que a él debamos una de las primeras biografías (algunos autores afirman que la primera) escritas sobre José Martí.
Procedente de Asturias, Manuel Isidro no llegó a Cuba sino a la edad de 14 años. Pero ya va siendo hora de entrar en detalles.
Me permito confesar que descubrí el nombre de Manuel Isidro Méndez cuando era casi un niño y hurgaba en la estantería del hogar, donde, como algo ciertamente muy valioso, ocupaba un espacio su libro titulado Martí, a secas, pero que ofrecía una interpretación nada seca sobre la vida del Héroe Nacional de los cubanos.
Aún hoy, cuando resulta copiosa la obra escrita en torno a la personalidad y quehacer de José Martí, no abundan sus biografías. Es un reto y compromiso muy grande para cualquier autor, asumir esta responsabilidad con una figura paradigmática que como mejor puede conocerse es leyendo su obra inmensa, estudiando su pensamiento, cotejando cuanto dijo y escribió con cuanto hizo y ofreció de sí.
Pese a lo anterior, las biografías sobre José Martí siempre han sido bien recibidas y han sido, además, objeto de cuidadosa crítica.
Nacido en Navia, Asturias, el 15 de mayo de 1882, el autor que nos ocupa llegó a Cuba por el puerto de Santiago, en 1896, aunque fue en la ciudad de Artemisa, en el otro extremo de la Isla, donde se estableció, al punto que se le declaró en 1940 Hijo Adoptivo de la localidad.
Compenetrado cada vez más con el pensamiento y la vida del Apóstol de la independencia cubana, M. I. Méndez escribió en 1924 su Martí – estudio crítico biográfico, publicado en España un año después, luego de ser premiado por el Real Consistorio Hispano Americano. Pero no quedó satisfecho con este trabajo y continuó sus indagaciones en torno a la figura del ilustre cubano. Se llegó a comentar que fue tal el fervor que Méndez, como historiador y ensayista, expresó en sus libros sobre Martí, que algunos peninsulares miopes se sintieron molestos por ello y llegaron a tildarlo de antiespañol.
En 1930 publicó Méndez otro libro importante, José Martí, ideario. En cierta ocasión el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring emitió este comentario: «Fue por el libro de Isidro Méndez que la generación española de la posguerra hispanocubana supo de la existencia y del valer del cubano que les había arrebatado su más preciada colonia antillana».
Nuevamente a finales del decenio del 30 presenta Méndez un libro a la Comisión Central Pro-Monumento a Martí y es el suyo uno de los textos premiados. Este libro —escribió el profesor José Antonio Portuondo— «es, más que una simple biografía —que ya nos la había ofrecido Méndez desde 1924— el mejor estudio interpretativo de la vida y de la obra martiana realizado entre nosotros».
También destacada fue la obra de Méndez como periodista cuyas colaboraciones se leyeron en Cuba, varios países de la América de habla hispana y en la propia España. Además, se le agradecen su Historia de Artemisa y los estudios biográficos centrados en Francisco de Arango y Parreño y Alejandro Ramírez, entre otros. Tampoco pasaremos por alto su quehacer poético, recogido en libros como Aspas y ósculos, Gemas de viajes y Armonía íntima.
Sus libros, en las bibliotecas, y sus artículos, en la prensa de la época, nos dan la medida de la laboriosidad de este escritor. A medio siglo de su desaparición física nos sigue siendo útil, y esa, la virtud de la utilidad, es tan inmanente como la de la memoria.
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