
¿Poesía económica? Parece una antítesis, un absurdo, habida cuenta de que la poesía se ocupa de los asuntos del alma; pero Jorge Luis Águila Aparicio en su poemario Terra Nullius (Mecenas, 2024, Premio de la ciudad Fernandina de Jagua), hace confluir ambas esencias: lo espiritual y lo material.
Arropados en lenguaje galante, los poemas de esta obra tocan conflictos del hombre común: las diferencias monetarias y adquisitivas, («Afuera»); los precios y las necesidades («Dislocación»); el tan cubano partir al exilio y a la guerra mientras se cree en las esperanzas («Relationship»), no obstante la tensión al abandonar la tierra natal («Terminal Tres»), mientras se observa a los «misioneros»; la tremenda necesidad de vender tu propia casa para costear el viaje.
Dentro del tráfico semilegal de vestimentas, el héroe poético advierte el contraste entre el negocio para sobrevivir y la belleza natural que lo rodea: «Moja la lluvia clamores, /hay un perfume de jigües,/ de siemprevivas y almácigos, /algo poco visto en el consorcio». («Ropa traída de México»).
No hay quejumbre en la lírica de Aparicio. Hay mirada quieta, reflexión, y resquicio por donde se entreve la lava que quema por dentro. Una actitud entrenada por el bebedor de tilo que sabe vislumbrar cosas invisibles, metafísicas («Beber»); que persiste en ser poeta pese a las circunstancias adversas («Con Mandelshtam»; «Plus»): pues casi nadie lee poesía, y pagan mal a los escritores: («Frente a la logia»; «Postalita»; «Gente»); o simplemente resulta difícil publicar y la familia no acaba de asimilar tu obsesión con las letras («El Grito»).
Sujeto lírico que se habla a sí mismo desde el yo y desde el tú, midiendo en la misma persona la distancia entre el ser interior en batalla contra su dimensión social; sopesando «la difícil belleza de la tarde» durante la inesperada visita del presidente; y en perenne reconciliación con «la longanimidad del misterio y la poesía».
Agromercado y silencio penitente; funcionario y héroe cultural; familia y escritor; país y cultura; exilio e introspección, en estos intercambios de golpes se debate la voz poética que da, en el penúltimo poema, un único grito silente, a lo Munch: «He asistido al estertor de la patria».
La esperanza se esconde al final de la caja, un retoño último en la Terra Nullius del poema que cierra la obra.
¿Es antítesis de índole fantástica, un contrasentido? ¿Existe la poesía económica? Existe, sí. Y conmueve.
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