
Fabián y el caos, del poeta, escritor y periodista, Pedro Juan Gutiérrez, es el título del libro, publicado por Ediciones Unión, para satisfacer las necesidades cognoscitivas de los fieles seguidores de la producción literaria del ilustre intelectual matancero, valorado por la crítica especializada como uno de los más genuinos representantes de la literatura sucia iberoamericana.
Ese texto describe la convulsa década de los revolucionarios años 60 de la pasada centuria, y al mismo tiempo, la trayectoria —diametralmente opuesta— seguida por los adolescentes Pedro Juan y Fabián, quienes nada tienen en común, pero la vida los convierte, primero en compañeros de escuela, y posteriormente, en extraños amigos.
La diferencia fundamental entre esos dos chicos es que Fabián, hijo único, sobreprotegido por la madre y rechazado abiertamente por el padre, tiene una acendrada vocación musical (concretamente, hacia el piano para el que posee ciertas aptitudes y habilidades, aunque nunca llega a ser un talentoso instrumentista). A propósito, el lector puede descubrir —en las páginas de esa singular novela— la vasta cultura musical que posee el también autor de Trilogía sucia de La Habana.
Por otra parte, Fabian orienta la libido (deseo sexual) hacia las personas de su mismo sexo biogénico. Al principio, por curiosidad propia de una edad en que el adolescente descubre los «secretos» y los placeres de la sexualidad; luego por decisión propia —consecuencia del amor gay—, y en ocasiones, obligado por un compañero de trabajo que abusaba sexualmente de Fabián, pero esa situación le provocaba disímiles y encontradas emociones, que jamás llegó a entender.
Los estudios académicos de piano realizados por ese joven, lo llevaron a una compañía de teatro lírico, de donde fue separado, en 1971, precisamente por su orientación sexual no heteronormativa, y ubicado en una fábrica de enlatado de carne de cerdo, donde se re-encuentra con Pedro Juan, un librepensador e irresponsable, al que solo le interesa disfrutar la vida sin importarle un ápice cómo logra su principal objetivo existencial.
Esa novela es de grandes contrastes, en los que alternan las luces y las sombras, el vitalismo y la desesperación, devenida frustración, los goces y placeres sexuales, y la represión parcial de la libido, después del injusto castigo de que fuera objeto Fabián por ser gay.
Para nadie que haya incursionado en la obra narrativa de Pedro Juan Gutiérrez constituye una novedad literaria que el estilo de escribir del talentoso autor yumurino es directo y visceral.
El telón de fondo o contexto socio-histórico preferido por el creador es la efervescente y vertiginosa mayor isla de las Antillas, sacudida por los hechos históricos acaecidos en la década de los 60 del pasado siglo, para narrar la ambivalente amistad de dos jóvenes que defienden su derecho a buscar espacios de libertad individual.
Ahora bien, Pedro Juan y Fabián parecen ignorar o desconocer el aforismo martiano de que la «verdadera libertad es la de mente y espíritu».
Fabián y el caos constituye una muestra elocuente de que la fecunda producción intelectual y espiritual de Pedro Juan Gutiérrez (Bukowski insular) está signada por el sexo, la desolación, el vigor y el pesimismo. Sin embargo, no entristece ni desilusiona al lector, sino que lo incita a seguir adelante para que este pueda continuar escribiendo su leyenda personal, ya que —sin duda alguna— la buena literatura es aprendizaje para la vida.
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