Félix Contreras es un hombre–mundo: aúna en su historia de vida universos iguales y distintos, chispas azules de poesía y blancas piedras de recuerdos hondos. Nada ha escapado a la voracidad de sus ojos y oídos, ya llenos de sonido y color; porque vivir es acumular sensaciones y recuerdos, Félix es un hombre que ha vivido, y lo ha hecho del mejor modo posible: regalando a todos su bonhomía, su amable humanidad, que parece decir: estoy aquí, presto a responder a tus preguntas, deseoso de regalarte el horizonte donde habito.
Autor de más de una decena de significativos libros, mayormente de poesía, sobresale también como periodista, y como tal ha realizado entrevistas a destacadas personalidades. En su más reciente libro, La Habana narrada en el espejo (Editorial Letra Cubanas, 2019), incursiona nuevamente en este género, con la peculiaridad de que aplica el mismo cuestionario a todos los entrevistados.
Guardo esta entrevista desde hace algunos años, porque siempre he deseado que Félix abunde en sus respuestas y se revele el conversador exquisito que es frente a nosotros en casa. Pero la aparición de su libro de entrevistas me pareció un buen pretexto para publicarla finalmente, y esperar a que un nuevo cuestionario, mejor encaminado, destape la jícara mágica de sus recuerdos para disfrute de todos los lectores.
¿Considera usted que la infancia vivida influye poderosamente en la imaginación poética de un autor? De considerarlo así, ¿pudiera hablarnos de su propia infancia como fuente de poesía?
Como toda infancia (que se corrompe con la «racionalidad» de la vida adulta) es flor, fuente de creación artística, aquí vale recordar a Piaget, el psicólogo suizo, y sus fascinantes textos sobre la infancia y los orígenes de la cognición humana, sus estudios del pensamiento infantil… Yo sería otro si no hubiera estado en aquel kindergarten en los primeros años de mi vida cantando en un coro, recortando papeles con tijeras, haciendo pantomima, recitando poesías de la mano de Chachita mi maestra. Yo soy lo que fui en aquel preescolar…
Otro gran placer vivido fruto de aquel kindergarten han sido las ilustraciones y portadas para libros que he creado… El año pasado tuve el honor y la alegría de que el gran poeta brasileño Horacio Paiva me pidiera ilustraciones para un excelente libro.
Su dinamismo y capacidad de relación con los seres humanos, le ha facilitado conocer a innumerables personas muy interesantes, tanto de la vida popular cubana como de diversas manifestaciones artísticas en general. ¿Nos pudiera hablar, en primer término, del origen de ese dinamismo y capacidad y, en segundo término, de algunas de las personas que más le han impresionado?
De la poesía lo que más me llama la atención son los poetas y de ellos ya conocí muchos; algunos de manera directa y personal como Nicolás Guillén, José Zacarías Tallet, Eliseo Diego, Fina García Marruz y Cintio Vitier, Domingo Alfonso, Luis Rogelio Nogueras o Guillermo Rodríguez Rivera; todos en mi memoria forman un misterioso poliedro destilado por la poesía.
¿Cómo entró en su vida la poesía?
En aquel kindergarten de la calle San Juan de Pinar del Río en 1945… Comenzar la vida en contacto con el juego, las artes manuales, el dibujo, el divertimento; una actividad de entretenimiento, de gran placer, hace más pleno el concepto de vida, de existencia… El poeta, el pintor, el escritor, el artista, en fin, sale de esas actividades porque potencian la creatividad, contribuye grandemente al desenvolvimiento intelectual… De esto hablé mucho con Eliseo Diego, un ser lúdico por excelencia, e igual con Wichy Nogueras.
Entró también, quizás, por medio de aquel insólito espacio radial de poesía que hacía en la CMAB pinareña los domingos un tal Elio, un alucinado, que con voz muy grave y engolada abría el programa dedicado a su esposa: «Marta, para ti, la Poesía», y recitaba solo poemas de amor…
Usted participó activamente desde temprano en la vida poética cubana, y tuvo la oportunidad de pertenecer o intercambiar con grupos estéticos significativos. Sería muy importante que nos contara algunas de sus principales experiencias en esas relaciones.
Sí, una de esas fértiles experiencias fue participar en la creación de El Caimán Barbudo que, por la diversidad y características de sus fundadores (Jesús Díaz, Guillermo Rodríguez Rivera, Wichy Nogueras, Froilán Escobar, Víctor Casaus, José Yánez, Iván Gerardo Campanioni, entre otros), una verdadera Corte de los Milagros…
La música ha sido uno de sus costados vocacionales. ¿Pudiera conectar sus impresiones de nuestra música y nuestros músicos con las de nuestra poesía y nuestros poetas, según su punto de vista?
Por todo lo contado, más el hecho de haber nacido y vivido en una cuartería, un solar, que parecía el reino de la música; por allí Chucho el panadero calentando sus bongoes, Ortiz repasando danzones con su flauta, a dos cuadras Rolando Lluis ensayando con su maravillosa jazz band los clásicos norteamericanos (Glenn Miller), mi tía Amada cantando tangos a lo Libertad Lamarque… ¿Cómo no llevar un músico adentro? Incluso, tuve el alto honor de estudiar solfeo con Jacobo Ruvalcaba (padre de Guillermo), el autor del célebre danzón El cadete constitucional, en la academia nocturna de música del ayuntamiento pinareño.
Yo fui muy buen bailarín en salones de baile de la capital vueltabajera, sobre todo en la Colonia Española, donde me gané el mote de El Quimbán Colorao y trabé amistad con Benny Moré, a quien yo imitaba bien cantando y dirigiendo la orquesta.
El periodismo ha sido una de sus vertientes profesionales más conocidas. ¿Cómo llegó a él, en qué lo enriqueció biográficamente, qué contactos notables le facilitó para entender la sociedad cubana y la época?
Te voy a contar algo muy curioso: en 1966 recién publicaba yo unos poemas en una selección titulada Cinco poetas jóvenes a los que agregué una suerte de prólogo. Estando sentado en el Hurón Azul de la UNEAC, veo entrar a un señor con ese poemario en ristre preguntando: «¿Está aquí Félix Contreras?». Al presentarme, dice que le interesa que el autor de esos poemas escriba para la recién creada revista Cuba (más tarde Cuba Internacional) y, a mis objeciones de que yo no dominaba ni conocía la redacción periodística, me dice que eso no era importante, que ese poeta tenía lo que potencialmente le interesaba. Así entré, aprendí el periodismo a la sombra de ese extraño personaje que fue Darío Carmona (exiliado republicano español), de Lisandro Otero y otras relevantes plumas del artículo y el reportaje.
Al periodismo debo muchísimas satisfacciones como conocer toda Cuba, gran parte de su geografía interior, montañosa, marítima y ni hablar de la cantidad de gentes, personajes iluminados de curiosidad, y un infinito catálogo de oficios.
Ha sido un viajero impenitente, y ha conocido creadores de muchas partes. Coméntenos sus experiencias al respecto. ¿Qué ha significado Brasil, por ejemplo, en su vida artística?
De muchacho me pasaba la vida procurando subir grandes árboles para mirar horizontes, me gustaba mirar lejos, aquel almendro de la calle Sol 36 lo sabe; desde entonces viajar fue, es, un gran placer, una aventura, y he tenido la suerte de ser beneficiado con muchos viajes e invitaciones. El primer viaje fue a Rusia, con Moscú y Leningrado, cuando recién me había leído a los grandes escritores rusos: Fiódor Dostoievski, Antón Chéjov, Gógol, Gorki, Pushkin, León Tolstoi.
¿Considera usted que la poesía brasileña actual se conoce adecuadamente en Cuba? ¿Qué autores brasileños, si tuviera la oportunidad, no dejaría de proponerle al lector cubano?
No, se conoce muy poco. Hay intentos como aquella selección que hizo Helio Orovio para Casa de las Américas hace ya bastante, insuficiente, pero plausible por la voluntad primaria. Poetas como Domingo Alfonso y Mario Martínez Sobrino son ejemplo de lectores y apreciadores de la lírica brasileña. Brasil, como nuestra Cuba, se pasea por el mundo con dos formidables y hermosas tradiciones de música y poesía, que se enriquecen y renuevan constantemente mediante procesos de creación que, en el caso cubano, debe mucho al tronco martiano conectado al mundo y, en el país sudamericano con la envidiable particularidad de que fuera de sus grandes metrópolis, grandes polos culturales como Río de Janeiro y Sao Paulo, nacen en provincia, en lugares del interior, notables poetas: por ejemplo, en la distante Natal, capital provincial de Río Grande del Norte, Horacio Paiva.
¿Los mejores poetas brasileños?… Te respondo, pero poniendo por delante que toda lista es siempre incompleta, pues la percepción, el gusto, la opinión, es siempre algo individual, subjetivo, idiosincrático. Pero, bueno, los nombres que siempre se citan en encuestas, antologías, ensayos, como los más importantes o marcantes de la historia de la poesía brasilera son Carlos Drummond de Andrade (La máquina del Mundo), João Cabral de Melo Neto (El perro sin plumas), Jorge de Lima (Invención de Orfeo), Cecília Meireles (El romancero de la inconfidencia), Castro de Alves (Voces de África), Manuel Bandeira (Me voy pa Pasárgada, El cactus), Ferreira Gullar (Poema sucio, Una fotografía aérea), Olavo Bilac (Vía láctea, Regreso al baile), Vinicius de Moraes (Soneto de la fidelidad), Antonio Lázaro de Almeida (Poesía siempre), Mario Quintana (La calle de los molinos de viento), Oswald de Andrade Gonçalves Dias (Canción del exilio), Raimundo Correia (Las palomas).
Nombres nuevos y destacados de la poesía brasileña: Horacio Paiva, Rizolete Hernández, Aluisio Acevedo Filho, Deulinda García, Arnaldo Marcelino da Cunha, Diógenes Cunha Lima, David Medeiros, José Roberto Xavier de Paiva, Diovanni Mendonça, Marcos A. Campos, Tarcísio Gurgel, Dorian Gray, Jarbas Martins, Diva Cunha, Salizete Freire, Marize Castro, Carmen Vasconcelos, Anchella Monte, Iracema Macedo, Jeanne Araújo, Leocy Saraiva, Maria Gomes, Gonzaga Neto, Ada Lima, Regina Azevedo, Anchieta Fernandes, Joao Charlie Fernandes.
Mira este poema de Horacio Paiva, qué belleza de poema, de síntesis, sencillez…
«Café de la mañana»
De toda la memoria solamente vale
el don esclarecido de evocar los sueños.
Mucho había que conquistar
y casi todo fue conquistado.
En el medio del camino, al final, indago:
¿Qué, del tumulto, sobrevivió?
¿Qué esperar de los despojos,
de los días infinitos?
Nada.
Pero, al fin, puedo pisar la serpiente,
ahora muerta,
y tomar mi café de la mañana.
La poesía es hoy una de las actividades artísticas más desdeñadas por la publicidad y los medios de información. ¿Está de acuerdo usted con esta aseveración?
Reyna, a la poesía le han anunciado o decretado mil veces la muerte, pero ahí está, porque está en el mundo como fruto de una necesidad; mueren los poetas, pero la poesía no, pues es luz perenne que, como sabes, transita por factores de tiempo, lugares, culturas, tradiciones. En sociedades como la de Brasil, donde el mercado penetra hasta el último rincón de su tejido social, donde el bombardeo del consumo de lo banal es enorme, la poesía y los poetas están, existen, por encima de esos lamentables factores. Te cito el caso particular, uno entre mil, de Fernanda Almeida Prado, que con recitales de poetas invitados, saraos, talleres, llena hasta el tope los salones de la Casa de las Rosas en el centro de Sao Paulo. Hay que ver lo que eso significa para la poesía, coexistiendo con cientos de bancos, rascacielos, grandes mercados, oleadas de personas en la Avenida Paulista corriendo hacia el metro en pos de ganarle tiempo al tiempo.
Reyna, qué misterio la creación poética… Con razón Platón se calentaba la cabeza, hundida en la encrucijada dicotómica de las piedras de la poesía y de la filosofía, en esa bronca que se repite mil veces con múltiples y persistentes variaciones a través del tiempo, de la historia, la cultura… Hoy leemos una poesía más compleja, aleatoria, donde, envuelta con nuevas armonías lingüísticas, semánticas, con poemas que mezclan filosofía, lírica, prosa, narrativa, historia, forman un puño de prodigiosa y encantadora polisemia, de misterios semánticos y sintácticos nutridos de valores que vibran y potencian el poema, poemas que honran la poiesis griega.
¿En qué consiste para usted tener una vocación poética? ¿Pudiera responder añadiendo algunas vivencias individuales sobre este tópico?
No, no sé explicarlo, es algo que va conmigo como sombra sensorial, como necesidad de expresarme desde lo existencial mismo.
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