Fernando es la danza
Esther García.
Fernando Alonso: el padre del ballet cubano, de la crítica de danza y periodista estadounidense, Toba Singer, es el título del libro, traducido del inglés al español por el Lic. Noé Serrano, y publicado en idioma cervantino, para beneplácito de quienes, en la mayor isla de las Antillas, y fuera de las fronteras geográficas insulares, amamos la vida y la obra del maestro Fernando Alonso (1914-2013), quien —junto a Alicia (1920-2019) y Alberto (1917-2007)— es una de las piedras fundacionales del emblemático Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, que dirige la primera bailarina Viengsay Valdés.
Ese texto es sumamente abarcador, ya que no solo expone los hechos de la fecunda leyenda profesional y personal escrita por tan ilustre biografiado, sino también explora aspectos relacionados con los orígenes y presupuestos teórico-conceptuales, metodológicos y prácticos de la Escuela Cubana de Ballet, una de las mejores en el universo académico en el campo de la enseñanza de la danza clásica… con auténtico «sabor tropical».
En las páginas de dicho volumen, se relata cómo el maestro Fernando Alonso fue introduciéndose gradual y progresivamente en el apasionante mundo del ballet, gracias al amor que sentía hacia la música y el deporte y, además, se registra —a grandes rasgos— las trayectorias artístico-profesional y docente-educativa seguidas por esa insigne personalidad de la cultura cubana e internacional, que legara a las actuales y futuras generaciones de bailarines y maestros de ballet una hermosa herencia intelectual y espiritual, imposible de sintetizar en una reseña periodística.
Por otra parte, la intelectual norteamericana se refiere a la creación del Ballet de Camagüey (BC), agrupación a cuyo desarrollo y consolidación el maestro Fernando Alonso se entregara en cuerpo, mente y alma, ya que según él:
Un buen bailarín no solo debe dominar la técnica académica, sino también la interpretación teatral; recursos técnico-expresivos que, en la barra, en los ensayos o en el proscenio, debe intelectualizar y espiritualizar para que la danza pueda devenir arte verdadero.
Entre otras cosas sublimes, habría que destacar —por el valor afectivo-emocional que implica— el pasaje relacionado con la conversación telefónica que Fernando sostuviera con su hermano Alberto algún tiempo antes de que este falleciera, y en la que evocaron episodios de la niñez, adolescencia y juventud en la patria que los viera nacer y crecer, no solo como excepcionales bailarines, maestros del «arte de las puntas» y coreógrafos, sino también como excelentes seres humanos.
La M.Sc. Toba Singer es poseedora de una sólida preparación técnico-artística, graduada en la Escuela de Artes Escénicas de Nueva York en la especialidad de Teatro; en la Universidad de Massachusetts, en Historia, y en la Universidad de Maryland, donde cursara una maestría en Ciencias Bibliográficas.
Sin embargo, hay otra faceta muy importante en su curriculum vitae y es su temprano comprometimiento con la justicia y los desfavorecidos. Durante años, ha estado involucrada activamente en una amplia gama de luchas obreras y en campañas políticas y sociales. Ha participado activamente en los movimientos por los derechos civiles, contra la guerra de Viet Nam, el apartheid, por la igualdad de las mujeres y los derechos de las minorías y la defensa de las revoluciones en Cuba, Nicaragua y Granada.
Estoy seguro de que incursionar en las atractivas páginas del volumen Fernando Alonso: el padre del ballet cubano, devendrá una suave caricia a la mente y el alma humanas, urgidas —hoy por hoy— de tan poderoso nutriente espiritual.
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